Cuando éramos niños Eduardo mi hermano y yo, acostumbrábamos asistir al Estadio Azteca a todos los partidos que ahí se jugaban. Por aquellos despreocupados días, déjenme contarles que se programaban encuentros los jueves por la noche, sábados en la tarde y domingo a mediodía.
La inseguridad que azota a la sociedad prácticamente no existía, por lo que era común que tomáramos un "pesero" (para ilustrar a las nuevas generaciones diré que era un transporte colectivo, casi siempre una "combi", que precisamente su tarifa era un peso) o incluso regresáramos caminando, dado que no quedaba lejos el "Coloso de Santa Úrsula" de la casa paterna.
Esa gran afición nos llevó a presenciar juegos como Atlético Español vs Irapuato donde, probablemente, no hubiera cien espectadores en todo el inmueble una noche de jueves en invierno.
El caso es que un día de esos jugaban en el horario nocturno el América y el Jalisco, que en otros tiempos se había llamado "Oro" y hasta campeón había sido. El caso es que los "cremas" (todavía no adquirían el mote de "Águilas"), traían un verdadero trabuco. Sentados en la tribuna popular, justo atrás de nosotros, se encontraban unos compas que evidentemente estaban en contra de los americanistas y seguramente era más por odio que porque tuvieran algo que ver con el cuadro visitante, ya que hablaban como perfectos chilangos.
No se usaba que los equipos salieran formaditos como los mira usted ahora en la Liga MX. Cada uno saltaba a la cancha por su lado y al llegar al círculo central, saludaban al público levantando los brazos, situación que era aprovechada para aplaudir si era seguidor o para mentarles la madre si usted iba en contra.
El América cumplía este rito cuando de la parte de atrás escuchamos un grito proveniente de una garganta entre aguardentosa y pituda que decía: "Esos no tienen pinta de campiones".
Obviamente, todos los presentes prorrumpimos en carcajadas ante el estilo del cuate y la "i" de campiones.
Pues a diferencia de la anécdota que referí, creo que este América sí tiene pinta de campeón. Lo hecho el domingo por la tarde en el "Volcán" muestra a un equipo de gran personalidad, buen futbol, agallas y una condición física a prueba de misiles.
Manejaron de maravilla los embates de Tigres, se fueron arriba en el marcador y no desesperaron al verse abajo, lucharon y se trajeron un empate que parece una sentencia de muerte para los dirigidos por Ricardo Ferreti.
Además, la mayoría de los que alinearon no sólo viajaron a Nueva Zelanda sino que jugaron el partido que dio a México la calificación, echando por tierra, con su ir y venir, el mito de que el futbolista no puede jugar dos partidos en una semana.
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