Llega usted tarde. Mira la carátula de su reloj. Voltea a la señorita que está detrás de la barra que da los pases después de documentar su equipaje que le informa la línea ha cerrado el vuelo. Se supone que iba usted a disfrutar de un fin de semana en un lugar paradisiaco. Monta usted en cólera contra usted mismo, pero ¿qué se le va a hacer?, ni modo es usted un simple mortal, no cuenta usted con credencial, éste -usted lo sabe- es un país de credenciales. El que no la tiene es un don nadie. La credencial trastorna algunas personas, no a todas, las vuelve prepotentes, groseras e insolentes. Hay un embrujo que emana del documento que acredita que quien la posee es un influyente, en el peor de los sentidos, autorizado para hacer y deshacer lo que le venga en gana, en el trato con los demás. Si el 007 poseía una credencial que lo autorizaba a matar, a los de acá los acredita para abusar.
Bueno, llegar tarde es parte de nuestro folklore social. Llegar tarde, si se me permite decirlo, es una tradición inviolable. Ser puntual no es lo nuestro. No tenemos la costumbre de llegar a tiempo. Está tan arraigado que si alguien arriba a un lugar a la hora exacta es tachado de impuntual y hay quienes le niegan el saludo. La puntualidad no es un defecto en los mexicanos. Para evitar contratiempos lo mejor es señalar un horario irregular. Es quizá por eso que la legisladora no pudo abordar a la hora exacta en que se cerraron las puertas. Si su impuntualidad hubiera consistido en adelantarse exigiendo que se le atendiera ipso facto, igual la hubieran mandado por un tubo. Pero no es eso lo que me preocupa. A doña Luz María ya se le pasará el berrinche, tarde o temprano, una infusión de tila será más que suficiente, es antiespasmódico o sea le asentará sus nervios. Lo que no se cura tan fácil es lo que dijo la acompañante de la legisladora, al peguntarle a la empleada, de manera burlona,"dónde estudiaste", agregando en el mismo tono "en Tepito seguramente, pinche escuincle".
La otra cara de la moneda. Hechos que acaecieron en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México. Un video que circula en la red social YouTube da veracidad al hecho bajo el título "VIVA AEROBUS" trifulca vuelo a Monterrey. Un trabajador es golpeado por una venerable señora que utilizando su bolso de mano le asesta al empleado golpes en medio de una discusión. No se advierte el motivo de la agresión pues hasta ese momento no se ve que el individuo vapuleado le haya faltado al respeto. Luego participa un supuesto pasajero que tira puñetazos como si estuviera en un cuadrilátero sin que el empleado lo enfrente. Se nota a simple vista que no son del mismo peso. El supuesto pasajero está más corpulento en tanto que el hombre agredido, con lentes y chaleco fluorescente, al parecer empleado de la línea aérea, se ve en desventaja, como trabajador subalimentado. Se nota a leguas la diferencia en el pesaje, El otro se ve fortachón, bien maiceado, si se me permite decirlo así.
No sé si algo flota en el ambiente que trae a las personas de traje con los nervios de punta. Ya no se conforman con sobajar a los empleados, sino que viéndolos entecos, malcomidos, sin protección, a pesar de saber que es un asalariado que sólo recibe órdenes, se les van encima, que al cabo y qué. Ya hasta detonaciones se escuchan en ciertos lugares que se usan para dirimir reyertas.
En el caso de la senadora se le critica acremente porque su representación debería hacerla moderar su lenguaje . Ella no es autoridad en el sentido lato de la palabra, la autoridad es el Congreso de la Unión del que forma parte integrante. El cuerpo colegiado del que forma parte debería, llamarle la atención por su equivocado comportamiento. Pero no, tenga usted la seguridad que juntos festejaron el acelere de la fémina. Como si hubiera hecho una gracia. Por eso estamos como estamos.