Responsable. Raquel tiene seis hijos y es muy sonriente, pero también una madre muy estricta y los ha educado para que puedan valerse por sí mismos.
Hace cuatro meses Raquel no se imaginaba que su puntería era casi perfecta. Un día decidió competir en las prácticas de tiro de la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal (SSPDF) y su sorpresa fue que venció a todos sus compañeros. Luego lo hizo a nivel nacional y también ganó.
Ella es granadera del grupo Atenea de la policía capitalina y es el primer lugar en su ramo. La madre de seis hijos ingresó hace 17 años a la corporación; tenía un gran deseo por pertenecer a ella, por lo que al cumplir la mayoría de edad no dudó en inscribirse.
"Hace tres meses hubo una selección para el certamen, competimos a nivel policial del DF y fui de las 10 seleccionadas. Se siente padre, porque rivalicé con hombres, no hubo una categoría femenil, y aun así quedé entre las mejores", presume.
Raquel Almazán, de 37 años, también se desempeña como granadera, un trabajo que implica mucho esfuerzo físico y, sobre todo, carácter. Sabe lo complicado que es esa labor y el riesgo que implica.
"La gente a veces se molesta con nosotros y nos dicen de cosas. Nuestro trabajo es resguardar y brindar seguridad, cuando les decimos que no pueden pasar a algún lado sí nos vemos muy mala onda, pero aun así lo tenemos que hacer", contó.
Ha estado en distintos enfrentamientos y marchas en el Distrito Federal, la más reciente fue la del 2 de octubre, en donde un grupo de anarquistas lanzó bombas molotov e incluso incendió a los policías: "Puedo decir que ese día me fue bien, porque estoy de pie. Hay gente que no está de pie y se encuentra incapacitada o en otro lado. Gracias a Dios aquí estoy".
A pesar del tiempo y esfuerzo que hace para proteger a la ciudadanía, Raquel tiene que darse el tiempo para cuidar a sus seis hijos. "Soy mamá de varios jóvenes: uno tiene 19 años, otro 18, 15, 12, 10 y la más chica, nueve".
Se ve orgullosa, estricta y muy segura de sí misma. Por la rudeza de su trabajo sabe que ha tenido que ser fuerte con sus hijos y educarlos de tal forma para que se valgan por sí mismos. "No tengo el tiempo para consentirlos".
"No los dejo ser niños, ellos deben ser personas responsables. En la casa todos ayudamos y hasta la más pequeña sabe cocinar, saben a lo que me dedico", contó.
Sus pequeños ven las noticias todos los días, ven la magnitud de los enfrentamientos y le preguntan si ella estuvo ahí. Se sorprenden, a veces temen, pero conocen la labor de su madre.
Mientras habla, carga una metralleta, porta chaleco antibalas, botas y el uniforme tipo comando, propio de la corporación. Es de mediana estatura y muy sonriente.
Ella no es la única mujer policía en su familia, dos de sus hermanas trabajan ahí. Su marido, quien es civil, se siente orgulloso ella. "Todos los días me dice que qué bueno que ya llegué, ve mi trabajo y dice que es una gran labor".
La tarea policiaca ha sido un trabajo que le ha permitido crecer en muchos aspectos; sin embargo, eso no ha sido fácil.
Explica que a pesar del tiempo a las mujeres se les sigue discriminando, pues hay cosas que se siguen considerando exclusivas de los hombres.
El certamen de tiro no fue la excepción. A pesar de que ella ganó el primer lugar no recibió un estímulo económico, a diferencia de sus compañeros hombres: "Eran las reglas de la competencia. Sólo me dieron las medallas. El hecho de que yo haya ganado quiere decir que soy buena, sería bueno que también nos reconocieran".