Terminó el campeonato de liga del futbol mexicano con una final inédita, arrojando como monarca al rey de la selva y dejando a un águila maltrecha y desplumada. El León se llevó el trofeo con toda justicia, ganando ambos encuentros, practicando un futbol ofensivo y vistoso, mostrando la contundencia necesaria en los momentos precisos y con la dosis de suerte que suele acompañar al campeón.
Tanto el partido de ida jugado en la hermosa ciudad cuerera como la vuelta en el majestuoso Estadio Azteca, fueron encuentros ríspidos, de mucha marca, con un alto índice de faltas y de tremendo grado de complejidad para los silbantes.
Las decisiones de los colegiados fueron, en la gran mayoría de las veces, acertadas y no deja de causar una impresión molesta que el director técnico del América, Miguel Herrera, se escude tras el arbitraje para explicar la derrota y paliar su frustración.
En el partido jugado en el "Nou Camp" hay una jugada donde se pide penal a favor de los de Coapa. Ni siquiera en la televisión parece tan claro pero admitiendo que existió, es parte de los imponderables que rodean a un partido de futbol. El "Piojo" afirma que el juez fue sacando de sus casillas a sus jugadores. Pues con qué poquito pinole se ahogan, ya que se trata de adultos y que son, supuestamente, profesionales y una vez más se escudan tras la falla arbitral para echar una cortina de humo sobre sus yerros.
En la vuelta, León les caminó por encima, dejando un clarísimo 5-1 en el global, así que dónde está el robo arbitral. La realidad es que Herrera mostró su real talante, que es el de un mal perdedor, al no aceptar la superioridad de los verdes y buscar demeritar su inobjetable victoria.
Pienso que debería ver los videos para darse cuenta del pésimo momento que atraviesa el "Maza" Rodríguez, la falta de actitud de su goleador Raúl Alonso Jiménez en los momentos importantes del partido y las fallas de Narciso Mina que comparadas con las de los nazarenos resultan monumentales.
América como equipo es un dignísimo subcampeón. Jamás dejó de pelear, de ir adelante y exhibir una condición física a prueba de misiles. El comportamiento final, aplaudiendo al campeón en la premiación, habla del fair play y de una educación deportiva impecable.
Del otro lado, la alegría de la victoria que todo lo perdona. Nadie se acordará del sinnúmero de oportunidades que el cuadro bajo de los del Bajío entregó a su rival y que hubieran sido suficientes para voltear el marcador. Hoy todo es felicidad y qué bueno porque se lo merecen.
Ahí queda el trabajo de Gustavo Matosas, técnico que logró el ascenso con el León y a año y medio de distancia los lleva a ceñirse la corona.
Vienen buenos tiempos para esta tradicional franquicia que jugará Copa Libertadores. ¡Gloria eterna al campeón!
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