Con lo dramáticas que son, las imágenes no dan cuenta cabal de la tragedia que viven miles de familias pobres en estos días. El recuento de muertos y desaparecidos llega casi a 200; las lluvias, las inundaciones y los derrumbes han afectado a muchos estados.
Muchas comunidades siguen sufriendo la devastación de las tormentas: pueblos incomunicados, sin servicio eléctrico ni víveres, gente que lo perdió todo. Las despensas que llegan son insuficientes, en algunos lugares la gente tiene que caminar horas para llegar a un puesto de distribución de víveres. Son casi 60 mil los desplazados…
En Acapulco, por décadas espacio privilegiado para el recreo de todas las clases sociales, llueve sobre mojado; enfrentamientos en las calles entre bandas rivales, extorsiones y secuestros aterrorizan a sus habitantes. Los muy ricos, que tienen casas para los fines de semana, se recluyen en ellas o han dejado de usarlas. Los muy pobres, la inmensa mayoría, tienen que convivir con la violencia y, ahora, soportar las inclemencias del tiempo.
La furia de la naturaleza, que crece por el cambio climático, se agrava por la irresponsabilidad de las autoridades. En los últimos años han azotado al país los huracanes Gilberto (1988), Paulina (1997), Wilma (2005), y hace apenas seis años se registraron fuertes inundaciones en Villahermosa, capital de Tabasco… Julia Carabias, especialista en el tema y exsecretaria de Medio Ambiente, recuerda que después de los daños causados por Paulina se establecieron las bases para un ordenamiento ecológico del municipio de Acapulco. Sin embargo, en los últimos 10 años fueron urbanizados los humedales que forman parte de la laguna de Tres Palos y la costera: "eran palmares y zonas de desbordamiento de la laguna", dice Carabias, "ahora son grandes almacenes, hoteles, fraccionamientos, calles… pavimento". Y concluye: "El agua no perdona" (La Jornada, 24 de septiembre, 2013).
Frente a este desastre, los trascendidos generan nuevas razones para el repudio a la clase gobernante. Por un lado, los festejos de cumpleaños del gobernador Ángel Aguirre la noche del viernes en que se desató la furia: la fotografía lo muestra junto a sus amigos, entre los que destaca Rubén Figueroa, el gobernador que debió renunciar ante los crímenes de Aguas Blancas; son parte de la misma cofradía. Otras informaciones ubican al director del Fonden, José María Tapia Franco, celebrando la Independencia en algún casino de Las Vegas.
La tragedia hunde poblados, pero saca a flote lo mal hecho: la Autopista del Sol, realizada por grandes conglomerados -como ICA, Tribasa (hoy Pynfra) y GMD-, una obra que nunca quedó bien; los desarrollos inmobiliarios que parecen responder a una sola lógica: máxima utilidad al menor costo, lo mismo en viviendas populares que en hoteles y residencias de lujo, como los de Punta Diamante. Y lo que sigue, la corrupción después de los siniestros: los negocios que porta la reconstrucción y el desvío de los fondos para paliar los desastres, como se dice de Andrés Granier en Tabasco.
La ubicación de México en una zona de alto riesgo, de sismos y diversos fenómenos meteorológicos, obliga a la autoridad en los tres órdenes de gobierno a disponer medidas que reduzcan la vulnerabilidad y preparen a la sociedad para enfrentar los efectos de la emergencia.
Quisiera creer que, esta vez sí, sacaremos lecciones de la tragedia; que las autoridades planearán la ubicación de los poblados arrasados no sólo "respetando" a la naturaleza, sino observando criterios de racionalidad en el desarrollo urbano; que se investigará y castigará a los responsables, entre ellos a las autoridades municipales que modificaron los usos del suelo y autorizaron asentamientos en zonas de inseguridad garantizada. Quisiera creer que ahora sí, porque el costo de la negligencia y la imprevisión se pagan en recursos que no tenemos y en vidas humanas que son irremplazables.
POLICÍAS INVOLUCRADOS EN EL SECUESTRO
Aunque a nadie extrañe, la presunta participación de tres policías adscritos al sector Zona Rosa en el secuestro de los 13 jóvenes en el bar Heaven, vuelve a poner el dedo en la llaga. El secuestro como negocio de policías y la precariedad de los sistemas de control de confianza: los detenidos son policías "certificados".
@alfonsozarate
Presidente de Grupo Consultor Interdisciplinario