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La Ministra negra

GENARO LOZANO

Ser el primero siempre tiene sus costos, riesgos y expectativas. Lo sabe bien la mexicana Josefina Vázquez Mota, la primera mujer en ganar la candidatura presidencial del PAN, quien tuvo que luchar contra el machismo de su partido y de los electores mexicanos durante la elección presidencial de 2012. Lo sabe bien Betrand Delanoe, el alcalde parisino que en 1999 se convirtió en el primer político francés en salir del clóset en una entrevista y que hoy enfrenta a cientos de miles de personas que protestan en las calles parisinas por la reciente aprobación del matrimonio gay, con consignas homofóbicas. Los sabe bien el estadounidense Barack Obama, quien en 2008 enfrentó comentarios racistas en su campaña presidencial por la Casa Blanca y que hoy ha defraudado a quienes dicen que "no es lo suficientemente negro". Lo sabe y experimenta ahora la italocongolesa Cécile Kyenge, la primera mujer negra y la primer nacida en África, en ser nombrada la titular de un Ministerio en el gobierno italiano.

Kyenge llegó a la capital italiana en los años 80 de su natal República Democrática del Congo (RDC) a estudiar medicina. La hoy Ministra del Integración se forjó un destino de éxito profesional desde su llegada a Roma. Hija de un funcionario gubernamental en la RDC, tiene 37 hermanos. Pudo viajar a Italia a los 18 años a estudiar medicina, gracias al apoyo de un obispo que la ayudó a conseguir una beca de estudios. Al menos eso relatan los principales medios italianos que en torno a ella han creado una narrativa de cómo Italia puede también emular el sueño americano para sus migrantes y permitirles llegar a este país, ofrecerles una oportunidad de estudios universitarios, integrarlos a la cultura italiana y a su vida política.

Italia es un país que en el mundo se ha hecho un nombre por su pasión por el futbol, la fortaleza de su cultura, su poderosísima industria de la moda y la riqueza de su gastronomía. También, y especialmente en el marco europeo, Italia es sinónimo de escándalos de corrupción de su clase política, de un manejo "irresponsable" de la economía, de grupos de neonazis que golpean a inmigrantes, de una mafia que trafica drogas, personas e influencias, de jóvenes italianos sin empleo, de apatía y baja participación en la política - apenas ayer se realizaron elecciones a la Alcaldía de Roma y la afluencia a las urnas fue de las más bajas en la historia de esta ciudad.

Por todo lo anterior, el nombramiento de Kyenge ha causado revuelo mediático y ha sacudido incluso al sector más conservador de la política italiana, sacándolo del clóset de su xenofobia, racismo y hasta de su machismo. De tal forma, Mario Borghezio, un eurodiputado del Partido de la Liga del Norte, tuvo que renunciar a su cargo dentro de una comisión del Parlamento Europeo por haber dicho que "Kyengue quería imponer los usos y costumbres de su tribu en Italia" y que le parecía una mejor "ama de casa que una Ministra de la Integración". De igual forma, Matteo Salvini, otro político de la otrora separatista Liga del Norte, criticó al Partido Democrático, en el que milita la Ministra Kyengue, por ser un "símbolo de la hipocresía de la corrección política que solamente busca abolir el crimen de la inmigración ilegal y que no piensa en las obligaciones de los inmigrantes".

La llegada de Kyenge al gobierno italiano ha desatado un debate en torno a las leyes migratorias italianas, ya que de acuerdo con éstas la ciudadanía se otorga con base a la sangre y no en el lugar de nacimiento. En otras palabras, un descendiente de italianos que vive en cualquier parte del mundo y que no ha pisado nunca suelo italiano podría tener más derechos a la ciudadanía que una niña nacida en Florencia, hija de inmigrantes filipinos. El nacimiento en Italia no otorga la ciudadanía de inmediato y eso es algo que la Ministra Kyenge quiere cambiar y que enfrenta el rechazo de quienes ven en la diversidad y en la inmigración una amenaza a la Europa "blanca y cristiana" que algunos de los "padres fundadores" de la integración europea, como el francés Jean Monnet, veían como los pilares de la "idea de Europa".

La más reciente ola de debates migratorios que se está dando lo mismo en Estados Unidos, que ve cómo otorgarle la ciudadanía a millones de inmigrantes principalmente mexicanos, que en Suecia, donde se reportaron apenas disturbios en los suburbios de Estocolmo por la falta de oportunidades para los inmigrantes, se empieza a dar con fuerza también en Italia, un país con el 8% de inmigrantes, principalmente del Medio Oriente y del Norte de África. En todos lados, los debates de leyes migratorias conllevan una perversa mezcla entre el estado de la economía, los derechos políticos de los inmigrantes y una buena dosis del lenguaje xenofóbico, alarmista y de rechazo a la otredad que enfrenta la primera Ministra negra del gabinete italiano.

Irónicamente la tierra del genovés Cristóbal Colón, el descubridor de América para Occidente, hoy se debate entre hasta dónde es generosa con el capital humano que representan los inmigrantes y Cécile Kyenge es hoy la cara del debate migratorio en Italia.

Politólogo e Internacionalista

Twitter @genarolozano

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