La revancha gótica de L.A.
La calidad por encima de la cantidad es también preponderante en el terreno de la música. Como muestra, tres discos le han bastado a la todavía joven banda estadounidense She Wants Revenge para convertirse con su oscuro sonido en una de las propuestas más interesantes del rock del siglo XXI.
La ciudad de Los Ángeles ha perdido el peso que antaño tenía para la escena del rock internacional. Antiguo escaparate de la costa del Pacífico, fue la plataforma que en el último tercio del siglo XX lanzó a bandas hoy legendarias: The Doors, Fishbone, Metallica, Van Halen, Guns N’ Roses, Jane’s Addiction, Rage Against the Machine y Red Hot Chili Peppers, son referenciales para cualquier roquero.
En el arranque del siglo XXI el mundo ha sido seducido por las propuestas que surgen de ambos lados del Atlántico. Reino Unido y la región Este norteamericana son hoy los principales semilleros. La nueva generación de amantes del rock ha crecido escuchando a Muse, Arctic Monkeys, Franz Ferdinand, Kaiser Chiefs y Kasabian de las islas británicas; a The Strokes, Interpol y The Rapture de Nueva York; a The Dead Weather y Kings of Leon de Tennesse, o a The Black Keys de Ohio. Incluso ciudades tan inusuales como Las Vegas suenan en el oído del público gracias a The Killers; tierras lejanas como Australia se mantienen vigentes de la mano de Tame Impala, Wolfmother y Jet. Pero en este tercer milenio nada novedoso se escuchaba proveniente de la gran urbe californiana... hasta que surgió She Wants Revenge, con un sonido muy alejado del electrizante y vigoroso estilo angelino y más cercano al nublado y lóbrego espíritu noratlántico.
CAMINOS QUE SE JUNTAN
Originarios de la llamada capital de la pornografía, el Valle de San Fernando, Justin Warfield y Adam Bravin (Adam 12), dos fanáticos del alucinante proyecto irlandés My Bloody Valentine, decidieron en 2005 formar un dúo con el afán de “hacer canciones perdurables que lleguen a la gente”.
Se encontraron luego de recorrer de forma independiente los senderos de la música. Justin anduvo en los noventa por los parajes del hip hop, la psicodelia y el grunge, como solista y en agrupaciones de escaso éxito. Adam fue DJ y productor. En She Wants Revenge, además de moverle a la tornamesa Bravin le pega a las percusiones y toca bajo, teclados y guitarra; Warfield pone la guitarra, los teclados y su garganta.
“No hay nada que ver aquí, la gente se sigue moviendo”. Con esta frase nihilista inicia la canción These Things, sencillo desprendido del EP homónimo editado en 2005. Desde el principio, el sonido oscuro y el ánimo asfixiante quedan plasmados como un sello de la banda. La base rítmica, construida con persistentes secuencias y bajos continuos, soporta el despliegue de elementales armonías de guitarras y sintetizadores. Remata la voz barítono y desencantada de Justin, al estilo Ian Curtis de Joy Division, Peter Murphy de Bauhaus o Paul Banks de Interpol. La influencia vocal y musical es premeditadamente evidente, no hay asomo de engaño.
En 2006, bajo el sello Perfect Kiss de Geffen Records, She Wants Revenge publicó su LP debut. El primer corte, Red Flags and Long Nights, es una alucinante premonición. Atmósfera gótica, estructura minimalista, batería secuenciada y constante y una desquiciante entrada de guitarra, bajo y sintetizador que se alarga en do durante poco más de un minuto.
Pero la canción que los colocó en la mente de los ávidos buscadores de nuevas propuestas fue Tear You Apart. Con la misma fórmula de la base rítmica repetitiva y las guitarras monótonas, los versos son prácticamente recitados como una daga entrando y saliendo por la misma herida. El coro se integra con una melodía más definida, con un fondo tétrico de sintetizadores y voces graves. La frase de remate incluye el título de la canción: “Quiero jodidamente alejarte”.
El tercer sencillo, Out of Control, recorre más las vías del techno, muy cercano al trío inglés Depeche Mode. Su melodía es pegadiza, incitadora al baile de flirteo; su letra, directa. La perfecta canción para el encuentro fortuito de un hombre y una mujer en un antro que todos adivinan en qué va terminar.
Mientras que el cuarto deja en claro lo que en el anterior se omite. El título es diáfano: I Don’t Want to Fall in Love. El coro lo es más: “Ella es dulce (pero yo no quiero enamorarme)”. Esta declaración antiamor está acompañada de un compás intenso, por momentos vertiginoso, y un vestido áspero de guitarras y sintetizadores. Es como ir corriendo en un túnel estrecho y de paredes rasposas.
En la línea clásica del mejor dark rock de principios de los ochenta, con un sonido new wave electrónico y con la vena ecléctica del pop rock contemporáneo, el álbum debut del dúo angelino es siniestramente cadencioso. Es sugestivo, crudo, austero con ritmos persistentes y armonías alejadas de cualquier complejidad, soportando una voz que levita grave arrastrando letras cargadas de sexualidad, relaciones fugaces y complicadas; nihilismo y existencialismo.
Con esta fórmula, She Wants Revenge comenzó muy pronto a llamar la atención del público, la crítica y otros artistas. Shirley Manson de Garbage aceptó aparecer en el video de These Things, el actor Joaquin Phoenix dirigió el video de Tear You Apart y los veteranos de Depeche Mode los invitaron a abrir varios conciertos de su Touring the Angel de 2006.
TEATRO DE PASIONES
Luego de su inicial contacto con el mundo a través de los medios y la escena, en 2007 regresaron al estudio para grabar su segundo material de larga duración. En This is Forever las exploraciones realizadas con su disco debut se transformaron en la conquista de un sonido definido. El álbum no sólo complementa a su predecesor sino que lo trasciende. Desde la portada se aprecia la intención de evolucionar sobre la misma ruta. La cubierta previa mostró a una delgada mujer, cargada hacia la izquierda de la toma; aparece en ropa interior blanca, colgando su mano del cuello de la blusa; detrás, fondo blanco. This is Forever muestra a la misma mujer, en la misma posición, pero ahora viste de negro, el fondo es negro y ella está en el centro de la fotografía.
El corte instrumental que abre sirve a la perfección como el telón de un teatro de pasiones: First, Love. Primero el amor. Después todo lo demás: las relaciones explosivas, las aventuras imposibles, la ruptura inevitable, el final previsto... la insatisfacción perpetua.
El sencillo elegido para lanzar este LP, True Romance, es una ácida canción de amor desequilibrado y no correspondido... pero de un hombre enfermizamente insistente. La introducción con teclados graves y notas que avanzan como un reloj derretido simulan a la perfección el momento de languidez posterior al acto sexual en el que existe la inquietud de decir algo. Luego viene el reclamo con toda su fuerza. Al final, una frase patética: “Lloro por la chica que esperaba que fueras”. El vigor, la consistencia musical y la dura lírica hacen de esta canción una de las mejores de This is Forever. Es el lamento de alguien que desea demasiado a una persona que no siente lo mismo.
Written in Blood fue el siguiente track a promocionar. Se liga con el sombrío preámbulo del disco y transita por una carretera tenebrosa como un auto sin luces. Pase lo que pase en el trayecto, el precipicio es la última parada. La letra es sórdidamente sugestiva; la música, ruda y oscuramente bailable.
También sobresale What I Want, canción que ejemplifica el crecimiento del dúo. La batería suena más consistente y el bajo posee mayor definición y carácter; los arreglos son más elaborados, incluyendo acompañamientos orquestales, guitarras acústicas y voces más flexibles. Además de las influencias ya antes evidentes, ahora incorporan estilos que recuerdan a The Cure, David Bowie y New Order.
NUEVOS SENDEROS DE VENGANZA
Con el reconocimiento en el bolsillo, She Wants Revenge trabajó durante 2008 y 2009 en dos EP contrastantes. Save Your Soul destaca por la búsqueda de un sonido menos artificial, más apegado al post-punk ochentero y una lírica amorosa. Up and Down, se caracteriza por la casi exclusiva utilización de computadoras, ritmos techno y letras con fuerte carga sexual.
Luego de un año de actuaciones y giras, en 2011 los angelinos se encerraron a grabar Valleyheart, su tercer LP. Contrario a lo que muchos suponían, este álbum no representó el retorno de She Wants Revenge a su línea darkwave, sino un paso más hacia el rock pop. Así lo demuestran los sencillos Must Be the One y Take the World, en donde abandonan la acidez y oscuridad de sus anteriores realizaciones para explorar algo más convencional y melodioso, pero igualmente bueno. Los teclados siguen teniendo un rol protagónico creando atmósferas, la voz despliega mayores variantes y las guitarras arreglos más sofisticados. A lo largo del material se oyen resonancias de Echo and the Bunnymen y U2.
Con Valleyheart, She Wants Revenge se revela como una banda polifacética que no tiene miedo a la evolución ni se conforma con los logros alcanzados, consolidándose a la vez como la mejor propuesta musical de una ciudad que parecía haber abandonado la siempre impredecible ruta del rock.
Twitter: @Artgonzaga