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La Tallera, fábrica de ideas

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La Tallera, fábrica de ideas

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Alfonso Nava

Concebido por David Alfaro Siqueiros como un centro ideal de trabajo, La Tallera se convirtió en el espejo de sus inquietudes artísticas y su última morada. Tras años de abandono, resurge y se proyecta como un espacio inigualable para la crítica de arte.

La ciudad de Cuernavaca es una meca del arte mexicano. Ha sido escenario de talleres, galerías, escuelas y obras. La existencia del círculo surrealista de esta localidad (que convocó a figuras como Leonora Carrington, Remedios Varo y a los pioneros franceses) o la evocación del Casino de la Selva así lo ratifican.

Conceptualizado por David Alfaro Siqueiros, el lugar bautizado por él como La Tallera es un reflejo de la propia Cuernavaca y la suma de reflexiones del artista, convertida en materia.

La creación de cada mural implicaba prever el cumplimiento de una exigente serie de requerimientos técnicos y mecánicos, así como el uso de materiales complejos; ese tipo de necesidades llevaron a Siqueiros a proyectar un espacio que facilitara e hiciera más efectiva la ejecución de piezas de gran formato.

Así, La Tallera fue pensada como una ‘fábrica de arte’. Un espacio de amplios horizontes, talleres con un organismo mecánico: juegos de poleas, grúas, fosas para evitar el uso de andamios, almacenes y laboratorios que permitieran manipular idealmente los materiales, técnicas y creaciones de dimensiones mayores. En pedagogía el concepto de taller implica ‘aprender haciendo’, de manera que Siqueiros concibió una escuela pragmática de muralismo o de lo que él llamaba, con mayor amplitud, “arte público”.

TEATRO DE OPERACIONES

El origen de La Tallera está vinculado con el azar. Cuando el empresario Manuel Suárez y Suárez (mecenas y ‘empleador’ habitual del pintor) comisionó una obra a Siqueiros en un predio de Cuernavaca, éste de inmediato puso sobre el restirador las enormes dificultades técnicas a las que se enfrentaba para trabajar piezas de gran formato, en especial relieves y remates arquitectónicos. Allí surgió el plan de erigir este “teatro de operaciones”. Cuando el proyecto fue aprobado y amortizado por Suárez y Suárez, la idea obvia fue generar continuidad, multiplicar los beneficios.

Siqueiros se reunió con arquitectos, ingenieros y artistas para estructurar un diseño lo más integral posible. Bajo el espíritu del constructivismo ruso (la filosofía de asimilar los recursos del trabajo proletario en el trabajo artístico), imaginó un sitio con el engranaje perfecto y sincronizado de una fábrica. En este sentido, de cierto modo su idea prefiguró a los famosos lofts de Warhol y Pollock, sitios amplios y funcionales donde espacio y tecnología se dispusieron al servicio de la creación.

Siqueiros definió así a su nuevo estudio: “La Tallera es un conjunto de edificios construidos específicamente para la producción de obras de arte público... es el primer taller industrial moderno en el mundo concebido físicamente, conceptualmente, metodológicamente y tecnológicamente por el trabajo en equipo, a nivel productivo y didáctico (en el mismo proceso de producción de la obra) para el arte del espacio público arquitectónico y urbano”.

OLVIDO Y RENACIMIENTO

La pieza encargada por Suárez y Suárez fue inaugurada en diciembre de 1971 y también formó parte del Polyforum de Insurgentes: La marcha de la humanidad en la Tierra y hacia el cosmos, uno de los últimos trabajos de Siqueiros (junto al mural que realizaría para la sala de convenciones del IMSS). Aunque no hay una fecha precisa, se sabe que La Tallera se creó un año antes y gozó de una activa dinámica hasta la muerte del pintor en 1974. Fue de hecho su última morada, pues residía ahí cuando no se hallaba fuera del país.

El artista fijó en su testamento que La Tallera (además de la Sala de Arte Público Siqueiros ubicada en Polanco, Distrito Federal) sería heredada al pueblo de México bajo administración de autoridades culturales y con la supervisión de Angélica Arenal, su viuda.

El modelo llamó la atención entre creadores y academias, especialmente en la órbita soviética. El gobierno sandinista en Nicaragua, cuyo departamento de cultura fue asignado al poeta Ernesto Cardenal, proyectó una versión de La Tallera en Managua y posteriormente una escuela de artes plásticas forjada bajo el mismo modelo, la cual llevaría el nombre de Siqueiros como homenaje.

En nuestro país, en cambio, a la muerte del connotado muralista La Tallera cayó en el desamparo. Logró mantenerse hasta 1983 gracias a las gestiones de Angélica Arenal y al auspicio de mecenas. Sin embargo la gestión del presidente López Portillo, con sus muchas omisiones en materia de cultura, desatendió por completo el recinto.

El olvido de La Tallera se prolongó durante las siguientes administraciones hasta contar casi 30 años, lo cual dejó las instalaciones en un estado deplorable. Afortunadamente en 2009 el Conaculta decidió recuperar el lugar y sometió a concurso el proyecto de restauración.

FÁBRICA DE CRÍTICA

El 20 de septiembre de 2012 fue inaugurada La Tallera, bajo una modernizada perspectiva. La propuesta ganadora fue la de la arquitecta Frida Escobedo, quien privilegió la estructura primigenia de taller industrial pero con una nueva funcionalidad. Con la visión de Escobedo, el proyecto original de ‘aprender haciendo’ fue redimensionado hacia ‘aprender reflexionando’. El paradigma necesariamente tuvo que ser modificado bajo el hecho de que la idea de arte público es ya muy distinta; los métodos de trabajo presentan otras tecnologías, técnicas, disciplinas; y además hoy en día el muralismo es más un objeto de estudio que de ejecución.

Bajo esa reorientación, La Tallera es ahora un espacio para revalorar la figura de Siqueiros, con la recuperación de sus archivos y biblioteca, y el trabajo que realizó en torno a la reflexión del arte que contiene en sí mismo la nota de su origen. Por tal motivo, el mayor de los ejes pedagógicos que incentiva actualmente a La Tallera es la crítica de arte. Es por ello que este año se consolidará un proyecto de residencias para formar y especializar la crítica.

POÉTICA DEL INMUEBLE

Bajo el citado enfoque se concebirán las exposiciones, el centro de documentación digital e incluso la misma museografía. Para muestra, las exposiciones inaugurales: Fábrica en movimiento, curada por Mónica Montes y Natalia de la Rosa, que analiza la realización del mural que dio origen al espacio; y Quién era Siqueiros, curada por Irene Herner, una recopilación documental sobre la vida del nativo de la Ciudad de México.

La disposición museística y arquitectónica también tienen ese rictus crítico. Las zonas de exposición fueron diseñadas por Escobedo e Isaac Broid bajo el concepto ‘poliangular’ desarrollado con maestría por Siqueiros en varias obras, y que implica la exhibición en espacios que parezcan no tener esquinas ni divisiones, ninguna seña de horizontes que roben continuidad o preestablezcan una perspectiva artificial a la apreciación de las imágenes.

Aristóteles definió como ‘poética’ a la manifestación tácita o no que realiza un creador respecto a los ejes de su obra. Bajo su nueva luz y sin perder el espíritu originario de lugar de trabajo, La Tallera es hoy la representación arquitectónica con que podemos advertir la poética de Siqueiros. Es la forma encarnada de su inigualable forma de ver al mundo a través del arte.

Correo-e: ziggynsane@gmail.com

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