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Libertad

Diálogo

YAMIL DARWICH

Luego de la vida, es indudable que el derecho humano más importante es la libertad.

La libertad, se refiere a la posibilidad de decidir por uno mismo; hacer lo que deseemos; decir lo que pensamos; tener la información que nos permita decidir y definir lo que queremos hacer en el presente y para nuestro futuro; vivir en paz, con tranquilidad y deambular por nuestras calles sin preocupación; acudir a centros de diversión y restaurantes. Intentar ser felices.

Ser libre, es un derecho, que aún en pleno siglo XXI, no alcanzan muchos humanos en los países más retrasados y pobres; en los de menor desarrollo cultural, con un sistema político débil y menos desarrollados; entre ellos estamos incluidos los mexicanos, al no tener libertad y de entre todos, nosotros, los laguneros, quienes particularmente somos agredidos.

No somos libres, puesto que no tenemos la oportunidad de ejercer nuestro derecho a deambular libremente; nadie tiene la seguridad de no encontrarse atrapado en medio de una balacera y lo más desagradable: vivir la intranquilidad cuando los seres queridos se encuentran fuera de casa y sabemos, por las redes sociales, de ataques armados en las calles, quedándonos, únicamente, rabiar ante la impunidad.

Tampoco podemos hablar de libertad, cuando no podemos expresarnos libremente y menos aún, cuando al parecer hemos perdido el derecho a recibir la información que nos interesa; los últimos ataques al Siglo de Torreón, -ya les tocó el turno a los otros medios escritos- demuestran que estamos presos y amordazados dentro de nuestras ciudades y hogares, en medio de un estado de queda no declarado pero real, porque es evidente que tan pronto oscurece, incluso a plena luz del sol, debemos guarecernos y empezar a dejar las calles desiertas.

El derecho a conocer lo que sucede con nosotros y nuestros conciudadanos, atender nuestros intereses por medio de la información en tiempo y forma, adecuada a nuestras necesidades de saber, también pretenden coartarlo.

Es claro que la fuerza de los balazos y el civil muerto en el penúltimo ataque a nuestro periódico local, demuestra que nos quieren limitar el derecho a saber.

De nada nos sirven las promesas y los inútiles intentos de las autoridades por mejorar nuestras precarias condiciones de vida; ¿para que acuden las fuerzas públicas a los puntos de agresión, cuando los maleantes huyeron? ¿De que sirven sus impresionantes operaciones de cercos en lugares donde hubo ataques? ¿Y esos helicópteros, volando inútilmente en zonas donde ya no se encuentran los malhechores? ¿para qué todo ese aparato de apariencia, si todos sabemos que para cuando reaccionan ya están muy lejos los pistoleros?

Esas acciones, además de todo, parecen ser artificios de encubrimiento de la ineficiencia; y lo que nos quieren hacer ver como buena voluntad por alcanzar logros, en realidad es consumo inútil de energía -combustión que se suma al ambiente de nuestras muy contaminadas ciudades- y justificación del fracaso.

Estamos presos en nuestra propias ciudades, por personas que no son de nuestra región, esas que nos han invadido ante la facilidad para mantenerse impunes, frente a autoridades ineficientes y desconcertadas, incluso agredidas y también indefensas ... ¿ o no?

Tampoco podemos planear nuestro futuro a partir de trabajar el presente; cada vez está más afectada nuestra economía y hemos perdido empleos e inversiones, porque nadie quiere venir a trabajar con nosotros, mucho menos a vivir en La Laguna, por ser una zona insegura, aunque nos borren de las estadísticas al partirnos, dejando a una parte de nuestra región como estado de Durango y otra de Coahuila. ¿Cree que sea por ignorancia o manipulación intencional?

Estamos hartos de mal vivir y empezamos a tomar decisiones equivocadas: los que pudieron abandonaron nuestras ciudades, incluyendo estudiantes que ya emigraron a otros puntos de México o fuera de él; los programas de intercambio académico internacional están agonizantes, porque los estudiantes extranjeros no tienen autorización de viajar a nuestra tierra, por peligrosa; quienes no hemos escapado, huyendo de la inseguridad y el temor, vivimos enclaustrados en casas, de colonias más o menos amuralladas, con el oído atento a posibles disparos cercanos y el ulular de sirenas.

Y las autoridades civiles y militares declarando, como si con el discurso demagógico pudieses detener la violencia, hablando de buenos propósitos y planes que fracasan, tratando de justificarse y salvar el sueldo y el pellejo propio.

Y LA MAYORÍA TAMBIÉN TIENE MIEDO

¿Hasta cuándo nuestras autoridades volverán la mirada y el interés verdadero por La Laguna, región que fue la quinta más importante de México? Si no es por cumplimiento del servicio público, al menos deberían pensar que están "matando a la gallina de los huevos de oro".

Sin poder encontrar solución, desamparados, los laguneros bien podemos decir, como el personaje de la famosa serie televisiva infantil: ¿Y ahora ...quién podrá salvarnos?

ydarwich@ual.mx

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