Organizar una boda requiere tiempo, dinero, atención al detalle y esfuerzo. Hay que escoger el lugar y el menú, hacer la lista de invitados y luego pensar en cómo sentarlos. Hay que oír pruebas de música, comprar alcohol en abundancia, seleccionar la ropa de los cónyuges. En fin, planear una boda es un trabajo de tiempo completo que vale la pena sólo para que una pareja pueda declarar públicamente su compromiso amoroso en una fiesta y para que el Estado le brinde protección legal. Sí, organizar una boda requiere demasiado trabajo, pero hacer que se legisle a favor de cambiar el significado tradicional del matrimonio, mucho más.
Mucho ha cambiado en torno al tema del matrimonio entre parejas del mismo sexo en casi todas las democracias occidentales. En una década los activistas lésbico-gays-bisexuales-trans (LGBT) han diversificado en todo el mundo sus rutas de acción para impulsar el también llamado matrimonio igualitario y/o matrimonio gay.
Los activistas LGBT han cabildeado en congresos locales y federales para introducir iniciativas de ley que liberalicen el matrimonio y lo han hecho con partidos de las izquierdas que han apoyado este tema, pero también con partidos de derechas. Ahí está por ejemplo el caso argentino, donde los activistas lograron el respaldo de Mauricio Macri, el principal opositor de la presidenta Fernández en 2010 o el caso del estado de Nueva York, donde en el congreso local los activistas consiguieron el respaldo de un sector del conservador Partido Republicano en 2011.
En México el matrimonio igualitario se logró en Ciudad de México hace 3 años gracias a la Ley Razú, apoyada por el Ejecutivo local y por los partidos de izquierda en la Asamblea Legislativa del DF, pero antes de eso en Coahuila un PRI socialdemócrata apoyó las uniones civiles en 2007 y antes de eso de nuevo las izquierdas capitalinas apoyaron las sociedades de convivencia en 2006.
En diversos estados de nuestro vecino del Norte, el matrimonio igualitario ha sido apoyado o rechazado en las urnas, ahí donde el referéndum o la consulta pública permiten que se obligue a las legislaturas a que aprueben leyes o a los registros que permitan las bodas entre parejas del mismo sexo, pero también esta herramienta democrática ha funcionado en perjuicio del matrimonio gay y en ocasiones ha ordenado enmiendas constitucionales que declaren ilegales los matrimonios gays, como ocurrió en California con la llamada propuesta 8 en 2008.
Hoy se activa en Estados Unidos la ruta judicial al más alto nivel. Este martes la Suprema Corte de Justicia entra al tema del matrimonio entre parejas del mismo sexo bajo un ambiente en el que las principales encuestadores revelan que la opinión pública favorece los matrimonios gays en ese país, así como con el histórico apoyo al tema de un presidente en turno- pues Obama dio una entrevista en la que ahora defiende el matrimonio gay- y también con declaraciones de políticos que seguramente competirán en 2016 como Hillary Clinton, quien también grabó un video de apoyo.
La decisión que tome la Suprema Corte de Justicia estadounidense es de vital importancia pues si bien es cierto que hoy un 53% de la población estadounidense en general apoya los matrimonios entre parejas del mismo sexo, lo cierto es que ese apoyo a nivel local se cae estrepitosamente en algunos estados conservadores donde existen enmiendas constitucionales que prohíben el matrimonio entre parejas del mismo sexo, así como alguna vez se prohibieron los matrimonios interraciales hasta que en 1967 la decisión de la Suprema Corte en el caso Loving v Virginia invalidó esas leyes que persistían en una quincena de estados.
Hoy hay más de 30 estados que contienen alguna prohibición local para otorgar licencias de matrimonio a parejas del mismo sexo en EU y entre las decisiones que podría tomar el Tribunal Supremo estadounidense este martes se encuentra la posibilidad de que éste ordene a los 50 estados a otorgar licencias de matrimonio a las parejas del mismo sexo.
El miércoles la Corte revisará una ley de la era Clinton que exime a los estados y al gobierno federal de reconocer los matrimonios entre parejas del mismo sexo. Debido a que en los últimos 12 años unos 10 ordenamientos reconocen el matrimonio gay en EU, el Tribunal decide sobre esta ley también.
En resumen, se esperan victorias judiciales importantes esta semana en EU en torno al matrimonio gay, pero no se quedará ahí el tema.
El cambio en la opinión pública ha ocurrido dramáticamente en democracias latinoamericanas y europeas. En México se espera que el tema tenga un efecto bola de nieve ya sin un presidente enemigo de la diversidad sexual como Felipe Calderón y con la decisión de la Suprema Corte de 2010 y lo que ha pasado recientemente en estados como Oaxaca. Sin embargo, uno de los retos para los activistas LGBT se encuentra en el nuevo Papa Bergoglio, quien seguramente usará su influencia para ir en contra del matrimonio gay en África y Latinoamérica.
No serán años fáciles con una iglesia católica activista en contra de este tema, pero en unos años quienes desde la política formal hoy se oponen aún al tema verán hacia el pasado y se apenarán por no haber estado del lado correcto de la Historia. En las cortes y en los congresos de las democracias occidentales ha llegado la hora del matrimonio gay.
Politólogo e Internacionalista
Twitter @genarolozano