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Legitimidad en el aire

ALBERTO AZIZ NASSIF

Lo que se daba por un hecho, que el heredero designado por Hugo Chávez, Nicolás Maduro, ganaría las elecciones de forma amplia, no ocurrió. El resultado del 14 de abril fue prácticamente empate: 50.66% para Maduro y 49.07% para Capriles. Este acercamiento ha llevado a la oposición a exigir un recuento y mientras eso no suceda no se reconocerá el triunfo. Lo cual coloca a Venezuela en una crisis importante, sobre todo por la gran polarización social que cruza al país. Cualquier semejanza con lo que sucedió en 2006 en México es mera coincidencia.

La posibilidad de que Chávez seguiría ganando batallas después de muerto como El Cid, se ha venido abajo. Tras la ausencia del líder el escenario cambió por razones obvias, Maduro no es Chávez. Casi 6 meses después de que Chávez le ganara a Capriles por un poco más de 10 puntos porcentuales, ahora la ventaja se redujo a 1.5% y el voto volátil -casi 680 mil personas- se fue a la oposición y produjo una apretada victoria o como algunos diarios dijeron: "por un pelito". Aunque el proyecto chavista siga, lo que se vuelve a comprobar es que el carisma de los liderazgos no se hereda y que una parte fundamental de los triunfos de Chávez giraba alrededor de su personalidad.

La historia electoral reciente muestra que los votos por Chávez se mantuvieron en una línea ascendente entre 1998 y 2006, en donde sus victorias fueron por diferencias de 12.4% hasta de 25.9% respectivamente. En 2012 la diferencia sólo llegó a un poco más de 10 puntos. La única vez que el chavismo perdió en las urnas fue en 2007 cuando se hizo el referéndum sobre la reforma constitucional, en donde ganó el voto negativo por una distancia mínima. Poco a poco se ha empezado a fortalecer la oposición y ahora tiene en Capriles a un líder con carisma, que llegó a tener casi la mitad de los votos del país, con importantes triunfos en ocho estados y once capitales del país. La participación fue alta porque casi 8 de cada 10 venezolanos (78.71%) acudieron a las urnas.

La oposición tiene argumentos importantes para impugnar el resultado, sobre todo por las inequidades en esta corta campaña, en donde la parte gubernamental quedó fundida con el aparato político, por lo que voces críticas han denunciado que el oficialismo chavista ha usado y abusado de los recursos públicos del Estado con fines electorales y ha ejercido un control mediático en donde se margina la campaña opositora. El sistema electoral venezolano está automatizado, el voto se emite de forma electrónica, lo cual presenta ventajas, como la omisión de errores en las sumas y los cómputos, además de lo rápido que se pueden dar resultados completos del universo. La misma noche del domingo Venezuela supo cómo había votado el país. La parte negativa son las sospechas sobre la posibilidad de manipular las máquinas, o de que se haya ejercido presión en algunos sectores para decirles que su voto no era secreto. De cualquier forma, sorprende que a pesar de toda la inequidad y el control institucional del chavismo, la oposición haya crecido hasta llegar a tener casi un empate.

Las decisiones políticas que siguen serán muy importantes para la gobernabilidad de Venezuela. El emplazamiento de la oposición es una condición para la legitimidad del gobierno; incluso la OEA respalda el recuento. Si no se logra algún tipo de recuento, la mitad de la ciudadanía no quedará satisfecha y las condiciones para gobernar se volverán más complicadas. Además, si a la delicada situación política se le suman los problemas de una economía petrolizada que tiene importantes problemas de inflación y falta de inversión privada, el fututo inmediato se llena de incertidumbre. La polarización del país está expresada en las regiones, Venezuela quedó partida a la mitad en preferencias electorales, que son una expresión contrastante de dos proyectos de país.

Aunque ya se sabe que nadie experimenta en cabeza ajena, la experiencia mexicana de 2006 muestra que no haber hecho un recuento completo de los votos provocó consecuencias importantes y una falta de legitimidad en el gobierno. Lo cual a su vez lo llevó a tomas decisiones equivocadas, como la estrategia de seguridad y la coalición gobernante que no pudo sacar adelante una agenda legislativa.

En Venezuela se puede hacer un recuento de votos o se puede ignorar el reclamo opositor, de esa decisión dependerá, nada más y nada menos, la legitimidad del gobierno entrante. Veremos qué sucede…

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