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Libros de empresa

Contexto lagunero

Por Juan Manuel González

Por lo general, nos ha sucedido a los que escribimos sobre temas de negocios: las editoriales al juzgar la propuesta de un libro, nos dicen que es demasiado teórico, que debemos hacerlo menos serio, más ágil, de más sencilla lectura y de mayor afinidad con los lectores potenciales. Y está bien, sólo que a veces no es posible satisfacer esos requisitos. Un buen amigo me mostraba su material sobre negocios, el cual ha tenido la intención de publicarlo en un libro, el material es fruto de la experiencia y de la investigación en niveles directivos de los cuales ha formado parte. Quizá el libro no resultará suficientemente ameno, pero él se propone ofrecer a directivos y profesionales, con cierto detenimiento, algunas reflexiones en la sugestiva área de conocimiento que aborda.

Había una agencia de conferencistas -ignoro si todavía existe- que en su publicidad anunciaba estar en el negocio del "entretenimiento oral de públicos selectos", se referían a conferencias muy amenas, muy divertidas, pero de las cuales no se puede esperar un resultado práctico, aplicable y valioso de la misma manera, una editorial de libros de empresa podría pensar más en contribuir al ocio de los directivos, que en hacerlo a su desarrollo profesional.

Sucede también en el cine, hay películas o programas de televisión que pueden tener muchísimos espectadores sin que ello signifique necesariamente que su contribución al buen cine y a la televisión sea valiosa.Lo mismo pasa con los libros sobre negocios y de empresas; en la universidad, los libros deben facilitar el aprendizaje de los alumnos en los diferentes campos, pero en la vida práctica de las empresas, esto es diferente para los directivos en ejercicio.

Los directivos esperan que sus acciones formativas habituales, incluyendo las lecturas de libros de negocios, resulten sobre todo, aplicables a sus muy particulares situaciones que cotidianamente han de encarar. Si además de ello, son amenas, ágiles y de lectura sencilla, que mejor. Sin embargo, si son de aplicación práctica, lo demás sale sobrando.

Son numerosos los aspectos a considerar, pero habría que decir que, así como en otros campos del conocimiento parece haber gran atención al rigor científico, en la literatura sobre las empresas podemos encontrar saber muy certero y singulares e interesantes puntos de vista de autores no tan científicos.

¿Qué debemos entender por libros de empresas? Son los que contribuyen con rigor a las áreas de las finanzas y la administración de las empresas o al desarrollo de directivos, empleados y trabajadores, orientados a la reflexión oportuna y quizá, también, entretenida. La definición anterior es una simplificación mía muy atrevida. Siguiendo con mi atrevimiento, puedo decir que en los libros sobre empresas hay dos tipos: los de una única y rápida lectura que resultaron interesantes para el lector, pero que no tienen aplicación práctica inmediata y que, sin embargo, se guardan y se tienen a la mano. Y los que después de su lectura se convierten en libros de consulta y que uno los llena de anotaciones o de marcas con colores u hojas dobladas, a las que uno piensa acudir de nuevo llegada la ocasión.

A veces los lectores celebramos más la calidad de la redacción que su significado, o el ritmo ágil y la expresión amena, que la profundidad de pensamiento. Y cuando estamos en línea con las ideas del autor, si estamos de acuerdo con sus ideas, eso nos hace ser menos exigentes en cuanto a la agilidad, la amenidad y la sencillez de la lectura.

Hay libros de ágil lectura, pero de aportación modesta o incluso nula, restan más conocimiento del que agregan y que sólo piensan en la afinidad con el lector.

Así como hay autores muy enriquecedores y alineados con el sentido común, hay otros que tratan de manipular a los lectores, probablemente para vender sus servicios o servir a intereses específicos. Por ejemplo, hay libros que critican la Dirección por Objetivos en beneficio de los modelos que ellos proponen, sin conseguir imponer éstos sobre aquella, ya que William Edwars Deming la ha justificado con argumentos muy sólidos, sobre todo por sus resultados.

Hay también mucha literatura sobre mercadotecniaque recomienda mucho cuidar la imagen de la empresa como objetivo primordial. Cuando se trabaja más en cuidar la imagen que en asegurar el futuro, se pueden cometer graves errores, como es el caso de una empresa de aprendizaje electrónico que en el año 2001 en un alarde de prosperidad, declaró a los medios que en 2003 cuadruplicaría su facturación para llegar a 30 millones de euros. Luego, en 2002, declaró más de un millón y medio de pérdidas y, en 2003, facturó sólo la quinta parte de lo anunciado dos años antes. Como sabemos, no se recomienda la autocomplacencia ni siquiera ante los logros ya alcanzados.

En cuanto a las teorías sobre la calidad, hay que decir que el concepto parece en ocasiones, vincularse solamente al seguimiento de documentación de procesos, aunque éstos sólo se sigan por cumplir el requisito y nadie en la empresa les dé seguimiento ni agreguen valor a nada.

Ante los conceptos expresados anteriormente, los lectores podrán asentir o disentir en función de sus experiencias, aclaro que no se trata de coincidir sino de reflexionar y de observar con cuidado los denominados libros de empresa y las lecturas que de ellos se hacen.

jgonzalez2001@hotmail.com

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