Hace años tuve la oportunidad de asistir a un curso sobre manejo de recursos naturales, durante el mismo, uno de los expositores nos explicó el papel que juega la tecnología en el descubrimiento de nuevos recursos o en el aprovechamiento de algunos recursos ya conocidos, pero que momentáneamente se encuentran indisponibles para el uso humano. Decía que todo era cuestión de desarrollar la tecnología apropiada para descubrir y aprovechar nuevos recursos que están ahí a la mano, pero que no podemos usarlos por falta de ésta, sin duda nuestro interlocutor tenía razón pues ahora conocemos muchos casos en los que esto está sucediendo. Por ejemplo, ahora se sabe que se han descubierto nuevas fuentes de hidrocarburos como los cristales de metano que se encuentran en las profundidades de los océanos, pero que aun no están disponibles porque no se ha inventado la tecnología para extraerlos y ponerlos en el mercado.
En otros temas similares se ha completado el proceso y se ha llegado a un éxito económico relativo, tal es el caso del "gas pizarra" que se descubrió que se encontraba atrapado en la piedra y que para aprovecharlo se tuvo que desarrollar una tecnología consistente en la inyección (a la piedra) de un coctel de más de 200 químicos, incluyendo agua, para quebrar la piedra y liberar el gas.
Hasta aquí, todo se ve sobre ruedas y encaminados a un proceso seguro de descubrimiento-innovación tecnológica sin fin que resolvería todos nuestros problemas de recursos, sin embargo, es importante acotar este proceso y reflexionar acerca de los otros aspectos ligados a las nuevas tecnologías que podemos llamarlos impactos ambientales o si lo prefieren de manera más elegante, efectos colaterales.
Algunas personas llevan esto al extremo de un escepticismo moral que consideran a la ciencia y a la tecnología como socialmente desestabilizadoras y dañinas o las del otro extremo que solamente ven los beneficios sociales y económicos, no obstante, entre estas dos actitudes existe otra, la de la duda moral, que considera a la ciencia y a la tecnología como formas "poderosas de conocimiento y acción que las hacen muy atractivas, pero que a veces tienen efectos colaterales de grandes consecuencias." Como la extracción del gas pizarra o gas asociado que antes mencioné, que incluye en el cóctel más de 40 compuestos de alta peligrosidad, muchos de los cuales son carcinógenos, que tienen la capacidad de infectar el suelo y el agua y destruir toda la biodiversidad a su alcance.
Existe un permanente cuestionamiento ético a la tecnología, lo cual no es gratuito o "la burra no era arisca...", resultado de una serie de desarrollos tecnológicos, se ha exacerbado y reconocido el problema de la contaminación ambiental, se descubrió el calentamiento global y el cambio climático como resultado de las emisiones de gases de efecto de invernadero y se reconoció también la incapacidad de la naturaleza para amortiguarlos, las innovaciones.
En este contexto, emerge la ecología política centrada en un cuestionamiento de los "modos de producción, de consumo e, incluso, de vida supuestos por un productivismo sistemático, un crecimiento cuantitativo a cualquier precio, un despilfarro sin freno que ponen en peligro nuestra relación con la biosfera. Paralelamente, la ecología política se ve azotada por las reacciones ofuscadas de los humanos, inconscientes ante el saqueo del planeta por el sistema industrial y la rápida degradación de los recursos naturales más elementales."
Hoy, muchos de nosotros nos estamos expresando a través de la "ecología política" cuando nos oponemos a la destrucción y envenenamiento de nuestros ríos y humedales, a la deforestación de los bosques en la parte alta de la cuenca Nazas Aguanaval, a la sobreexplotación y sobreadjudicación del agua subterránea y superficial, cuando pedaleamos en nuestras bicicletas para reclamar una movilidad sostenible ligada a importantes transformaciones en el terreno de los transportes y urbanismo, y cuando exigimos una gestión adecuada de los residuos sólidos.
Son nuevos tiempos signados por la innovación tecnológica, pero también por un aumento de la conciencia ecológica y la participación ciudadana.