Con verdadera ansiedad esperábamos la llegada de mi padre. La verdad no es que tuviéramos muchas ganas de verlo. Esperábamos su llegada porque traía en sus manos el periódico del día y el nuestro no era un precoz interés por las noticias de política, economía o los acontecimientos cotidianos de la ciudad o del estado. Lo que queríamos era ver los monitos.
El diario que compraba mi padre traía una página completa de “monitos”, a los que algunos les llaman muñequitos, historietas o cuentitos, que en España son los tebeos y en la época actual se les llama universalmente “comics”.
Eran los dibujos “animados” pero en realidad estaban inanimados porque venían impresos. La televisión todavía no llegaba a nosotros y sólo de vez en cuando teníamos la oportunidad de ir al cine para verlos en acción.
Verlos ¿a quiénes? Pues a El Gato Félix, a Lorenzo y Pepita, a Benitín y Eneas, a Periquita y a muchos otros que no eran tan infantiles como El Fantasma, Mandrake el Mago o El Príncipe Valiente. Después aparecerían los personajes de Walt Disney como El Pato Donald y el Ratón Mickey y los de Warner Brothers como El Conejo Bugs, Porky y El Pato Lucas, entre muchos otros.
Recordamos los sándwiches de 8 o 9 “pisos” que Lorenzo Parachoques se preparaba con mucha mostaza y cómo a la menor provocación se ponía a dormir la siesta en el sofá, a pesar de las recriminaciones de Pepita y del asombro de su perrita Daisy. Las discusiones entre el larguirucho Eneas y el chaparrito Benitín con lo que no entendías quién estaba más loco de los dos.
Las sorprendentes hazañas de Mandrake el Mago y de su “asistente” Lotario, las aventuras de El Fantasma y de su novia Narda o el obsesivo afán de Don Pancho (el de Educando a Papá”) por irse al Café de Perico a comerse un sabroso plato de arroz con frijoles, mientras Doña Ramona, fea, pero con cuerpo escultural con un ojo cerrado por la indignación, lo insultaba llamándole insecto y otras linduras.
No podemos olvidar tampoco las intrépidas proezas de Popeye que cuando se sentía “cansado y sin ilusiones” se tragaba una lata de espinacas, con lo que le crecían asombrosamente los “conejos” de sus poderosos brazos y se enfrentaba a Brutus que le quería robar el amor de Olivia (Rosario) quien tenía las piernas como “un par de carricitos”.
Mientras tanto Pilón se la pasaba comiendo hamburguesas con mucha cátsup y Cocoliso se arrastraba por todos lados haciendo travesuras. Por fin vinieron los “comics” revistas que se publicaban semanalmente y que mitigaban la espera en el consultorio médico aunque más bien, el lugar ideal para encontrarlos era sin dudas la peluquería.
Sea como fuere, los comics tenían un fuerte impacto social y nos transmitían velada o deliberadamente valores, actitudes morales y políticas, con un peso importante en la formación de respuestas colectivas.
Escríbale a Don Juan Recaredo:La dirección de su correo electrónico es donjuanrecaredo@gmail.com
¡REGALE LIBROS SOBRE EL APASIONANTE TEMA DEL IDIOMA! Todos con un poco de humor. Pida información a libros@comodijo.net o bien al teléfono (0181) 8148 8141 de Monterrey, N. L.
PREGUNTA DEL PÚBLICO:
Emilio Aspen. ¿Cuál es la diferencia entre hubiera y hubiese?
RESPUESTA:
Ninguna. Se pueden usar ambas formas indistintamente. Me retiro con este consejo: Cuando estés molesto cuenta hasta diez antes de hablar. Si estás enojado, cuenta hasta cien. ¿Cómo dijo? ¡LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA!