LA GENTE CREE.- Que los árbitros son seres insensibles, fríos, que no tienen otro quehacer que echar a perder la diversión o perjudicar al equipo de sus amores. No imaginan que detrás del uniforme negro, las tarjetas y el silbato, está un ser humano con afectos, pasiones, miedos y sin lugar a dudas, un enorme amor por el deporte que el inmortal Ángel Fernández bautizara como "el juego del hombre".
VIENE AL CASO.- El comentario luego de que el fin de semana nos enteráramos del fallecimiento de Salvador Reyes, icono del Campeonísimo Guadalajara, goleador letal con el "Rebaño" y la Selección Nacional e ídolo de varias generaciones, entre las que debo contar la mía.
"CHAVA" REYES.- Fue mi ídolo cuando era niño. Mi padre, don Arturo Brizio Ponce de León nos llevaba al futbol todos los domingos. No existía todavía el Estadio Azteca y los encuentros se jugaban en la cancha de Ciudad Universitaria. Ahí pudimos ver Eduardo mi hermano y yo a ese equipo extraordinario llamado el "Campeonísimo" y volvernos aficionados a esos colores.
LOS HEXAGONALES.- Que eran torneos donde jugaban por lo general tres equipos mexicanos y otros tantos clubes extranjeros de primer nivel, las Chivas eran invitados frecuentes y el "Melón" Reyes lideraba a sus compañeros al enfrentar a cuadros como el Valencia de España, el Uda Dukla de Checoeslovaquia, el Vasco de Gama de Brasil o incluso el Santos, considerado el mejor equipo del mundo y su superestrella, el gran Pelé.
LUEGO DE GUIAR.- A los rojiblancos al séptimo campeonato en ocho años, llegó a jugar al San Luis, equipo al que también dirigió. Mi papá le arbitró en ese club y contaba que en alguna ocasión, le tuvo que marcar una falta dentro del área en contra a los "tuneros". Como siempre sucede, los elementos del cuadro sanluisino se arremolinaron para protestar y Salvador le dijo a mi progenitor: "Qué te alegan, Brizio, si ya está marcada la penal".
LO PINTÓ DE CUERPO ENTERO.- Esa acción. Un tipo decente dentro y fuera de la cancha, sencillo y cabal. Jamás abusó de su categoría de ídolo nacional para exhibir a un compañero, encarar a un rival o faltarle al respeto a un árbitro. Creo que las mejores enseñanzas las dejó fuera del terreno de juego, ganándose el título de hombre, quizá el más difícil de obtener.
HACE ALGUNOS AÑOS.- Mi hermano Eduardo se lo encontró y le platicó de esa idolatría que le profesamos en los lejanos tiempos de la infancia. "Chava" se moría de risa, como quien no se da cuenta de lo inconmensurable de sus logros. Tres copas del mundo en sus espaldas y el tipo tan campante. Era sin duda un fuera de serie.
OTROS JUGADORES.- Han llegado a esa conexión con la tribuna que los convierte en referentes obligados en nuestro amado deporte. Quizá decir nombres sea injusto por la posibilidad de errar u olvidar a alguno. Lo que es indiscutible es que se ha marchado uno de los grandes ídolos del balompié nacional.
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