Siglo Nuevo

La vida más allá de la pecera

CINE

La vida más allá de la pecera

La vida más allá de la pecera

Arturo González González

Notable producción que vio la luz en 2009, El encanto del erizo es uno de esos filmes que se valen de la sencillez y las actuaciones certeras para explorar nuevas formas de entender la vida y la muerte.

Conforme crecemos, adquirimos conciencia sobre la existencia. En la pubertad comenzamos a cuestionar nuestra posición en el mundo. Tratamos de encontrar un sentido a lo que nos rodea. ¿Qué postura asumir frente a la sensación de dirigirse hacia una vida insulsa, sistemática, restringida? Diría Paloma: una vida dentro de una pecera. ¿Es posible evadir tal destino? ¿Construir caminos alternos? Esta es la premisa de la que parten la directora Mona Achache y la escritora Muriel Barbery para mostrar las distintas respuestas posibles desde la óptica de una jovencita de 11 años que ha tomado la decisión de suicidarse el día que cumpla 12.

EL SECRETO DE LA MUJER ERIZO

El encanto del erizo (Le hérisson) envuelve desde su planteamiento. Paloma Josse (Garance Le Guillermic) en la oscuridad de su cuarto, escondida de su familia, con una lámpara de mano (cual Diógenes contemporáneo), cuenta a una videocámara las razones de su decisión. Sus padres son ricos, no le falta nada... sin embargo, no está dispuesta a permanecer en la pecera. Antes de dejarla hará una película que demuestre lo absurdo que es vivir. “Lo importante de la muerte no es el hecho en sí ni cuándo ocurre, sino qué es lo que estás haciendo en ese preciso momento”. Así inician la cinta y el gran descubrimiento de Paloma.

Su madre, Solange (Anne Brochet), lleva 10 años en psicoanálisis y toma psicotrópicos para su depresión. Entre champaña, diálogos con plantas decorativas y la insistente búsqueda de su hija menor, pasa el tiempo con lapsus de alegría y llanto repentino. Colombe (Sarah Lepicard) es la hermana mayor de Paloma y en su opinión, una fiel representante de la vida en la pecera. Su objetivo es ser menos neurótica que Solange y más brillante que su padre, Paul (Wladimir Yordanoff). Él es un funcionario de primer nivel en el gobierno. Inteligente, exitoso, y aun así vulnerable a los vaivenes de la política. Más preocupado por su carrera que por su familia. Pero a fin de cuentas un tipo amable, dice Paloma.

Los Josse podrían pasar por una familia feliz. Viven en un exclusivo edificio de departamentos en uno de los mejores distritos de París. Paloma sabe que eso no es suficiente, al menos no para ella.

Un hecho trastoca los planes de la precoz jovencita. Uno de los inquilinos ha muerto. Su departamento es ocupado por un rico y afable empresario japonés, Kakuro Ozu. Un viudo cuyas costumbres y filosofía chocan con el modelo occidental. El encuentro con él resulta inspirador para Paloma. Y todavía le falta alguien por conocer.

Renée Michel (Josiane Balasko) es en apariencia la típica conserje cincuentona, solitaria y malhumorada. Gracias a ella las cosas funcionan. Responsable, mas poco amable. No obstante tiene un secreto, un escondite. En una de las habitaciones de su hogar guarda una extensa biblioteca. Entre literatura y chocolate amargo, pasa las horas cumpliendo con sus deberes. Todos la ven, saben que está ahí, pero no se detienen a observarla ni se preguntan quién es en realidad. Hasta que Paloma y el señor Ozu irrumpen en sus días de manera inesperada. Aquí la película da un vuelco para centrarse en la señora Michel.

Paloma hace las veces de un guía a través del microcosmos de una familia de clase pudiente y las relaciones con su entorno. Sus ojos se convierten en los del espectador, quien poco a poco va descubriendo las motivaciones del personaje más insignificante. De ser una mujer en la periferia, Renée se transforma en el eje fundamental de la narración. Sus decisiones construyen la respuesta que Paloma anda buscando.

El señor Ozu se siente atraído por ella. La colma de atenciones, invitaciones y regalos que madame Michel no espera pero no puede rechazar. La improbable relación de ambos transforma la vida de la conserje y la visión desangelada que tiene Paloma de su entorno. Para la joven, Renée es como un erizo: dura y áspera por fuera, elegante y sensible por dentro. Y descubre su secreto. “Has encontrado tu escondite”, le dice con una sonrisa cómplice que es correspondida. “A nadie le importa quién soy”. Renée es como es en apariencia porque nadie espera (ni quiere) que sea diferente. La pretenciosidad no puede ser la cualidad de una conserje. Mientras cumpla con su rol, todo estará bien.

La señora Michel sabe que puede ser feliz. Descubre la oportunidad y la acepta, no sin graves dudas que la llevan hasta el llanto. Paloma la comprende y se convierte en su amiga, inusual amiga también. La rigidez clasista de la sociedad occidental se ve trastocada por una nueva posibilidad de relación. Nada está escrito en la interacción de las personas. Ningún individuo debe estar condenado a vivir bajo un esquema que no le hace feliz. Pero la muerte, leitmotiv de la historia, siempre está presente. Y resurge el planteamiento: ¿qué estabas haciendo cuando te encontró?

Un elemento simbólico de la trama es el pez de Colombe; todo indica que perece al tragar un ansiolítico, pero tras ser arrojado al excusado reaparece vivo en el retrete de Renée. Aquí hay una respuesta.

DESDE LA MIRADA DE PALOMA

Con diálogos precisos y sobrias actuaciones, el largometraje fluye como un río lento y cadencioso en su caudal. Pocas cosas sobran porque existe claridad en lo que Achache y Barbery quieren contar. Dentro del ambiente claustrofóbico (la mayoría de las escenas se desarrollan en interiores) directora y autora exploran las grandes inquietudes filosóficas de la humanidad entera. ¿Para qué vivimos? ¿Hacia dónde nos dirigimos? ¿Qué debemos hacer en medio de una sociedad que parece de pronto cancelar sus posibilidades de reinvención?

Paloma es una púber atípica, con cualidades sensibles y artísticas que su familia no logra dimensionar. Y utiliza su arte para impulsar el de otras personas, reflejado con maestría en pasajes fantásticos donde los dibujos cobran vida. También emplea su sensibilidad para encontrar solución a preguntas que los adultos no quieren enfrentar.

En apoyo del excelente guión y la soberbia dirección, acude la fotografía de Patrick Blossier, el cual aprovecha de manera extraordinaria los espacios cerrados para ofrecer cuadros cargados de trágica cotidianeidad. La mirada de Blossier se confunde la de Paloma, que usa su cámara para registrarlo todo y convertirnos en espectadores cómplices.

La partitura de Gabriel Yared imprime un aire travieso a las andanzas de la protagonista y logra un contraste interesante entre su complejo objetivo (el suicidio) y la esperanza esbozada en las decisiones de Renée. Redondea el filme el montaje exacto de Julia Gregory, dotando de un ritmo consistente a la historia en curso.

El encanto del erizo es una película simple pero certera, que sin caer en diálogos efectistas ni enseñanzas moralinas logra transmitir su mensaje: tal y como lo descubrió el pez de Colombe, hay vida más allá de la pecera.

Twitter: @Artgonzaga

Leer más de Siglo Nuevo

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Siglo Nuevo

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

La vida más allá de la pecera

Clasificados

ID: 881777

elsiglo.mx