No puede ser, ahora que se dominó el entorno, que se logró apagar la olla hirviente del Olímpico Metropolitano, que se impuso la diferencia abismal entre un equipo y otro, se marcó un segundo gol que supuestamente liquidaba, 0-2 con cuarenta minutos por jugar, demasiado tiempo para un equipo como el nuestro que de visitante históricamente es incapaz de redondear los partidos y traerse los tres puntos.
Daba la impresión de que por fin el equipo Nacional en San Pedro Sula imponía su diferencia de categoría con el rival pero… sólo fueron 77 minutos, les faltaron trece. Y precisamente esos últimos trece minutos son los que caracterizan a equipos grandes y técnicos grandes cuando tienen la ventaja, México y Chepo no lo fueron en este partido. Se veía venir, era todavía mucho tiempo y el Tri se quedaba en sólo esbozos de marcar el definitivo, entonces un cambio de Suárez, minuto quince del segundo tiempo, sacó un lateral, Izaguirre y metió un delantero, Palacios. ¡Qué genialidad!, escribieron o comentaron algunos, ¡por Dios! Ese cambio lo hace por instrumentos cualquier técnico del mundo perdiendo en casa por dos. Pero resulta que el ingreso de Palacios provoca el derrumbe estrepitoso del entramado del Chepo, simplemente el equipo se le vino abajo ante la mirada impotente de Chicharito y el resto de los mexicanos.
Chícharo salió fundido y golpeado después de matarse en la cancha y demostrarle (servidor incluido) a los que creían que no estaba para este tipo de partidos que Javier es un delantero de clase mundial, cambiando de palo a palo un fantástico cabezazo y anticipando sabiendo que se iba a llevar caña brava para marcar el segundo. Dos goles, misión cumplida compañeros, ahora a manejar el partido.
Nadie puede acusar al Chepo de medroso, sustituyó a dos delanteros por otros dos delanteros, Omar Bravo por Javier Hernández y Raúl Jiménez por Giovani Dos Santos, el cambio que supuestamente significaría el manejo de partido fue la clave, retiró a un estéril Javier Aquino e ingresó a Héctor Herrera, el chavo del Pachuca nunca se metió en el partido y ya no se pudo contener la reacción local. Aun así Jiménez encabezó un contragolpe que le daría los tres puntos a México pero su falta de criterio a la hora de pasar la bola con ventaja al compañero echó a perder la única que tuvieron los verdes en los minutos de aflicción.
Andrés Guardado, otro de los que este servidor pedía no iniciara el juego, fue junto con Hernández los mejores del combinado nacional. Corrió como siempre, centró como nunca, qué balones puso Andrés en el área catracha, dos de ellos para Chicharito, uno lo golpeó con el hombro y el otro fue un alarde de técnica para el primer gol. Jugó bien el volante del Valencia, en los trece minutos de congoja ya no tuvo a quién centrarle el balón y disminuyó gradualmente su rendimiento.
Mostró México lo que puede desarrollar, el martes en el Azteca sufriendo pero debe ganar. Después, jornada cuatro en Panamá el próximo siete de junio ya estará en el campo el delantero más completo que tiene este país, Oribe Peralta. Se adivina un mejor futuro para nuestra Selección.
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