Con el paso de los años nuestros objetivos, valores y coincidencias con determinadas personas, posturas ideológicas y formas de ver la vida, cambian. Ello es parte del proceso evolutivo y los ciclos que experimenta el ser humano desde que nace hasta el término de su paso por el mundo. Los budistas lo llaman la impermanencia y lógica finitud de las cosas. Se vale reflexionar, cuestionarse, emprender, transitar distintas sendas, cambiar de opinión, no sentirse a gusto en ciertos sitios y emigrar.
Sin embargo, cuando a los políticos de México se refiere, dichas crisis de conciencia son, llanamente, consecuencia de su desmedida ambición por estar en el candelero de forma indefinida.
Y es que a últimas fechas, querido lector, la fila para ser atendido por el IFE y gozar de las mieles del financiamiento público, se ha vuelto un sitio bastante concurrido entre aquellos que coincidentalmente, ni tienen hueso o se miran descobijados por el caluroso abrigo que emana de la cúpula del poder y de quienes lo detentan.
Tal parece ser el caso de Manuel Espino, quien desde hace tiempo sufre el amargo extravío que le significó no ser parte de aquel célebre Club de Toby donde felizmente concurrían las querencias de Felipe Calderón. Ejemplos como el de Don Manuel sobran.
"No seremos partido ni paraestatal ni satélite del gobierno. Concertación mexicana es un partido político con capacidad de acordar, pero también con capacidad de hacer la crítica correspondiente a aquel que no esté contribuyendo para el bien del país", apuntó Manuel Espino, expresidente del PAN y representante de un pensamiento que fácilmente puede ser tildado de medieval y anacrónico, al acudir ante el IFE a solicitar su constitución como organismo político.
Y lo chusco del caso, es que lo hizo en compañía del experredista Manuel Arce, quien alienó a la izquierda al apoyar la candidatura de Eruviel Ávila al gobierno del Estado de México, y quien hoy dice que su grupo luchará por tener entre 440 mil y 660 mil militantes a fin de cumplir los requisitos.
Ahora sí que como coloquialmente se afirma: mezclaron la gimnasia con la magnesia. Dichos más, dichos menos, ayer asistimos a la confabulación de la izquierda acomodaticia con la derecha del medioevo en aras de un objetivo común: el acceso al erario. El hambre de poder, no cabe duda, es muy canija…
Pero ahí no queda la cosa, así que vamos poniéndonos cómodos. Al grito de "la lucha sigue, Zapata vive", descendientes del líder revolucionario Emiliano Zapata también se dieron cita en las oficinas del Instituto Federal Electoral persiguiendo el mismo objetivo: que el registro como partido le sea otorgado a la agrupación Revolución Nueva Imagen. "Hemos decidido constituir un nuevo partido después de ver el abandono en el que está el campo, por el que tanta gente murió, luchando por tierra y libertad", indicó Jorge Zapata, quien afirma ser nieto del Don Emiliano.
Ambos casos se suman a la racha de políticos que viéndose incapaces de existir sin el ansiado hueso y las canonjías y privilegios que confiere el "estar adentro y salir en la foto", ahora se dicen "consternados" y experimentando "una profunda crisis de principios" que los obliga a emigrar a mejores horizontes.
¿O no crees que en caso de cubrir los requisitos que les imponen nuestras leyes, el acceso a miles de millones de pesos de financiamiento no significaría la posibilidad de un promisorio y halagüeño porvenir? A la gorra ni quien le corra…
No dudamos, en ningún momento, que el ejercicio de la política es un modo de vida apasionante y que cualquier político -amigos de sobra ahí me lo cuentan a menudo- deja de extrañar su oficio hasta que muere. La bronca aquí, el meollo del asunto pues, es que la pretensión de muchos de constituirse en partido significa un costo que el contribuyente cautivo -tú, yo y muchos otros- habrá de asumir y finalmente sólo abonará hacer más onerosa a nuestra ya de por sí cara democracia.
Por ello te pregunto como lo hice al enterarme que Morena, de López Obrador, buscaba hacer lo mismo pese al desdén que muestra hacia nuestras leyes e instituciones: ¿necesita el México pluripartidista de más partidos? ¿Podemos y debemos permitirnos esos lujos? ¿No sería mejor destinar tales dineros hacia asuntos verdaderamente urgentes? ¿México se volverá un mejor sitio con el regreso de Manuel Espino y René Arce a la arena pública? Platícame qué opinas.
Mi juicio es simple y lacónico: quieren grillar y no tienen recursos para hacerlo. Acudir al IFE es su única opción. Miran, como sentenciara un célebre escritor, el paraíso en la otra esquina.
Twitter @patoloquasto
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