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Los clichés del azul y el rosa

Cultura de género, factor en la sexualidad

Los clichés del azul y el rosa

Los clichés del azul y el rosa

Fabiola Pérez-Canedo H.

Desde que se conceptualiza a una persona como hombre o mujer, la educación que recibe es distinta, el trato de la familia cambia cuando es un niño o una niña, todo esto influye en su comportamiento en el mundo exterior, y ya como adultos, también en la manera en que se desarrollan en el plano sexual.

La sexualidad se define desde la cuna; la niña en rosa, el niño en azul. Él puede gritar, se le permite la agresividad, la competencia, ella es educada para atender, para ser delicada.

Mientras crecen, a ella se le reprime el coito prematrimonial, la masturbación, tener varias parejas, las cuales sí son permitidas para él, a quien se le prohíbe llorar y expresar sus sentimientos. En la educación, esto determina el primer acercamiento de la persona al campo de la sexualidad.

ESTEREOTIPOS

La sociedad va creando estereotipos mediante sus creencias, valores y normas. Se trata de formas de conducta «adecuadas» para cada género, que se van adoptando a lo largo de la vida, especialmente en la infancia y adolescencia.

Los roles masculinos están relacionados con tareas productivas, de mantenimiento y sustento económico, mientras que los femeninos tienen que ver con tareas asociadas a la reproducción, cuidado de los hijos y cuidado emocional.

De esta forma, las mujeres adquieren características relacionadas con la dependencia, sensibilidad, afectividad, lo que reafirma el deseo de agradar. Son rasgos que configuran un rol de género que busca atender a otras personas.

En cambio, las características que se atribuyen al modelo masculino son las de ser fuertes, independientes, emprendedores, decididos, racionales, agresivos, lo que les confiere la construcción de un «yo» como protagonistas de sus vidas.

En consecuencia, en el plano sexual el varón debe contar con toda la experiencia para saber cómo satisfacer a una mujer. Por el contrario, una mujer experimentada es juzgada de «fácil», lo que complica al género femenino la expresión de su sexualidad y con frecuencia, se otorga al hombre la responsabilidad de causarle placer, cuando esto también depende forzosamente de la mujer.

Especialistas en sexología, señalan que hay casos de adolescentes que toman medicamento para mantener erecciones por mayor tiempo, pues están bajo una constante presión, ya sea por parte de sus amigos, la publicidad, la televisión, incluso de sus padres, lo que causa que tengan relaciones sexuales antes de estar listos.

Esta disparidad en la forma de abordar la sexualidad, según el género, ha derivado en que actualmente existan parejas que contrastan por completo y no puedan entenderse en la cama.

LÍMITES CULTURALES

Las madres son las principales culpables de fomentar la cultura machista. El estereotipo de la madre mexicana es aquella que dice a su hijo que sea «hombrecito», que no llore, que se aguante, que sea fuerte. Inconscientemente, la madre disfruta que su hijo sea el fuerte y poco a poco consolida en él conceptos del machismo.

Las feministas consideran que la sociedad mexicana ha sido construida por varones, de ahí que las leyes que tratan de regular aspectos meramente femeninos como el aborto, no tengan sentido alguno, pues fueron hechas por los hombres. En este aspecto, ellas advierten una falta de equidad en la que han buscado una mayor libertad, comenzando por la cama.

Por otra parte, también hay miles de mujeres con creencias muy arraigadas que no pueden simplemente hacerse a un lado, y en este campo se encuentran aquellas que, con más de diez años de matrimonio, nunca han tenido un orgasmo o que jamás le han dicho a sus maridos cómo les gusta que las toquen.

Son mujeres que experimentan una gran angustia al tener relaciones sexuales porque no las disfrutan, ya sea por miedo, nervios o dudas. La falta de placer en la cama es una falla importante en la pareja, que puede derivar en otros problemas en la vida diaria.

Aunque algunas parejas recurren a la terapia, a algunas mujeres les resulta inapropiado llevar novedades a la cama: juguetes eróticos, una posición distinta, lencería sexy, pues temen ser juzgadas.

Por su parte, hay hombres que se casan con la madre de sus hijos, pero no con su mujer. Entonces con su esposa únicamente tienen sexo en la forma «convencional», pero sostienen relaciones extramaritales con otra mujer con la que sí pueden tener sexo en cualquier posición y cumplir otro tipo de fantasías. Esta percepción de la pareja es totalmente errónea, pues la mujer debe ser la esposa, amante, cómplice y madre de sus hijos, sin que esto tenga que perjudicar en la percepción que se tenga de ella.

EDUCACIÓN

En la escuela, a los adolescentes se les enseña lo básico en cuanto a educación sexual, pero no a responsabilizarse de su cuerpo y su sexualidad. Entonces, si años más tarde una joven lleva como prevención un condón en su bolsa, se arriesga a que quien lo descubra la acuse de ser «fácil». No obstante, este mismo caso puede darse en un hombre y quizá se haga merecedor de algunas felicitaciones entre sus compañeros.

Los especialistas consideran que las actitudes sexistas sólo pueden ser combatidas con educación, mediante una adecuada instrucción sexual desde pequeños, para que no tengan que cargar con los roles desde la infancia o el hogar. En esta medida, el padre puede permitirse ser amoroso con sus hijos, cuidarlos y conectarse con ellos en el sentido emocional, mientras que la madre puede participar en actividades deportivas y demostrar fortaleza, valores que ambos comparten como familia y que no son exclusivos de un género u otro.

Desde el momento en que se vive en una sociedad, la sexualidad queda determinada por múltiples factores y el género es definitivo; sin embargo, pequeños cambios en cada familia pueden comenzar a generar una cultura de inclusión, donde hombre y mujer, cada uno con sus diferencias, puedan convivir en un plano de equidad.

SERES SEXUALES

La educación sexual en las escuelas se limita a la parte biológica, se habla de la menstruación en las niñas, los cambios en el cuerpo y la concepción, pero no hay una educación formal, que debería abarcar además los aspectos psicológico y social, pues todo esto influye en la manera en que cada quien se descifra como hombre o mujer.

La sexualidad cambia conforme se envejece, pero sigue presente durante toda la vida, por lo que tanto los adolescentes como los adultos mayores, pueden disfrutar de una sexualidad plena, con la evolución que implica el paso de los años. Los principales enemigos de la práctica de la sexualidad son la angustia, el temor y la culpa, razón por la cual desde niños es necesario aplicar conceptos en las instituciones educativas que combatan la violencia de género y promuevan el respeto a hombres y mujeres, entendiéndolos como seres que no son iguales.

Ultrasonidos revelan que, en el vientre de la madre, algunos fetos han tenido erecciones. Sexólogos consideran que los seres humanos son seres sexuales porque, finalmente, vienen de una relación sexual y sobre todo, por la sensibilidad que cada uno puede experimentar al sentirse hombre o mujer.

Una caricia, un beso, un abrazo, todo es parte de la sexualidad, y la manera en que cada uno se desenvuelve como hombre o mujer, va más allá del género de asignación, o de vestir al niño de azul y a la niña de rosa, pues implica la adquisición de conceptos implantados en la sociedad.

Correo-e: fperez@elsiglodetorreon.com.mx

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