"Y si soy el mayor de los pecadores, soy también la mayor de las víctimas".
-Robert Louis Stevenson
Podría iniciar contándoles lo que dice Wikipedia de Donatien Alphonse François de Sade, podría decirles que aquel marqués siempre fue un retorcido personaje de la realidad lejana, esta vez no quiero vomitarles un listado de perversiones que insinúan su apellido.
La palabra "Sádico" es utilizada indiscriminadamente para referirse al placer que produce infligir sufrimiento de cualquier tipo y calaña, se tergiversa este término para insinuar depravaciones y sacar diablitos.
Nadie sabe el poder que tiene la perversión en el ser humano, o mejor dicho, todos lo sabemos y pocos lo aceptamos, ¿Quién tomaría como estandarte la jerga más sucia que tenemos escondida? "Eres un maldito sádico" se dice a quien no muestra reacción alguna ante hechos descuartizablemente aterradores, se mancha de pleonasmo entonces; al decir maldito y sádico, puesto que ante ninguna iglesia un sádico puede aspirar a ser beato, mucho menos santo, es por eso que los clérigos pecan de hipócritas al decir que son carentes de perversiones, educando así a las nuevas generaciones para que sean perversos de clóset.
El sadismo, así, a secas, nos habla no sólo de blasfemidades morales, sino que rasguña el término de la realidad alterna, a la que día con día estamos sujetos a caer presos, me refiero, con letras claras, a las mañanas aprendidas de nuestros jóvenes que piensan en ser parte del crimen organizado en nuestra Comarca Lagunera.
Me gusta mucho usar la palabra nuestra, le da sentido de propiedad y responsabilidad a sus dueños, poseedores y habitantes, es otra manera de adueñarse de algo, una perversión chiquita que peca de insignificancia con el tema principal de esta tragicomedia.
Nuestros jóvenes y niños laguneros, están expuestos a éste y otro tipo de demonios, demonios de carne y hueso, dulces tentaciones a la vuelta de la esquina, narcocorridos aullando a todo volumen en los carros, deseos perversos de poder y dinero, esos que se ganan en toda una vida, o en un par de meses, con un calibre tentador y un montón de oportunidades en las que cualquier chico puede ser reclutado y con esto, ser el nuevo jefe de sección en un abrir y cerrar de cuerpos.
Llevamos las de perder si nos confiamos en que de manera milagrosa, un aire de redención nos cambiará de opinión, llevándose la violencia a otra ciudad dónde no nos afecte, seguimos pensando en que los niños, seguirán siendo niños, no me imagino a ninguna madre sabiéndose creadora de un sicario, muero de incertidumbre de saber si ella, al igual de muchas madres, deseaba que su retoño fuese abogado, doctor o ingeniero, desgraciadamente, para ella y para mí, me es imposible saber si ese hijo nació para sicario o se equivocó de oficio, gracias a la globalización.
Un empeño de carácter histórico es el esconder los cuernos y la cola, mucho trabajo hay en dejar en casa el látigo y las esposas escondidas debajo de la cama, en la seguridad del hogar, en la cuevita perversa de cada uno. El punto es, en nuestras entrañas, tenemos las ganas de ser perversos, la diferencia entre los que usan esas perversiones indiscriminadamente, ya sea como ladrones, narcotraficantes, violadores, y demás, topa en las oportunidades que nos presenta la vida, de poder elegir si jugamos con los policías o con los ladrones. (No puedo dejar de admitir que muchas veces, es más divertido ser perseguido que perseguir).
Descrita entonces la defensa del acusado promuevo a que el que se encuentre libre de perversión alguna, que arroje la primera piedra, preferentemente directo a la cabeza para infligir el mayor daño posible, como el buen Sade hubiera querido.
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