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Las Palabras Tienen la Palabra

Como decía Martín Fierro

Juan Recaredo

Tengo una amiga muy simpática a la que, cuando le sugieren hacerse un chequeo médico se niega diciendo ¿Para qué? ¿Y luego, si tengo algo? Aunque usted no lo crea hay mucha gente que comparte esa idea: Si tengo algún mal, ¡para qué quiero saberlo si sin saberlo me siento perfectamente! Y fíjese que esa filosofía está como para pensarse.

El Gaucho Martín Fierro es un poema narrativo argentino escrito “en verso” por José Hernández en 1872 y es una obra muy representativa del pueblo argentino. En ella, el héroe es -por supuesto- el Gaucho Martín,- pero en sus textos aparece también el antihéroe que es el Viejo Vizcacha, un anciano muy folclórico quien comparte la filosofía de mi amiga y de sus seguidores.

Si sos un tipo feliz sin temores y sin miedos no se te ocurra jamás dejarte hacer un chequeo porque te vas a enterar sin siquiera suponerlo que estás en las diez de últimas aunque te cueste creerlo.

Yo -como usted- imagino que “estar en las diez de últimas” es estar a punto de “entregar el equipo” o de “colgar la toalla” como se diría en términos boxísticos.

Seguro van a decirte que te faltan triglicéridos lo mismo que fosfolípidos y colesterol del güeno y que por los ateromas que ellos te están produciendo ya tenés la cañería tapada de medio a medio… Son enormes las variantes del informe del chequeo todo es cuestión del color del cristal de tu galeno.

Luego viene una larga lista que hace el viejo filósofo donde se refiere a úlceras, enfisemas e insuficiencias que van a aparecer en ese presagiante informe “y hasta te van a decir aunque no entiendas ni medio que traes una falla en el ácido desoxirribonucleico”. Y oiga usted eso ya suena como que estás con un pie al borde de la fosa.

Y aunque te sientas fenómeno y así le insistas al médico, lo tendrás que aceptar todo porque lo dice el chequeo. Lo que más te va a asombrar aunque en esto seas un lego es la gran similitud de todos los tratamientos.

Siempre una dieta hipo sódica andar kilómetro y medio y nada de carnes rojas ni embutidos y ni quesos. Sí pescado bien hervido y pollo, pero sin cuero. Tendrás que decirle adiós a tus grandes compañeros: el whisky y el cigarrillo y hasta el cafecito negro.

Por eso querido amigo, a aconsejarte me atrevo: Si sos un tipo feliz sin temores y sin miedos ¡no se te ocurra jamás dejarte hacer un chequeo!

Escríbale a Don Juan Recaredo: La dirección de su correo electrónico es donjuanrecaredo@gmail.com

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Pida información a libros@comodijo.net o bien al teléfono (0181) 8148 8141 de Monterrey, N. L.

PREGUNTA DEL PÚBLICO:

Karen Mitre pregunta: ¿Cuándo se usa la forma hubiera y cuando la forma hubiese?

RESPUESTA:

Las formas hubiera y hubiese son exactamente iguales. En cualquier caso se pueden usar una u otra indistintamente.

Y me retiro con esta reflexión: La felicidad reside en la ociosidad del espíritu.

¿Cómo dijo?

LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA.

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