Cada año los comerciantes hacen su agosto en pleno febrero cuando llega el segundo mes del año que han dado en llamar el mes del amor y la amistad, porque el 14 es el día supuestamente dedicado a estos dos nobles sentimientos.
Yo quisiera referirme por el momento a la amistad. La palabra amistad viene del latín amicitas, de amicus que significa amigo la cual a su vez deriva de amare que quiere decir amar. O sea que tener una amistad también es una forma de amar.
El razonamiento que yo hago (y conste que usted no tiene obligación de pensar igual) es que mis amigos, mis verdaderos amigos, saben que son mis amigos y no necesito decírselos ni ellos me lo tienen qué decir a mí. ¿Por qué? Pues porque la amistad es una actitud, no es una palabra.
Tal vez usted me juzgue demasiado suspicaz si le digo que cuando alguien insiste en decirme y en afirmar públicamente que es mi amigo, empiezo a desconfiar de él y es que la vida me ha dado la oportunidad de comprobar que esos que se dicen muy amigos, cuando los he necesitado se han hecho los desentendidos, como que “la virgen les habla” y olímpicamente en todos los casos, me han dado la espalda.
El razonamiento es muy simple. El amigo de verdad es el que actúa como amigo, no el que dice que es mi amigo.
Decía que los comerciantes alcanzan magníficas ganancias vendiendo muñequitos, tarjetitas, globos, chocolatitos o dulcecitos con leyendas que le dicen al amigo que lo quieren, que no podrían vivir sin su amistad y otras frases que en lo personal me parecen gastadas y cursis, pero bueno, cada quien tiene su forma de expresarse.
En cualquier caso debe quedarnos bien claro que la amistad no es una paletita en forma de corazón, ni una tarjetita, ni siquiera un abrazo o una frase “tú eres mi amigo, o más que mi amigo, eres mi hermano” Ésas son frases de borrachera y si usted se las cree, pues tendrá que hacerlo bajo su propio riesgo, y luego no se asuste si ése “amigo casi hermano” le quiera “bajar” a la novia o le estafe alguna cantidad de dinero.
Los sabios y los poetas de todos los tiempos han exaltado siempre la amistad. Además del amor y del cariño, se necesita la amistad. Para los filósofos griegos, es un regalo de los dioses. Aristóteles menciona tres tipos de amistad: por interés, por placer y por el bien; pero sólo la que surge del bien merece llamarse amistad.
La amistad se demuestra en la preocupación por el amigo, interesándose por su bienestar, por sus problemas y logros. Un amigo es el que está en todo momento, el que te levanta cuando estás decaído. El que te escucha, aconseja, cuida y te valora. Es en la turbación donde la amistad se pone a prueba.
Cicerón decía: “Sólo en el peligro se conoce al verdadero amigo”.
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PREGUNTA DEL PÚBLICO:
Alex López pregunta. Si pasa un camión y llena a una persona de tierra ¿Cómo debe decirse, estoy aterrado o estoy enterrado?
RESPUESTA:
En ese caso lo correcto es decir “aterrado”, porque enterrado es estar bajo tierra.
Y me retiro con esta reflexión: El clavo sostiene a la herradura, la herradura al caballo, el caballo al hombre y el hombre sostiene al universo.
¿Cómo dijo?
LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA.