Se celebró esta semana en Saltillo, el Foro Internacional Sobre Desapariciones Forzadas y a ese Foro acudieron autoridades de los tres niveles de gobierno, convocados por el del Estado de Coahuila.
Ahí el Subprocurador de Derechos Humanos, de la PGR, Ricardo García Cervantes, egresado de nuestra Universidad Pública, criticó, con razón, a las autoridades que tratan de evadir su responsabilidad; y reconoció que en el caso del gobierno de Rubén Moreira, "están intentando sinceramente generar espacios de buenas prácticas en el sistema judicial", (La Jornada).
Pero, aunque el grito desesperado de los familiares de los desaparecidos es determinante, cuando afirman: "Vivos se los llevaron, vivos queremos que nos los regresen"; es cierto que tal posibilidad es difícil entre más tiempo pase.
Muchos de ellos, aunque nos duela aceptarlo, deben estar muertos.
Solamente quien ha perdido a un ser querido, sabe del dolor que eso entraña y de la angustia que se vive en el día a día.
Conozco a la madre de un amigo desaparecido, que durante años, habló de él en presente, porque no se resignaba a que estuviera muerto, hasta que al fin después de casi cinco años, comenzó a aceptar la terrible realidad.
También una amiga mía, Ana, quien tenía un sobrino que desapareció, tuvo que desarrollar su propia investigación para saber quién y porqué le habían dado muerte a su familiar, porque las autoridades no habían hecho nada.
Otro caso que conocí es el del esposo de una persona que desapareció en un trayecto de viaje y aunque el procurador de Durango, prometía que estaban haciendo todo lo posible por encontrarlo, el ausente no apareció, hasta que un familiar lo encontró en la morgue. Si se tardan un día más lo mandan a la fosa común y fin de la historia; pero ella lo encontró y pudo enterrarlo para cerrar el círculo emocional.
Por eso es comprensible que los familiares de desaparecidos acudan a foros como el de Saltillo en busca de respuestas, pues saben que no sólo la delincuencia ha desaparecido personas, sino también algunas autoridades, como lo denunció la activista.
La ausencia lastima, por la incertidumbre que provoca. Eso es lo que las autoridades deben entender. La desesperación por encontrar a sus familiares ausentes, se centra en la impotencia que genera un alto grado de incertidumbre.
Cuando una persona cercana muere, uno quiere enterrarlo y despedirse de él dignamente. Parece simple, pero en los casos de desaparecidos eso no es posible.
Vivimos con la angustia de si aparecerá o no: y esa incertidumbre nos corroe el alma.
Y esto es así, porque ni siquiera tienen un lugar a dónde acudir para llorar su ausencia.
Entre la ineficiencia y la complicidad, muchas personas se decepcionan y por ello, personas como Elda Narváez, de la Fundación Eureka, afirman que: "Muchos de los desaparecidos, son obra de la Policía Federal y el Ejército Mexicano", y ello es así, porque la ciudadanía no encuentra en quién confiar.
Pero la pregunta sigue siendo: ¿Cómo calmar la incertidumbre?
Cuando uno pierde un familiar, se enfrenta a un profundo dolor, que revive con cualquier detalle, porque el dolor es así, tiene la capacidad de atraparnos en cualquier momento y cuando menos lo esperamos.
Pero si hemos depositado sus cenizas o enterrado sus cuerpos, sabemos dónde podemos llorarlos e ir a desahogarnos.
Pero cuando no tenemos ni eso, cuando un día tras otro vivimos con la angustia de no saber de ellos o con la incertidumbre de cuándo aparecerán y en qué condiciones, el dolor nos consume y el alma se entristece irremediablemente.
Eso es a veces lo que la autoridad no entiende, el estado de angustia y alteración que lleva a los familiares de las víctimas, a protestar ante las autoridades. Algunos los entienden y se presentan para escuchar, pero otros simplemente los ignoran y no les dan siquiera la oportunidad de desahogarse verbalmente.
Se tiene que hacer algo para devolverle a este país la tranquilidad perdida, porque mientras eso no suceda los estados de angustia e infelicidad permanecerán en altos niveles entre la población.
Por lo demás: "Hasta que nos volvamos a encontrar, que Dios te guarde en la palma de Su mano".