Porque un beso como el que me diste nunca me habían dado… así dice una de las canciones que fuera inspiración de una mujer mexicana que fue la primera que destacó en el ambiente de la composición musical. Se llamaba María Joaquina de la Portilla Torres, pero firmaba sus trabajos con el nombre de María y el apellido de su marido, un petrolero norteamericano que se llamaba León Augusto Grever: exactamente, adivinó usted: me estoy refiriendo a María Grever.
“Muñequita linda, de cabellos de oro, de dientes de perla, labios de rubí…” es parte de la romántica letra de una canción de María que popularmente se le conoce como “Muñequita Linda” aunque la autora la bautizó como “Te quiero, dijiste”, una canción con una estructura perfecta como eran “Así”, “Júrame” “Cuando vuelva a tu lado” y todas las que salían de la mente prodigiosa de la Grever “Cuando vuelva a tu lado, no me niegues tus besos, que el amor que te he dado, no podrás olvidar…” Así eran las composiciones de esta mujer que nació en agosto de 1884 en León, Guanajuato, hija del español Francisco de la Portilla y de la mexicana Julia Torres.
“Tú, la de los ojazos negros, la de boca tan bonita, la de tan chiquito el pie…” A los cuatro años realizó María su primera composición: un villancico navideño con versos escritos por ella misma. A los 6 años la familia De la Portilla marchó a Sevilla, España, de donde era originario su padre. “Alma mía, sola, siempre sola, sin que nadie comprenda tu sufrimiento, tu horrible padecer…” Viviendo luego en París estudió música con Claude Debussy (casi nada) y con Franz Lenhard, quien le aconsejaba que no se sujetara a la técnica musical y que procurara conservar siempre su espontaneidad.
“Volveré como vuelven las blancas mariposas al cáliz de las rosas…”
En 1918, los tiempos revolucionarios hicieron que la familia Grever con sus hijos se fuera a vivir a Nueva York donde María hizo trabajos para la Paramount y la 20th Century Fox.
En una ocasión María Grever viajó a México y el empresario radiofónico Emilio Azcárraga pidió a Agustín Lara que fuera a recibirla. La Grever y Lara estuvieron un buen rato platicando y cuando llegó a su casa, Agustín se dio cuenta que la dama le había puesto en sus ropas un recadito que decía.
“De todas las canciones mexicanas que llegaron a Nueva York, elegí cinco de ochenta, las que me parecieron mejores y fue una grata sorpresa ver que las escogidas eran todas composiciones del mismo autor: Agustín Lara. Es mi convicción que tienes un gran porvenir pues tu inspiración es purísima y espontánea. No tardarás mucho en ser una gloria nacional”.
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PREGUNTA DEL PÚBLICO: Antonio de la Cruz. ¿Es correcto decir “detrás de mí” o debe decirse “detrás mío”?
RESPUESTA: La forma correcta es esta: “detrás de mí”. Me retiro con esta reflexión. El amor a la libertad es amor al prójimo. El amor al poder es amor a sí mismo ¿Cómo dijo? ¡LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA!