La reforma que no puede esperar
La reforma del sector energético puede ser urgente por dos razones, una de ellas es la creciente demanda de energía y el apetito del Estado para obtener recursos derivados de la explotación petrolera.
Los especialistas dicen que la discusión pasa por el debate en torno a reformar o no la Constitución pero se ha simplificado en que si es o no una privatización.
Benjamín Temkin, coordinador del programa de energía de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), opina que se minimizó la discusión a un simple debate sobre si participan privados o no en actividades de Pemex.
"Lo que sabemos es que empresas como Halliburton y Schulberger trabajan en México y tienen buenas ganancias, si es o no privatizar hay que revisarlo", señala.
Desde su punto de vista la necesidad de una reforma en Pemex tiene que ver con un cambio profundo en el paradigma fiscal porque no es posible que se pretenda obtener de una empresa petrolera todos los recursos que necesita el Estado para operar, independientemente del modelo de empresa nacional, abierta o cerrada.
"Lo que se necesita es una reforma fiscal pero no sólo para Pemex sino para todos, que el Gobierno obtenga recursos como otros países donde no hay petróleo, el caso de los países de la OCDE que recaudan 40% de su PIB en impuestos; México sólo lo hace en 10%", aseguró.
Hay que ver los modelos de apertura, sí, el de Brasil o el de Noruega, pero se debe dejar de lado el debate sobre el petróleo ya no sólo es sobre si participan o no los privados, también deben revisar los efectos políticos, sociales y ambientales de una economía basada en hidrocarburos.
Añadió que el problema mexicano está vinculado con la incapacidad de generar un bien nivel de ingresos fiscales fuera de los obtenidos por el petróleo.
"El Estado tiene que ser más eficiente al recaudar. No sólo cobrarle a los mismos de siempre, no le cobra a los ricos porque no quieren pagar impuestos y a los otros tampoco porque cada vez más trabajan en la informalidad", señaló.
"Hay una caída de las reservas energéticas de México pero en Estados Unidos las reservas en shale gas y shale oil pueden compensar esas carencias", dijo.
La reforma energética debe responder preguntas hacia el futuro del país, dice Liliana Estrada, consultora de Inteligencia Pública, y no sólo en recursos no convencionales sino también en tradicionales.
Desde la perspectiva de los analistas se debe de revisar si hay o no una panacea alcanzable y en todo caso si el shale gas o el oil lo son porque en el caso de México aún hacen falta tecnologías, proveedores, abastecimiento de agua, ductos de almacenamiento, expertos e ingenieros con técnicas y tecnologías especializadas.
"Las tendencias de producción de hidrocarburos de EU no se pueden extrapolar o replicar en México, debemos buscar nuestro modelo", aseguró la economista Rosalba Mercado, de la UNAM.
La necesidad de tener un crecimiento económico exponencial es muy grande y la industria petrolera puede representar esa oportunidad sin embargo se necesita medir si la expansión petrolera se puede hacer de manera poco sustentable.
El director de Planeación e Información Energéticas, de la Secretaría de Energía, Javier Estrada, señala que "para lograr la autosuficiencia energética en México se requiere producir 17 mil millones de pies cúbicos de gas, cuando la producción actual es de apenas 4 mil".
El reto de México es "desarrollar los recursos de gas natural, convencionales y no convencionales, e ir configurando una nueva geografía de la productividad industrial".
Fabio Barbosa, historiador y economista de la UNAM, argumentó en el debate que la capacidad productiva de EU es distinta a la mexicana, "mientras en Estados Unidos realizan una perforación en 12 días, en México tardan 10 meses. Mientras que un pozo estadounidense cuesta 2.8 millones de dólares, un mexicano cuesta 25 mdd".
¿Dónde queda el gas de resquisto con los cambios?
Cuando se habla de la reforma energética en los medios, lo primero que sobresale es la posible privatización y venta de Pemex; sin embargo, no debería ser el tema prioritario ya que no se concibe como el motor de crecimiento del sector energético.
En cambio, existen otros energéticos que tendrían que discutirse en la reforma energética. Tal es el caso del shale gas -gas de esquisto, gas de lutitas o gas pizarra- un gas no convencional que se encuentra en las formaciones rocosas.
