La energética y la fiscal son quizá las reformas más importantes. Pero la de telecomunicaciones no se queda muy atrás. Si los ferrocarriles fueron la infraestructura fundamental del siglo XIX y las carreteras del XX, las telecomunicaciones lo son del XXI. Los intereses en contra de esta reforma, sin embargo, son enormes.
El colimense José Ignacio Peralta, un economista del ITAM con maestría de la Universidad de Essex del Reino Unido, es el joven (42 años) funcionario encargado de preparar la reforma. Peralta ha sido investigador y catedrático, funcionario del Banco de México, secretario de fomento económico del gobierno de Colima y presidente municipal de la ciudad de Colima. El. Foro Económico Mundial lo nombró Young Global Leader. Postulado como candidato al Senado por el PRI en 2012, fue bajado de la fórmula por cuota de género para hacer espacio a una mujer. Al ser nombrado subsecretario de comunicaciones de la SCT, quedó a cargo de la reforma de telecomunicaciones.
Peralta ha trabajado en sigilo. Es lógico. Los gigantes que dominan el campo buscarán influir en la reforma (yo colaboro con dos concesionarios: Grupo Radio Centro y TV Azteca). También lo harán otros grupos que tienen intereses políticos en el tema. Si bien la reforma deberá ser aprobada por el Congreso, y es parte del Pacto por México, es sensato no revelar detalles hasta el último momento.
De poco o nada servirá la reforma si no logra abrir los mercados de telecomunicaciones. En estos momentos la telefonía fija y móvil, la televisión abierta y de paga y el internet se encuentran dominados por empresas hegemónicas con participaciones de 70 por ciento. Esto reduce la competencia y la calidad del servicio al tiempo que aumenta los precios.
Algunos de los caminos para abrir los mercados ya están marcados. El gobierno federal empezó desde la presidencia de Felipe Calderón un proceso para adelantar la transición a la televisión digital, la cual permite multiplicar el número de canales y aumentar su calidad. Ha anunciado también que licitará dos nuevas cadenas nacionales de televisión abierta. Una cosa es licitar cadenas, sin embargo, y otra que puedan ser competitivas con las que ya existen.
La experiencia en otros países señala que el futuro no es la televisión abierta sino la de paga, que de hecho está teniendo un auge en nuestro país. En este campo eliminar la restricción a Telmex para que ofrezca servicios de televisión es imprescindible. De la misma manera es necesario establecer reglas de neutralidad en los cobros de interconexión de telefonía, ya que los actuales cobros discrecionales han permitido a Telmex y Telcel establecer barreras de entrada. Para propósitos de competitividad del país quizá las reformas más importantes sean las que permitan una mayor participación de oferentes de servicios en internet, tanto fijo como móvil.
La reforma tendrá que aclarar el confuso sistema institucional heredado por una legislación de parches y una serie de decisiones de la Suprema Corte. Debe definir en particular las funciones de la Cofetel y la Secretaría de Comunicaciones. La reforma debe entender, por otra parte, que la convergencia digital va a borrar las fronteras entre los medios, cosa que los políticos no pueden ni deben impedir. Deberá también dar certidumbre al uso de concesiones. Sólo los poderosos invertirán si se mantiene la posibilidad de que un Hugo Chávez cancele o no renueve concesiones de manera discrecional.
La agenda es enorme y el tiempo corto. Cualquier propuesta del gobierno será objeto de críticas y presiones. Pero la reforma debe ser medida por su capacidad para generar competencia.
EL IVA Y EL PRI
El PRI parece estar avanzando en el esfuerzo por eliminar el rechazo en su programa de acción a la homologación del IVA a alimentos y medicinas. La medida es indispensable para impulsar una reforma fiscal que realmente valga la pena.
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