Los expertos aconsejan no olvidar la importancia de vacunar anualmente a perros y gatos y, en caso de observar comportamientos inusuales en los animales como aislamiento, pérdida del apetito, mirada fija y dificultad en la marcha, no tratar de tocarlos, sino reportarlos a la autoridad competente, en este caso, sanidad animal. (ARCHIVO)
El experto Guadalupe Castañeda López dijo que debido a que no cuentan con la inmunización que tienen las especies domésticas (perros y gatos), los animales de zonas rurales son los que con más facilidad pueden transmitir la rabia, enfermedad viral hasta ahora mortal.
El coordinador auxiliar de Vigilancia Epidemiológica del IMSS en Jalisco agregó que los murciélagos son los principales transmisores del virus de dicha enfermedad y al atacar a otros animales, como ardillas, tejones y ratas de campo, el riesgo a su diseminación se incrementa hacia otras especies, incluido el humano.
Señaló que las campañas masivas de inmunización a perros y gatos han coadyuvado a la erradicación de la rabia humana en áreas urbanas.
Advirtió que ante la eventual mordedura de un perro callejero, se debe buscar atención médica y tratamiento inmediato “consistente en la aplicación de la vacuna antirrábica de células más inmunoglobulina para contrarrestar un potencial ingreso del virus al organismo”.
Expresó que si bien la efectividad de la vacunación antirrábica a especies domésticas como perros y gatos está por demás comprobada, el beneficio de aplicar el biológico a los humanos de manera preventiva no está descrito en ningún lugar del mundo.
Detalló que por lo general, la aplicación de la vacuna y la inmunogamaglobulina se recomienda cuando una persona es mordida por algún animal sea rural o urbano del que se sospecha pueda ser portador de la rabia.
“La profilaxis en un sujeto expuesto se aplica en diferentes fechas al tomar en cuenta el día de la agresión como el cero y se aplica sucesivamente en intervalos que se multiplican exponencialmente a los siete, 14 y 28 días”, precisó.
Subrayó que en personas que por su actividad se consideran de alto riesgo para contraer el virus y la enfermedad como son veterinarios, cuidadores de ganado o trabajadores de zoológicos, por ejemplo, sí se justifica la aplicación del tratamiento de manera preventiva.
Resaltó que la rabia es una enfermedad mortal, “los síntomas pueden aparecer a los días, semanas, e incluso meses posteriores al ataque, aunque habitualmente son entre cinco y nueve días los que transcurren para que las manifestaciones afloren”.
Explicó que el síntoma cardinal es la fiebre, a la que se suma un choque al estado general y alteraciones en la sensibilidad, hasta finalmente llegar a parálisis y espasmos severos, sin omitir estados de angustia y excitabilidad.
“Cuando el virus ingresa al organismo, generalmente no pasan más de 10 días cuando causa la enfermedad grave y el paciente muere, nadie ha sobrevivido a una infección natural por rabia”, apuntó.
Recomendó que ante la mordedura de algún animal potencialmente rábico, “lo primero es lavar enérgicamente el sitio de la lesión con agua y jabón y, en la medida de lo posible, aplicar algún antiséptico que se tenga a la mano, como alcohol e inclusive cloro”.
Destacó que es importante acudir lo más pronto posible a la unidad médica más cercana para recibir la atención que proceda.
“Si el animal agresor es capturado se mantiene bajo observación para determinar si es o no portador del virus, en caso de no localizar al animal agresor, el paciente debe recibir el tratamiento profiláctico ya descrito”.
Aconsejó no olvidar la importancia de vacunar anualmente a perros y gatos y, en caso de observar comportamientos inusuales en los animales como aislamiento, pérdida del apetito, mirada fija y dificultad en la marcha, no tratar de tocarlos, sino reportarlos a la autoridad competente, en este caso, sanidad animal.