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La proyección astral

GILBERTO SERNA RAMÍREZ

La primera ocasión que escuché hablar de la proyección astral o lo que es lo mismo, de una experiencia fuera-del-cuerpo. Fue en labios de un mecánico que con gran destreza y pericia colocaba un radio a mi auto. Mientras trabajaba con las manos platicaba sabroso sobre sus experiencias en el arte de apretar tornillos colocando una antena que pronto dio paso a una melodía gabacha, se paralizó el taller cuando Louis Armstrong con su forma virtuosa de tocar la trompeta y su encantadora manera de cantar el jazz, atronó en los aires, dejándonos embelesados, pues tenía una voz extraordinariamente peculiar, (si los gansos en vez de sólo graznar, cantaran, lo harían igual). Pasada esa digresión regresemos a lo nuestro. Hechas las pruebas de sonido me entregó las llaves del automóvil, al tiempo que me decía "está listo". Sabe usted, me dijo a manera de despedida, luego de charlar un rato, "yo me curo a mí mismo, puedo salir de mi cuerpo y me veo como si fuera otra persona. La conciencia presumiblemente puede hacer desaparecer las enfermedades físicas". Al decir que se curaba por sí mismo pensé se refería a la resaca, que a leguas se le notaba, cachetes colorados, vientre prominente y labios regordetes. Pero no.

Recordé que de niño, siguió, yo podía a voluntad subir a la azotea y recogiendo las piernas sobre sí mismo flotaba yendo de una cornisa a otra, obvio es que estaba soñando. Pero la sensación de estar volando nada me lo quitó. El patio era real, todo coincidía con lo que durante años había visto estando despierto. No sentía miedo pues después de todo sabía que estaba levitando sobre la azotea de mi propia casa. El mecánico, habló con mucha sencillez y parsimonia, aseverando que el hombre tiene un cuerpo astral, no material, al parejo de un cuerpo físico. Ambos generalmente coexisten en el mismo espacio, sin embargo bajo ciertas circunstancias pueden separarse. A eso se le llamó proyección astral. Es una experiencia, agregó, que no tiene semejanza con nada que le haya ocurrido anteriormente. La conciencia puede penetrar objetos sólidos, hacer desaparecer las enfermedades físicas y estando en un lugar, llegar a otro, con sólo pensarlo.

He oído de muchos casos, me dijo, en los que personas serias narran anécdotas que dan pie a pensar en que la proyección astral no es una aberración psicológica, sino un hecho plenamente comprobable. Al producirse el fenómeno, siguió diciendo el hombre: "un cordón de plata" une el cuerpo astral con el físico, un cordón que cabe suponer es extensible de manera infinita de modo que no limita la proyección a una distancia determinada. Al igual que en un hotel de cinco estrellas, agregó, el visitante astral es a menudo guiado por indescriptibles, pero amables guardianes. Muchas personas creen que la proyección astral durante el sueño es normal, aunque no se les recuerde. En nuestro país, agregó, estos viajes al mundo de los espíritus son practicados por los llamados nahuales en la época prehispánica, afirmándose que fueron a la vanguardia de los Aztecas en su recorrido para llegar al lago donde encima de un nopal un águila y una víbora representaban lo que sería nuestro emblema nacional.

El hombre, mientras hablaba me miraba escrutando en mi rostro el efecto que producían sus palabras. La sencillez de un tema tan soberbio me dejó confuso. Arranqué el motor. ¿Será un farsante? pensé. Jamás había oído anteriormente de la proyección astral y en principio juzgué que era poco serio el hacer caso de lo que ocasionalmente me había dicho un hombre común, cuyos conocimientos eran primarios. Tomé el primer free way al alcance y me introduje en el tránsito que a esa hora no permitía pensar en otra cosa que no fuera en lo que acababa de enterarme, no obstante por un momento divagué ¿y si fuera posible?, me dije, curar mi polineuritis, dejaría de caminar como si patinara en una pista de hielo quebradizo. Mis bronquios dejarían de producir flemas con una tos que en ratos parece arrojará mis pulmones por la boca. Pero tengo mis recelos. Y no es para menos.

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