El presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización, Rino Fisichella, lamentó que empresarios, políticos y ciudadanos no digan abiertamente que son católicos, pues es una dolencia sobre el sentido de la vida.
"Si no son capaces de afirmar su fe, no son capaces de afirmar su identidad", dijo en el auditorio de la Universidad Pontificia de México.
Fisichella llamó a los cristianos a no aceptar jamás aislar la fe de la vida, pues en la actualidad se busca imponer relegar la religión a un hecho privado que no influya en el desarrollo de la vida, social, política y cultural de la nación.
Mencionó que hay países "que visten el traje de la tolerancia y la libertad". Mientras, dijo, para los creyentes la ética define el desafío del futuro y es en la que deberán tomar una posición clara.
"La cuestión ética está sobre la mesa como una permanente provocación que exige una respuesta inteligente y eficaz", indicó.
La ética, agregó Fisichella, indica el concepto mismo de vida y aclara los vínculos que relacionan la ciencia y la técnica con los principios que están a la base de una ciencia genuina y de una tecnología al servicio del hombre.
Fisichella fue invitado por la Universidad Pontificia de México y de la Dimensión de Pastoral de la Cultura de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), para impartir la Conferencia Magistral: La Iglesia en los Espacios Públicos de Hoy.
El presidente de la Dimensión de Cultura de la CEM, obispo Felipe Arizmendi, explicó que a través de la historia ha habido épocas en que se ha querido silenciar a la Iglesia, sobre todo cuando ha sido crítica de los sistemas políticos y económicos.
"En nuestra patria hubo tiempos en que se le pretendió encerrar en los templos y en las sacristías, negándole el derecho a estar presente en los espacios públicos, como si con ello se violara el laicismo oficial", dijo.
En la actualidad, añadió, hay resistencias para reconocer el derecho a una libertad religiosa más plena para todas las denominaciones, a pesar de que este derecho está garantizado en los tratados internacionales que el país ha suscrito.
Además, mencionó, en ocasiones la Iglesia misma se encierra a veces en sus posturas e instituciones "y no abrimos brecha en tantos espacios que requieren la luz que hemos recibido, y que tenemos la misión de difundir".
Sin embargo, Arizmendi dejó claro que no pretenden tener presencia en la vida social, política y cultural del país para adquirir poder político, recuperar privilegios del pasado, y dominar a la sociedad e imponer una sola religión a todos los mexicanos.
