Volverán las oscuras golondrinas en tu balcón sus nidos a colgar, y otra vez, con el ala a sus cristales jugando llamarán; pero aquéllas que el vuelo refrenaban tu hermosura y mi dicha al contemplar, aquéllas que aprendieron nuestros nombres... ésas... no volverán.
Sirva esta introducción, del primer verso de la inspiración del poeta Gustavo Adolfo Bécquer, para darle cabida a mis primeros pasos en la escuela primaria donde recibimos las enseñanzas de un mundo que se ocultaba tras los velos de nuestra impúber inocencia. No sabíamos que esos días no regresarían nunca jamás. Como al efecto ha ocurrido al caminar del tiempo. Nuestros juegos infantiles se quedaron atrás, en un pasado de alegrías, risas y juegos. Hoy me pregunto ¿dónde quedaron mis amigos de esos días? De seguro, fueron gotas de lluvia que el viento arrastró.
Volverán las tupidas madreselvas de tu jardín las tapias a escalar y otra vez a la tarde, aun más hermosas, sus flores se abrirán; pero aquellas cuajadas de rocío, cuyas gotas mirábamos temblar y caer, como lágrimas del día... ésas... no volverán.
Esta remembranza se ha originado por la notas que he leído en días anteriores. La maestra de una escuela primaria de Ciudad Juárez cubrió la boca de sus alumnos con cinta adhesiva durante cinco horas para evitar que hablaran en clase porque sus pueriles parloteos la molestaban. Imaginemos que fuera preceptora de una de las cámaras legislativas y parchara los labios de los que ahí trabajan, los aplausos del pueblo se oirían en el cielo.
Lo que no tiene nombre son las tres averiguaciones correspondientes a igual número de querellas que presentaron los familiares de tres niños que cursan sus estudios en un kinder Montessori del Distrito Federal. Recibiendo el Ministerio Público una comunicación de la Secretaría de Educación Pública que le dio a conocer que dicho plantel no cuenta con registro oficial para funcionar como centro educativo. Lo que desde luego indica una laxitud en el actuar de las autoridades que pone en peligro a los niños ahí inscritos. Es decir a los hechos que dieron lugar a que los padres de tres niños denunciaran al plantel se debe agregar que el plantel comete un fraude al ofrecer un servicio educativo del que carece pues no está autorizado oficialmente ni supervisado para prestarlo.
Desde que ocurrió la tragedia en que perecieron los bebés en la casa cuna que se incendió en Hermosillo el 5 de junio del año de 2009 cualquiera pensaría que los responsables estarían procesados y castigados y sin embargo, al contrario, al parecer no han sido tocados y ni siquiera llamados a rendir cuentas. Que tratándose de niños, el comportamiento de los mayores sería en su favor. Pero la impunidad se ha vuelto una constante. Recordar, en este caso, no es vivir, es pensar en el horror de una hornaza y en la protección que han recibido los culpables. Los nombres de Eduardo Bours y de Horcasitas no podrán ser olvidados. No se necesita una sentencia, la comunidad ya los ha juzgado.