En Cuba está simplemente prohibido tener un periódico independiente del gobierno. En Venezuela el régimen ha confiscado o cooptado los medios electrónicos que se atrevían a expresar puntos de vista disidentes. En Argentina la presidenta Cristina Fernández ha lanzado una guerra para despojar a Grupo Clarín, crítico de su gobierno, de cuando menos una parte de sus medios electrónicos. En Ecuador Rafael Correa ha impulsado una ley que castiga la crítica a los miembros del gobierno; y mientras ofrece asilo a Julian Assange de WikiLeaks y a Edward Snowden, que ha divulgado el espionaje electrónico de Washington, decreta multas cuantiosas, aun antes de ser sometidos a juicio, a quienes divulguen información reservada. Podemos hablar incluso de Estados Unidos, donde se promueven cargos de espionaje contra quien ha expuesto actividades de espionaje del gobierno.
Por convocatoria del escritor Mario Vargas Llosa y la Fundación Internacional para la Libertad, se han reunido ayer jueves en Casa de América en Madrid un grupo de periodistas y activistas para discutir los retos a la libertad en Iberoamérica. Participan, entre otros, la cubana Yoani Sánchez y la venezolana María Corina Machado, que han enfrentado valientemente a sus gobiernos autoritarios. Las conclusiones no son positivas. Latinoamérica está viviendo un retroceso importante en las libertades individuales.
México no es el primer transgresor. Por lo menos en nuestro país el Gobierno federal no lleva ya a cabo actos abiertos de censura como ocurre en otros países. De hecho, México, junto a Chile, Colombia y Perú, se encuentra en el grupo de países de Iberoamérica en el que hay un mayor respeto para las libertades fundamentales, particularmente la de expresión.
Faltas como la prohibición a la contratación de tiempos en medios electrónicos para la defensa o promoción de ideas políticas, lo cual deja la publicidad política en un monopolio de los partidos, parecen relativamente menores en comparación con las que cometen los gobiernos de otros países. En México, sin embargo, persisten prácticas de presión y cooptación a periodistas independientes por parte de gobiernos estatales.
La gran falta de México sigue siendo la falta de protección a los periodistas ante narcotraficantes y otros criminales. Este problema lo comparten países de Centroamérica como Guatemala, Honduras y El Salvador. En México hemos tenido casos como los de Alfredo Jiménez Mota de El Imparcial de Sonora, desaparecido en 2005; o los de los Gamaliel López Candanosa y Gerardo Paredes Pérez de TV Azteca Monterrey, desaparecidos en 2007. El Comité de Protección a Periodistas colocó este año a México en el lugar número 7 de su Índice de Impunidad con 15 asesinatos de periodistas sin resolver.
Los periodistas no deben recibir un trato especial de las autoridades. Lo que hemos visto en México es un colapso del sistema de seguridad. En México se cometieron en 2011 más de 27 mil homicidios dolosos en contra de personas de todo tipo de ocupaciones: 24 por cada 100 mil habitantes. La cifra es enorme. Y la impunidad prevalece. Más del 80 por ciento de los homicidios en el país quedan impunes, según México Evalúa.
Los periodistas no son diferentes a otras víctimas, pero los asesinatos y desapariciones de periodistas han obligado a algunos periódicos importantes del país a abstenerse de dar cobertura detallada a las actividades del crimen organizado. En esto la sociedad paga un precio muy alto. No sólo por las víctimas de la violencia sino por la falta de información que le impide entender la situación y reaccionar a ella.
GOLPE
No tengo ninguna simpatía por el régimen islámico que encabezaba Mohamed Morsi en Egipto. Pero el golpe militar contra un gobierno electo democráticamente es un retraso muy importante. El que una multitud vitoree a los golpistas no es excusa.
Twitter: @sergiosarmient4