En los últimos años, sobre todo en Estados Unidos, el shale gas ha sido la materia prima de la consolidación de su sector energético. Tan sólo de 2005 a 2012, logró disminuir su importación de hidrocarburos líquidos en 40%, y de 2008 a 2012 de gas natural en 60%. En cambio, México, aun siendo el sexto país con material recuperable de shale gas (545 millón de millones de pies cúbicos), importó en 2012 alrededor de 2.1 miles de millones de pies cúbicos diarios, cifra equivalente a 40% de la producción nacional de gas natural.
Es por ello que en la inminente discusión de la reforma energética resulte primordial incluir la adecuación de la legislación que se requiere para la construcción del modelo de explotación de shale gas.
Esto, bajo las mejores condiciones técnicas y financieras posibles, pues en México no es la falta de recursos el problema principal, sino la necesidad de lograr acuerdos políticos necesarios para impulsar cambios que el sector requiere.
En este sentido, dicha reforma debe contener los siguientes lineamientos para aprovechar el potencial de recursos energéticos del país:
En primer lugar, se debe regular el derecho a la propiedad y el uso de suelo en las zonas donde se podrán licitar pozos, ya que la mayoría de los yacimientos de shale gas se encuentran en terrenos bajo el régimen de propiedad ejidal. De seguir con las reglamentaciones del artículo 27 constitucional -que indica corresponde a la Nación el dominio directo- el Estado tendrá que generar los acuerdos políticos, económicos y legales necesarios para neutralizar cualquier oposición, así como compensarlos.
En segundo lugar, debe determinar de dónde y de qué regiones extraerá el agua necesaria para realizar el fracking o la fragmentación hidráulica -proceso por el cual se extrae el shale gas- pues se requieren entre 4 y 8 millones de litros agua por frack.
En tercer lugar, se deben considerar y planear las medidas de mitigación para reducir los impactos al medio ambiente que provoca el fracking, pues se ha comprobado que puede producir contaminación del suelo y de aguas subterráneas, así como pequeños sismos y escape de metano.
Finalmente, se debe considerar la participación de la Iniciativa Privada en la exploración y la explotación del shale gas, puesto que Pemex mantiene una carencia significativa de recursos financieros y técnicas para llevar a cabo estas actividades en el corto y el mediano plazo. Esto no significa "privatizar" el sector energético del país, sino ampliar las opciones de financiamiento sin que ello implique renunciar a la propiedad pública de los recursos naturales y de las fuentes de energía.
Piden aprovechar el gas shale
México debe aprovechar el actual nivel de precios del gas natural y así favorecer a más de 2 millones de usuarios que hay en el país, señaló la Asociación Mexicana de Gas Natural (AMGN).
El ajuste en las reservas de gas natural de la región de Norteamérica, resultado de nuevos descubrimientos en proyectos de shale gas amplía la estabilidad del precio del hidrocarburo, lo cual representa una coyuntura que debe aprovecharse si se toma en cuenta que en EU se tomaron pasos decisivos en busca de su autosuficiencia energética.
Esta autosuficiencia tiene un efecto positivo en México puesto que amplía las expectativas de estabilidad en el precio del gas natural, traduciéndose en una mayor oferta del energético.
"A finales del 2012, el Departamento de Energía del vecino país difundió un reporte en el cual pronostica que para 2020 la producción de gas natural excederá el consumo que registrará la región que impacta a México, Estados Unidos y Canadá, lo que impactará de manera favorable los precios del hidrocarburo para que se mantengan estables y bajos en los próximos 10 años".
El Departamento de Energía prevé que aunque el consumo crezca 21% entre 2011 y 2040 por la demanda del sector eléctrico y el industrial, el precio spot seguirá debajo de los 4 dólares por millón de BTUs, al menos hasta 2018.
Entre los factores que permitirán el incremento en la producción de gas se encuentran la mayor explotación de recursos del shale gas y mejores eficiencias en los procesos de perforación, lo que permitirá trabajar un mayor número de pozos en menos tiempo, con menos torres de explotación y mayores tasas de recuperación inicial.
La expectativa es que después del 2018 los precios del gas aumenten de forma estable en la medida que las actividades de perforación se expandirán para satisfacer la demanda interna.