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La pelea

GILBERTO SERNA RAMÍREZ

Una grandota Diana Marroquín de tez blanca, de pelos de elote, otro diría de botica, pero eso sí de pocas pulgas, hermana del que sería víctima de un atentado, la otra bajita de estatura Isabel Godínez, que con voz poco audible, irrumpió en donde en conferencia de prensa se hablaba de la detención de su hermano Guillermo Godínez Granillo a quien se responsabiliza del atentado a balazos que sufriera Marroquín, pues se supo que su celular fue usado para hacer llamadas amenazantes. La tal Diana invitó varias veces a Isabel a que abandonara el lugar y perdiendo la compostura, al no hacer caso la empujó con los brazos haciéndola caer al piso mientras se envalentonaba tratando de sacarla a empellones, lo que logró luego con la intervención de un ujier que la sujetó y la llevó fuera de la estancia no sin que antes la hubiera vuelto a tumbar.

Lo que un cronista deportivo se hubiera solazado narrando el evento como si se tratara de una lucha a tres caídas sin límite de tiempo entre dos mujeres. En el video no se alcanza a ver dónde cae Isabel Godínez y si alguien la ayuda a levantarse. A cualquier mediano observador le hubiera parecido una lucha dispareja. Diana se nota a leguas que es de otro peso, tan es así que dos veces Isabel cayó a la lona, en tanto la grandota la llenaba de improperios. Si fueran de la misma época a Diana la hubiera contratado aquel promotor Giraldo Hierro aquí en Torreón pues demostró hechuras, rapidez en sus movimientos y fuerza suficiente. En la Grecia antigua era conocida su afición por dos deportes de combate: el pugilato basado en técnicas de golpe y la lucha en llaves, inmovilizaciones y presas.

En los juegos olímpicos del año 648 a.C., aproximadamente, debutó una nueva modalidad que combinaba ambas disciplinas en una lucha total en la que se incluían todas las técnicas que empleasen los contendientes, esto es, que antes habían estado prohibidas en casi todas las artes marciales; sólo sobrevivieron dos exclusiones consistentes en que los contendientes no deberían morder al contrario ni introducir sus dedos en ojos, nariz, boca del contrario o allá donde les platiqué. Fuera de eso, se valía de todo, incluso estrangulación directa, patadas y pisotones en los genitales, además de golpes en la nuca. Los deportistas griegos contaban con dietas, masajistas y médicos deportivos que no veían en el pancracio grandes beneficios para la salud como otros deportes, caso de las carreras y el lanzamiento de la jabalina.

Volviendo al violento encuentro de las perredistas, Diana vs Isabel, con el pleito dejaron en claro su vocación al argüende. Nadie se hubiera opuesto a que arreglaran sus diferencias mediante el diálogo, como corresponde a mujeres de cierta edad, pues en los hechos acaecidos además de poner un mal ejemplo a las jóvenes que se enseñan a que sus diferencias las deben dirimir a golpes, arrastraron por el lodo lo que hay de bueno en la delicadeza femenina. Así, de machetonas demostraron ser hombrunas, aunque en honor a la verdad la única que tuvo ese comportamiento fue Diana, la grandota, la que agredió a empellones a Isabel, la tumbó, la apostrofó y le dijo cuanto dicterio se le ocurrió. Las autoridades deben evitar hechos tan bochornosos.

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