Los cementerios viejos
Los cementerios "viejos" de La Laguna son ricos en tumbas de tipo escultórico. Si pudieran hablar, ¿cuántas historias nos contarían esas tumbas, cuántas tragedias no habrán contemplado, cuántos lamentos habrán escuchado? Numerosas tumbas laguneras fueron documentadas como tarea preservadora del Centro de Investigaciones Históricas de la Ibero Torreón, en el otoño de 2003. En el cementerio de Ciudad Lerdo, Durango se encontraba ésta que ilustramos, dedicada a la memoria del señor Jesús José Campos. Dice el texto epigráfico "Aquí descansan los restos del señor Jesús José Campos. Deja como herencia su honor y nombre sin mancha. 28 de julio de 1913". El epitafio siempre me llamó la atención. "Honor y nombre sin mancha" sonaba a una especie de situación de duelo de sangre entre caballeros de mediados del Siglo XIX. Por otra parte, no se menciona esposa, ni hijos, ni familia alguna.
Como siempre sucede en estos casos, me ganó la curiosidad y me puse a investigar quién había sido este personaje tan misterioso. Acudí a los archivos, y pude localizar su acta de defunción, que es la número 22 del año de 1913, en la Oficialía Primera de Lerdo, Durango. La fecha, el 22 de septiembre de 1913. Otro misterio más: ¿por qué la fecha del acta de defunción es dos meses posterior a la del epitafio?
Un certificado médico debidamente firmado, menciona que el señor Campos "falleció a consecuencia de heridas, al parecer, hechas por armas de fuego". El señor José Jesús Campos era originario del Estado de Chihuahua, soltero de 36 años, agricultor, vecino de Gómez Palacio, Durango, mexicano, católico, e hijo del señor Timoteo Campos y de la señora Josefina Luján de Campos. José Jesús fue bautizado el 27 de abril de 1878 en San Bartolomé, Allende, Chihuahua. Era nieto paterno de don José Jesús Campos y de doña Rita Soto; y nieto materno de don Jesús Luján y doña (sic) "Rita Soto". El cuerpo del señor José Jesús Campos presentaba heridas de arma de fuego, una en la parte derecha del cráneo, y dos en el lado izquierdo del tórax. Su tumba quedó en el lote No. 65 del cementerio de Lerdo, Durango. Un misterio que queda, para siempre, sin resolver.
Otra tumba del cementerio de Lerdo, una de cantera rosa labrada para representar una especie de camafeo rodeado de una guirnalda de rosas, lleva sobre él el siguiente texto: "Juana Salazar. Enero 10 de 1899". ¿Quién era esta persona, cuyo epitafio lleva nombre y fecha, mas no el recuerdo ni el amor de ningún ser querido?
Al investigar, nos encontramos que la señorita Juana Salazar era célibe, originaria del Estado de San Luis Potosí, de la hacienda de San Martín, donde nació hacia 1831. Era vecina de Lerdo, e hija de D. José de la Concepción Salazar y de Da. María Mauricia Martínez, casados el 14 de mayo de 1825 en San Miguel Mexquitic, S.L.P.
D. José de la Concepción era originario de "Cerro Prieto" en San Miguel Mexquitic, y nació hacia 1805. Da. María Mauricia Martínez era originaria de "El Jaral" y vecina del "Cerro Prieto". Ella nació hacia en 1806.
Los abuelos paternos de Da. Juana Salazar Martínez fueron D. José Plácido Salazar y Da. María de Jesús Sustayta; los abuelos maternos lo fueron D. Miguel de los Santos Martínez y Da. María Cayetana Argueta. La señorita Juana Salazar no tenía hijos (obviamente) ni pariente alguno en la Comarca Lagunera. Murió el 10 de enero a las 22 horas con 30 minutos. Puesto que nadie se haría cargo de su funeral, se le destinó a la fosa común. Sin embargo, algún alma piadosa le obsequió este monumento funerario, apenas un cuadrito de cantera, con el objeto que no se perdiera su memoria del todo.