“Nada más grande e incondicional, que el amor de Mamá”
En ocasión del día de las madres, cabe reflexionar cómo en México las celebramos ruidosamente y con mucho orgullo nos declaramos fervientes seguidores de dicho festejo, pero poco reparamos en la importancia que tiene la figura materna, en una de las tantas áreas en las que la "jefa" es extraordinariamente valiosa: La educación.
La verdadera educación del niño comienza antes de su nacimiento y se inicia con la propia educación de sus padres, quienes se preparan interiormente con mucha antelación, mediante una mejor comprensión del amor como pareja. La madre, consciente de los poderes que le ha dado la naturaleza, trabaja para dar a este nuevo espíritu, un cuerpo físico y psíquico, hecho de los mejores materiales de que puede echar mano.
Imaginemos si millones de padres en el mundo decidieran prepararse para realizar tan trascendental trabajo, la humanidad se transformaría radicalmente en pocas generaciones.
La educación de un niño comienza veinte años antes de su nacimiento, con la educación de su madre y la experiencia y los estudios científicos han demostrado que la madre graba profundamente en su hijo lo que ella misma es; existe un período durante el cual la madre desempeña un papel preponderante en lo que serán las tendencias y hábitos morales de su hijo; el período prenatal y tan íntima es la participación orgánica del niño y de su madre como grande es la interdependencia en lo físico y en lo moral.
En el transcurso de esos nueve meses de preeducación, la madre ayuda a su hijo a llegar a ser el mejor y el más grande, siéndolo ella misma y puede ayudarle a ser tranquilo permaneciendo en calma, a ser sonriente si sonríe siempre, a ser fuerte siendo valiente y a ser bueno siendo bondadosa para con todos. Las mejores condiciones físicas y psicológicas para que el niño se desenvuelva lo más sanamente posible, son las que se derivan del hecho de ser deseado y esperado.
La solidaridad tan íntima que une a la madre con su hijo, lejos de desaparecer cuando éste viene al mundo, continúa durante largo tiempo, por eso es tan esencial que se encargue la madre misma de la primera educación y cuidado de su hijo y que no se resigne a confiarlo a otros, más que en casos de fuerza mayor.
El razonamiento con los niños muy pequeños debe ser de forma muy básica, puesto que no están aún en posesión de su pensamiento lógico; querer hacerle razonar demasiado pronto es como si se quisiera hacerle andar a los primeros meses. Se corre el riesgo de convertirlo en dependiente para toda su vida; uno de los mayores servicios que se pueden proporcionar al niño es reglamentar sus hábitos, porque es como liberarlo de una responsabilidad que todavía no tienen y que les ayudará más adelante a enfrentar trabas, incertidumbres e inhibiciones.
El papel de mamá es el de facilitar su desenvolvimiento, ayudarle a conquistar su verdadera libertad; el orden y la regularidad son casi tan indispensables en esta edad como el cariño, depende de su madre incluso que a temprana edad el pequeño sepa leer.
Es importante evitar hablarle a los hijos en lenguaje de "bebés", cuando han dejado de serlo, por enternecedor que éste sea. El papel de las madres en la educación "formal" de sus hijos es un asunto poco estudiado y menos discutido, por lo que es necesario redimensionar esta función para que sirva de puente entre las primeras experiencias del niño con actividades desarrolladas en la casa, como el jugar, el colorear, identificar objetos, formas y colores, por mencionar algunas, con el inicio propiamente dicho de su instrucción escolar.
El objetivo de la educación formal y escolarizada, es la de encontrar la mejor forma de ayudar al rendimiento escolar de los niños y las niñas y se da reduciendo la distancia y las disonancias entre la casa y la escuela; sin embargo, la noción de participación familiar en la educación, particularmente en preescolar y primaria, es la que permite el inicio de las primeras estrategias para asegurar el futuro éxito académico.
Estas ideas se fueron ampliando en un gran abanico de posibilidades para fomentar la responsabilidad de la coparticipación civil. Sin embargo, se formulan dos tipos o formas de participación: creando un ambiente positivo para el aprendizaje de sus hijos y por otro lado implicándose individual y obligatoriamente para trabajar en colaboración con la escuela de una forma regular, ayudando en el mejor desarrollo para la adquisición de conocimientos de sus hijos. Por ello aseguramos que no hay nada más valioso que la presencia de las madres en las escuelas.
Para finalizar, quiero reconocer ampliamente el extraordinario papel que desempeñan las mamás en el diario trajín de la vida escolar, sin ellas sería prácticamente imposible educar y educarnos, con su cariñosa guía y acompañamiento, ser estudiante es mucho más fácil. Un millón de gracias a mamá por ser y estar con nosotros siempre.
Agradezco sus comentarios a: rolexmix@hotmail.com