Águilas del América tomó anoche gran ventaja en la serie por el pase a semifinales al derrotar de visita a Pumas por marcador de 1-0. (Jam Media)
No hay nada que disfrute más un americanista que hacerle daño a sus acérrimos rivales. Le encanta reírse, regodearse ante el silencio de los aficionados enemigos y más cuando se trata de dejarlos malheridos en la Liguilla.
Las Águilas del América extendieron las alas en el estadio Olímpico Universitario para encaminarse a las semifinales. Derrotaron sin mayores problemas a los Pumas de la UNAM (1-0), para obligarlos a hacer dos anotaciones en el estadio Azteca, si es que quieren mantenerse con vida en el Clausura 2013.
Triunfo con un gol marcado por Raúl Jiménez (29'), que no sólo acalló la tribuna auriazul, sino que significa un golpe de autoridad que extiende el dominio del América sobre los felinos en la historia de las Liguillas.
Universidad se había propuesto romper la malaria ante su archienemigo. Quería tomar revancha por las generaciones pasadas que no pudieron vencer a los amarillos en dos finales, una semifinal y un repechaje, amén de la caída en temporada regular. No pudieron, la camiseta del América le sigue pesando a los felinos en la "Fiesta Grande".
Un trazo largo de Paul Aguilar, bajado a la perfección por Christian Benítez, quien observó la llegada del atacante canterano de los azulcrema. Le puso un centro excelso y Jiménez, de cabeza, enmudeció CU, mientras la barra americanista elevaba las banderas enfrente de la Torre de Rectoría.
Como un muchacho surgido de las entrañas emplumadas, Jiménez expresó su gol con la alegría que hiere orgullos contrarios. Su anotación le supo a gloria. Esa palomita que puso en ventaja a su equipo (su primer tanto contra Pumas), también deja a los de la UNAM contra la pared.
El más feliz, Miguel Herrera. "El Piojo", intenso, sin sosiego, pero convencido de su estilo, le ha tomado la medida a los universitarios, aunque se resiste a presumirlo. Es un técnico águila perfecto cuando enfrente están los Pumas.
Antonio Torres Servín trató de vencer a la resignación, al hacer ingresar a Luis García en sustitución de Josecarlos Van Rankin para así completar un tridente al frente con Robin Ramírez y Martín Bravo.
Poco a poco, el entrenador de los Pumas empezó a perder la fe en los suyos. Veía los desperdicios ofensivos y de a poco recordaba que el gol es lo que más ha aquejado a sus pupilos a lo largo del torneo. Impotente vio cómo ninguno de los suyos acertaba las jugadas de cara al arco de Moisés Muñoz.
Los embates locales hicieron que América apostara por el contragolpe. Estuvieron cerca de provocar los errores felinos. No hicieron más grande la herida.
Ahora, a las Águilas les falta culminar la obra para dejarle en claro a los Pumas, que el amarillo manda sobre el auriazul en la Liguilla. Con que eviten que Universidad les marque dos goles en el Azteca.