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Libro «de superación» de Romain Rolland

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Libro «de superación» de Romain Rolland

Libro «de superación» de Romain Rolland

Saúl Rosales

Los libros de «superación personal», de «autoayuda», de «motivación» y de terminajos similares conquistaron el mercado desde la segunda mitad del siglo pasado. La sociedad capitalista produce demasiada gente de espíritu minusválido que requiere que le empujen el ánimo para ir al futuro que prevé.

En el otro extremo, una buena cantidad de espíritus íntegros y optimistas también necesitan y adquieren tales libros mágicos porque refuerzan las ambiciones narcisistas que los mueven. Minusválidos e íntegros son impulsados por una urgencia estimulada por un sentido práctico.

El pragmatismo de lo rápido y eficaz los lleva a libros que les den recetas, fórmulas, procedimientos que les indiquen el camino, que les descubran las potencialidades con las cuales llegar al triunfo en veinte lecciones, que les enseñen el método mediante el cual alcanzar el fulgurante neón del éxito.

Los autores de tales libros pueden ser los vendedores más grandes del mundo pero sus lectores seguramente son los seres más desalmados de su cuadra porque esas obras lo que hacen es estimular el egoísmo, el narcisismo, el individualismo y por supuesto el pragmatismo falaz de que sólo lo útil es valioso, que sólo lo útil es bello.

Pero existen y han existido autores del otro tipo, los que intentan despertar y desarrollar lo mejor del ser humano con obras que no tienen pizca de charlatanería y en cambio son pletóricas de sabiduría, de filosofía y de arte. Yo frecuento mucho un libro de este tipo, de extensión módica y gran riqueza.

Ese libro no tiene un título «atrapaincautos» como los de «superación». Se llama sencillamente Vida de Beethoven. Su autor es Romain Rolland, escritor francés a quien otorgaron el Premio Nobel en 1915. El breve volumen fue publicado por primera vez en 1903.

Rolland escribió esa obra sobre Beethoven y otros libros similares para la gente vacía de esperanza y pobre de alegría que no posee “siquiera el consuelo de poder dar la mano a sus hermanos en la desgracia, que nada saben de ellos y de quienes ellos nada saben”.

Esas palabras dan idea del profundo humanismo del francés que produce su obra para que quienes se sienten infelices vean que los grandes como el Sordo de Bonn también fueron víctimas: “no se quejen tanto los que son desdichados, pues que los mejores de entre los hombres están con ellos”.

Así, cuando se profundizan mis desdichas voy a la música de Beethoven y a los libros escritos sobre él y su obra. (Al tiempo de escribir estas líneas me hundo en el adagio de la sonata Hammerklavier, en la canzona del cuarteto en La menor, en varias de las sonatas para violín y piano y más). Igual, releo el libro de Rolland.

Dice el Nobel francés: “En medio de sus penalidades [Beethoven] anhelaba que su ejemplo pudiera servir de sostén a todos los desvalidos; y que el desgraciado se consolase con encontrar un desgraciado como él”.

Agrega que Beethoven es “el más grande y el mejor amigo de los que sufren y de los que luchan. Si las miserias del mundo nos entristecen, él se sienta a nuestro lado”.

Y el ejemplo de superación personal, de autoayuda, de motivación que se puede ver en el gran Sordo de Bonn queda resumido en sus propias palabras del Testamento de Heiligenstadt: “que el desventurado se consuele con encontrar un desventurado como él, que, a pesar de todas las trabas de la naturaleza, ha hecho cuanto de él dependía para ser digno del dictado [nombre] de artista y de hombre”.

¿Cuál es el sentido de los entrecomillados precedentes? Resaltar la solidaridad de Beethoven para los desventurados y sobre todo su voluntad de luchar y de triunfar, de «alcanzar el éxito» con sólo su virtud: “La virtud ha sido mi sostén […].”

Igualmente, las alusiones que hago al libro La vida de Beethoven, de Romain Rolland, quieren mostrar cómo el humanismo, la voluntad de lucha, la decisión de triunfo y la virtud del gran sordo se repiten, se reproducen en el escritor francés por ser espíritu gemelo del autor de la famosa Novena Sinfonía. Uno y otro son prototipos del triunfador que no necesitó libros de «superación», «motivación», ni «autoayuda». (El 16 de diciembre es el cumpleaños de Beethoven).

Correo-e: rocas_1419@hotmail.com

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