A veces dejamos de hacer lo bueno, por pretender hacer lo perfecto.
Y en materia de leyes esto es muy frecuente. Hay que lograr avances, aunque al año ya estemos revisando la ley o ajustándola y corrigiendo las cosas que no funcionaron.
Sostengo lo anterior, porque me di a la tarea de revisar la ley General de Víctimas, que acaba de publicar el presidente Peña Nieto y concluyo que es una buena ley.
Sin embargo, mal había salido cuando ya la estaban criticando. Y esos mismos críticos se le fueron al cuello a Calderón, porque no la publicaba.
No conozco a Javier Sicilia, pero entiendo su lucha y comparto su dolor, porque de una forma u otra muchos somos los que hemos perdido grandes afectos en esta lucha absurda y esta barbarie sin control.
Sicilia es uno de esos hombres que reconocen esfuerzos del gobierno y la necesidad de perfeccionar leyes, pero sobre la marcha.
Esta ley tiene por objeto, como en su texto se establece: "Reconocer y garantizar los derechos de las víctimas… Establecer y coordinar las acciones y medidas necesarias para promover, respetar, proteger, garantizar y permitir el ejercicio efectivo de los derechos de las víctimas… Garantizar el acceso de las víctimas a la justicia en estricto cumplimiento del debido proceso… Establecer deberes y obligaciones específicos a cargo de las autoridades… Y establecer las sanciones respecto al incumplimiento por acción o por omisión de cualquiera de sus disposiciones".
Es pues una ley amplia que pretende proteger a las víctimas del delito, que hasta antes de su entrada en vigor, a nadie le importaban.
Muchos delitos se anotaban en la lista de la "delincuencia organizada" y nadie se volvía a ocupar de ellos.
Los familiares de las víctimas, deambulan por las oficinas públicas y no hay quién les tienda una mano. A lo más, pueden aspirar a unas desalentadoras palabras de compasión: "No señora. Eso está muy difícil".
Una investigación suelta por aquí, otra prueba sin destino por allá y al rato todo se olvida. Nadie responde de nada, menos del perjuicio causado a las víctimas.
¿Indemnizar a las víctimas por errores de las policías o el ejército cometidos en esa lucha? ¿Qué es eso? ¡El estado nunca se equivoca!
Ni siquiera tenemos la capacidad para responder rápidamente, en los casos de desaparición de personas, para que los deudos puedan cobrar los seguros de vida lo más rápido posible. Pierden a su familiar y se quedan sin dinero.
Todas las leyes son perfectibles, pero ello es posible después de haber probado su efectividad o deficiencia en la práctica.
No puedo cerrar estas líneas son hacer un breve recordatorio de mi amigo Jacinto Faya, recién fallecido.
Muchas cosas se podrán decir de él, pues fue un excelente jurista, un estudioso del derecho y en general de todo lo que fuera cultura; buen funcionario público, pero sobre todo, a mí me parece que se debe destacar que era un muy buen amigo.
Fue maestro dentro del aula y ante se ausencia recordaba que a mí me dio clases de civismo, allá por los años sesenta, en secundaria.
Hombre vehemente y apasionado. Vivía intensamente la vida. Era muy efusivo en sus comentarios y recomendaciones literarias. Recuerdo que él me regaló el primer texto de Michel de Mantaigne que llegó a mis manos. Decía que, para como yo solía abordar los temas, tenía obligadamente que conocer los de Montaigne. Y tenía toda la razón, ese texto sigue enriqueciendo mis horas de lectura y los temas que más me interesan.
Fue un hombre tan vehemente que, por ello, en algunos casos, muy contados por cierto, no fue entendido por algunos, que llagaron a considerarlo enemigo. Pero fueron, como digo, muy contados esos casos, pues en general fue un hombre apreciado.
Sus hijos deben sentirse orgullosos de la herencia de su padre y sé que todos la honrarán con su conducta.
Descansa ya de todas tus fatigas, querido amigo. Y sigue viviendo por siempre en nuestra memoria.
Por lo demás: "Hasta que nos volvamos a encontrar que Dios te guarde en la palma de Su mano".
