Reconozco que en este tema no puedo ser objetivo, quiero y exijo ver siempre de inicio a Carlos Darwin Quintero, quiero y exijo que juegue los noventa minutos. Ese gnomo llegado de Colombia es un divertimiento irresistible, ande bien o ande mal siempre es un placer verlo serpentear entre las líneas enemigas. ¿Que está loco?, sin duda que lo está y siempre regreso a las palabras que me dijo cuando lo entrevisté en la cancha del viejo Corona después de que él encabezó la inolvidable remontada sobre el Impact de Montreal, le pregunté: "Darwin después de una semana de entrenamientos, tácticas, videos, interescuadras, pláticas motivacionales, etcétera, da la impresión que al final de cuentas y en la cancha terminas por hacer lo que te pega la gana, ¿es así?". Me respondió sin vacilar: "Sí, así es, yo al final de cuentas en la cancha hago lo que me nace".
¿De que es rebelde?, sí, también lo es, la forma en que él concibe el juego es precisamente la raíz del futbol, un juego y él como niño travieso lo juega de manera divertida, desechando planos, mapas y gráficas, ama jugar y su juguete favorito es la pelota si se la quitas se molesta e incluso hace berrinches de crío malcriado, que le quiten su juguete favorito los rivales, está bien, ya vendrá su turno de enloquecerlos con sus dementes maniobras, pero que su entrenador le prive de su mayor placer al sacarlo del juego, eso sí le molesta y no se detiene en demostrarlo camino a la banca. Pero como buen niño después del regaño está de regreso a brindarle a su equipo y a los seguidores santistas su inspiración e inventiva.
Darwin demuestra que sus enojos son pasajeros, entregándose generosamente en la siguiente oportunidad, la semana pasada anotó tres goles en cuatro días y participó en 162 de los 180 minutos de la Copa y La Liga, Santos Laguna ganó los dos juegos y Darwin fue fundamental en ambos encuentros. Después de la victoria sobre la Monarquía, me dirigí al nivel Club del TSM Corona a convivir un rato con mis compañeros de chamba, sólo un rato, ya que hablamos de las doce de la noche si bien te va para llegar a refrescarse un poco en una noche que nos recordó en qué región vivimos, llegué entonces y no me sorprendió ver a Pedro Caixinha y su cuerpo técnico tomándose fotos y platicando con los aficionados ahí reunidos, no me sorprendió, digo, porque no es la primera vez que lo hacen. Pacientemente aguardé mi turno para platicar rápidamente con Helder Baptista auxiliar de Pedro, le dije: "Los felicito por alinear de inicio a Darwin, pensé que al jugar los noventa en Copa jugaría un ratito". Baptista me respondió: "Es un buen muchacho pero tiene que correr como todos, aquí todos tienen que sacrificarse". En ese momento me acerqué también a Pedro y le dije que no estaba de acuerdo en aquello de sacrificarse y correr, dos cualidades admirables para otros, no para el zigzagueante cafetalero. "Compréndanlo, protéjanlo, déjenlo inventar", les decía con tono melodramático que les provocaba sonreír, imposible seguir platicando, los aficionados no desaprovecharon la oportunidad y seguían tomándose fotos con los lusitanos. En fin, mi mensaje fue dado, obvio, ellos decidirán, pero todo parece indicar que ellos también han sido víctimas del embrujo de ese loco bajito que se incorpora a la vida con los ojos abiertos de par en par (parafraseando al maestro Serrat). Una pena que no se llenara el Corona contra Monarcas, muchos dejaron ir la oportunidad de ver en vivo a Oribe y Darwin juntos, quizás sólo Emmanuel y Mijares igualen el nivel de entretenimiento en el TSM de esta pareja.
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