Los recuerdos fluyen uno tras otro, como si corrieran tras una aventura histórica por tratarse de asuntos que estuvieron ocurriendo en nuestros días y dieron lugar a que se especulara en versiones que pusieron en vilo a la opinión pública. Dice la nota periodística que aparece en El Siglo de Torreón en su edición del martes 12 de noviembre, apenas hace unos días, que fallece Joaquín Hernández Galicia, alias "La Quina", de muerte natural, a los 91 años de edad; en nota de primera plana. Vayamos paso tras paso. La historia está construida en lo que se dijo en aquel entonces por los actores de una trama que pareciera más producto de una invención truculenta de Truman Capote que en este caso amedrentaría por ser hechos reales o quizá sólo producto de la invención de un desvelado escritor del género policiaco. Produciendo escalofríos en ambos casos.
Los hechos tuvieron lugar durante el proceso electoral de 1988 cuando circuló un pasquín en que se injuriaba a uno de los candidatos atribuyéndole hechos que no tenían un sustento real. Hecho cierto o falso cuya autoría se atribuyó a "La Quina", en aquel entonces un poderoso líder petrolero, que se decía tenía tratos con diversa figura que también aspiraba a dirigir al país. En el argot político se dijo que había "picado" chueco y lo primero que hizo el nuevo mandamás fue ordenar su captura escuchándose detonaciones y cayendo, víctima de un balazo, un agente federal, encontrándose un arsenal en la residencia de "La Quina" que fue detenido bajo cargos de homicidio y acopio de armas. Había sido dirigente del sindicato petrolero durante tres décadas en las que, ayudado por Salvador Barragán Camacho, alcanzó un poder absolutista y una inmensa fortuna.
En otro caso pagaría cara la ilegal detención del "Trampas", Héctor García Hernández que había secuestrado en suelo americano para que pagara su "traición" al máximo líder trayéndolo, se dijo, oculto en la cajuela de su auto. Lo plagiaron y sin exhortos judiciales, se supo lo trajeron a Tampico, de lo cual alardeaban los secuaces de "La Quina" comparando el hecho con la incursión que hizo Francisco Villa a Columbus, lo cual distaba un mundo de ser semejante. El gobierno de Estados Unidos apoyó a Venustiano Carranza, lo que enfureció al general Pancho Villa, aunado a que ese país entregó 12 millones de balas al comerciante de armas que para nadie era un secreto vendía el parque a revolucionarios mexicanos, contando con un "changarro" en Columbus, Nuevo México. Con la orden de vender las municiones exclusivamente a Pancho Villa.
Esto puso de malas a Villa, las balas habían sido objeto de una manipulación que las inutilizó, perdiendo varias batallas por esa causa. Al reclamar a Samuel Ravel les dijo que se fueran a la porra que no estaba dispuesto a devolver las fuertes sumas en oro y plata que le habían pagado al tiempo que decía ya no iba a tener tratos con bandoleros mexicanos. Eso provocó que Villa decidiera invadir el territorio estadounidense devastando el poblado de Columbus. Luego los norteamericanos persiguieron a Pancho Villa con el propósito evidente de hacerle pagar caro su osadía, pero la Expedición Punitiva, que era encabezada por el general John J. Pershing, sufrió un rotundo fracaso pues ni el polvo le vieron. No hay parecido alguno entre "El Trampas", que fue atrapado ilegalmente por Salvador Barragán Camacho, sacado de allá y traído a nuestro país, con lo que pasó en Columbus.