Es curioso observar el desfase que empieza a presentarse entre la visión que se tiene en México y en el exterior respecto al impacto que tendrá la flamante Reforma Energética. Acostumbrados a tantas décadas de contar con un monopolio de Estado, los mexicanos -ahí sí de todos los colores políticos- pensamos que el mundo estaba esperando ansiosamente esta apertura y, por ende, las empresas petroleras internacionales harán largas filas para apuntarse en los proyectos de explotación y comercialización de nuestros hidrocarburos. La expectativa es que lleguen cuantiosas inversiones y que termine una era de crecimiento mediocre. Eso que teme la izquierda, es precisamente lo que espera que suceda el gobierno y los principales promotores de la reforma. El miedo de unos es el deseo de otros.
Sin embargo, en el exterior la lectura está planteada en términos distintos. La visión no es tan lineal. En primer lugar, el mundo tenía años, décadas de haber descartado a México del mapa energético mundial. Aquí no había nada que hacer, no había perspectivas de negocio. El inversionista extranjero sabía que no era bienvenido, sabía que el tema petrolero forma parte de la compleja mitología mexicana y por ende orientaron baterías e inversiones en otras partes del mundo. Se fueron a invertir y a extraer petróleo a Colombia, a Brasil, a Nigeria y Angola. Un alto funcionario de Exxon me comentó hace unos meses que veía muy difícil que México pudiera lograr una Reforma Energética que les brindara las condiciones tan favorables que otros países les ofrecen. Angola, por ejemplo, les pide que anuncien que Exxon ya llegó a su país, les ayuda y guía para que se instalen y trabajen bajo las mejores condiciones posibles. Este no es el caso de México, donde observan que toda un ala política del país se opone a la presencia extranjera, donde no saben si al momento de abrir una gasolinera o de iniciar trabajos para construir una refinería habrá grupos de manifestantes y activistas que los hostiguen, les impidan operar y construir.
Es cierto que para los grandes consorcios internacionales de la energía la reforma ha sido una sorpresa tan atractiva como inesperada. El periódico "The Washington Post" la ha utilizado como un ejemplo mundial de lo que debe ser una "democracia funcional". El principal diario de la capital estadounidense dice abiertamente que los políticos de Estados Unidos deberían tomar nota de lo ocurrido en su vecino del Sur, pues mientras que ellos apenas logran acuerdos raquíticos para evitar un nuevo cierre del gobierno, en México, el gobierno de Peña Nieto ha hecho una labor de ingeniería política que permitió la aprobación de seis grandes reformas, incluyendo la de mayor complejidad en el rubro energético.
Este tipo de valoraciones ayudan, sin duda, a un mejor posicionamiento, a una imagen más positiva de México en el mundo. El reto que sigue para nuestro país es lograr que esta nueva percepción se traduzca de verdad en flujos significativos de inversión, generación de empleos, transferencia de tecnología y contar, a fin de cuentas, con un mejor perfil energético para acelerar el crecimiento económico de México. Y en este punto, la principal preocupación de los mercados internacionales se centra en el llamado que ha hecho la izquierda para realizar una consulta popular en 2015 para revertir los alcances de la Reforma Energética. Si bien no son claros todavía los alcances de dicha consulta, el fantasma de un referéndum revocatorio incide necesariamente sobre las decisiones de inversión de las grandes corporaciones energéticas del mundo.
Lo primero que se preguntarán las empresas interesadas en México serán las garantías que tendrán de que las reformas aprobadas no serán revertidas con la consulta popular. Los capitales internacionales difícilmente se arriesgarán a llegar a México mientras no se despeje esa duda. El tino y el riesgo que corrió el gobierno al convocar a esta difícil reforma en el primer año del sexenio, con el fin de que sus frutos se observen lo antes posible, pueden verse frustrados si los inversionistas internacionales no cuentan con las seguridades de que la apertura contará con la necesaria seguridad jurídica y política que requieren planes financieros de estos plazos y estas magnitudes. Este es el cabo suelto más relevante que se percibe en el extranjero.
Presidente del Comexi