La vida es una constante lucha. Desde el momento mismo del nacimiento, y quizá, aun antes de ello, comenzamos a luchar por nacer, por vivir y sobrevivir.
No quiere decir ello que vivamos en constante desgaste físico y emocional, sino que siempre tenemos enfrente retos por superar.
Terminar una educación, formar una familia, conseguir un trabajo digno, lo que sea, pero nos mantenemos en la lucha diaria, tratando de vencer y avanzar.
Pienso en ello, cuando veo o me entero de la condición de amigos como Miguel Ángel y Juan José, que actualmente están pasando por una etapa delicada y aún así mantienen un espíritu optimista.
Acudí a la reunión dominical con mis amigos de muchos años y me dio gusto encontrar ahí de nueva cuenta a Miguel Ángel, a donde había llegado por su propio pie sólo apoyado por un bastón, que lejos de evidenciar precariedad, le daba un aire de distinción.
Por mi amigo Jesús, quien pasó por aquí, como acostumbra, como un cometa fugaz, Juan José libra en el extranjero su propia batalla, con dignidad y optimismo.
Muchas cosas podría yo decirles a estos dos buenos amigos, pero para hacerlo, prefiero transcribir un poema de uno de mis poetas predilectos, Mario Benedetti:
"No te rindas, por favor no cedas,
Aunque el frío queme,
Aunque el miedo muerda.
Aunque el sol se ponga.
Y se calle el viento.
Aunque hay fuego en tu alma,
Aún hay vida en tus sueños;
Porque cada día es un comienzo nuevo,
Porque esta es la hora y el mejor momento".
Hay ocasiones en que la adversidad nos congela el alma y sentimos que nos hierve el cuerpo, pero en nuestra mente aún hay sueños por cumplir y a ellos debemos aferrarnos.
A veces se cancela un proyecto, pero la vida sigue y nosotros con ella, porque estamos vivos y conscientes de nuestra condición, siempre débil, precaria.
Conozco personas que, festejando en familia el haber resultado muy bien en sus exámenes médicos, les llegó su última hora. Dejaron a todo el mundo asombrado, porque los doctores habían pronosticado una larga vida.
Y en cambio hay otros a los que les dan unos cuantos meses y duran años viviendo en buenas condiciones. Lo que nos demuestra que no hay regla para ello.
Mientras tengamos vida y fuerzas, hay que seguir adelante. Manteniendo sueños, tejiendo ilusiones, construyendo proyectos, no importa si se quedan inconclusos, nosotros ya disfrutamos diseñándolos, acariciándolos como se acaricia a un ser querido.
Estos amigos, son ejemplo de fortaleza, y al amor por la vida, que no acaba hasta que cae el telón del último acto.
La vida siempre tiene un sentido y si volteamos para atrás, advertiremos que ya hemos vivido a plenitud. No tenemos de qué quejarnos y aún podemos luchar, porque la sangre bulle en nuestro interior y sentimos la vida correr por nuestras venas.
Yo quisiera decirles esto y mucho más a mis amigos, pero no siempre es posible hacerlo personalmente, por ello recurro a este espacio, esperando que estas líneas lleguen a ellos junto a un abrazo fraternal.
Porque todos los que los queremos y recordamos, siempre los tenemos presentes en nuestras oraciones.
Porque: "Esta es la hora y el mejor momento".
Por lo demás: "Hasta que nos volvamos a encontrar que Dios te guarde en la palma de Su mano".
