La Reforma Energética avanza sin el aval del PRD. No obstante, la resistencia parece aminorada dentro de las cámaras tras el consuelo de que una consulta popular logre revertir los acuerdos aprobados en el Congreso. Llama la atención que las izquierdas sostengan su esperanza en un mecanismo del que se han ocupado muy poco. La consulta popular es un elemento contenido en la Reforma Política desde 2012, pero quedó sin regularse.
Dar carácter vinculante a la consulta popular fue una de las pocas reformas que se realizaron la semana pasada en materia de participación ciudadana. Los legisladores establecieron que con la participación de 40 % de la lista nominal los resultados de la consulta serán vinculatorios: la población podría decidir el devenir de un cambio legislativo o de una política pública.
Las omisiones legislativas que hemos señalado hasta el cansancio dejan sueltos todos los hilos que entretejerían la consulta popular. Además, no podemos olvidarnos de las restricciones temáticas que definieron el año pasado para impedir cierto tipo de consultas populares. Según el artículo 35 de la Constitución, no podrán ser objeto de consulta popular: la restricción de los derechos humanos, la materia electoral, los ingresos y gastos del Estado, la seguridad nacional, así como la organización, funcionamiento y disciplina de la Fuerza Armada. Otro tema que queda pendiente es la información que requieren los ciudadanos para decidir algo en una consulta popular.
La consulta popular para revertir la Reforma Energética es hoy un espejismo en el desierto de la avaricia política. El PRD corre con prisa para lanzar una Ley de Consulta Popular que le permita dar marcha a atrás a lo que considera la privatización del sector energético.
Por ahora, la omisión resultará favorable para PRI y PAN, que sabrán cómo postergar aún más la regulación pendiente. En el futuro, negligencias como ésta se revertirán en su contra. El problema de regular con una visión ególatra y cortoplacista es que se piensa en términos de intereses temporales y sectarios, que en el mediano y largo plazo no coinciden con lo que se espera.
(Analista política y activista ciudadana)