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Los efectos del mayoriteo

Actitudes

JOSÉ SANTIAGO HEALY

Hace veinte años escuchamos de un consultor de empresa un llamado urgente de alcanzar decisiones por consenso para lograr mejores resultados en cualquier organización humana.

Acostumbrados a las decisiones por mayoría que nos impuso la democracia moderna, hemos olvidado la capacidad de diálogo e inteligencia del hombre para ir más allá de un simple acuerdo que sea aprobado por la mitad más uno.

Incluso en las elecciones para cargos públicos llegamos al extremo de entregar el poder a aquel candidato que tenga el mayor número de votos, sin importar si eso significa apenas el 20 o 30 por ciento del electorado.

De acuerdo a especialistas, la decisión por consenso busca no sólo el acuerdo de la mayoría de los participantes, sino además pretende resolver o atenuar las objeciones de las minorías para conseguir una decisión más satisfactoria.

A diferencia de lo que ocurre en una decisión mayoritaria o democrática, en el metódo de consenso no se vota, las propuestas se introducen, se discuten y se revisan cuantas veces sea necesario hasta llegar a la aprobación de todos los participantes.

Viene esto a cuento porque hoy se observa en México y en muchos otros países occidentales un deterioro del sistema democrático que ha convertido a las mayorías en rehenes o enemigos de las minorías.

En Estados Unidos un partido que no estuvo de acuerdo con la nueva ley de salud, la llamada Obamacare, se rebeló esta semana para provocar un "apagón" de las actividades operativas del Gobierno federal al bloquear la aprobación del presupuesto anual.

Después de una intensa lucha partidista, el 21 de marzo de 2010 la Cámara de Representantes aprobó por una escasa mayoría -219 votos a favor contra 212-la nueva ley de salud que fue firmada el 30 del mismo mes por el presidente Barack Obama.

Pero los republicanos, que entonces eran minoría en ambas cámaras, nunca estuvieron de acuerdo y ahora -tres años más tarde-- pretenden cobrar la factura.

En México hemos vivido episodios similares en infinidad de ocasiones, pero con especial énfasis durante este último año con la aprobación y puesta en vigor de la Reforma Educativa.

Fue el 10 de diciembre de 2012, apenas a diez días de iniciado el gobierno de Enrique Peña Nieto, cuando se lanzó la propuesta de Reforma Educativa con objetivos muy claros y loables, pero sin haber contado con la opinión de los maestros ni tampoco con los padres de familia.

Diez días después, el 20 de diciembre y gracias en buena medida al Pacto por México, la reforma fue aprobada por la Cámara de Senadores y al siguiente día la Cámara de Diputados le dio luz verde por un contundente margen de 360 votos a favor, 51 en contra y 20 abstenciones.

Sin embargo, los pormenores de las reformas legales no fueron sometidos al escrutinio de los sectores que directamente participan en la educación de los estudiantes mexicanos como son los maestros y los padres.

Meses más tarde cuando la reforma entró en vigor, tropas de maestros del centro y sur de México se rebelan e irrumpen en la ciudad de México con la intención de bloquear la nueva legislación o cuando menos negociar cambios a la misma.

Pero poco o nada han logrado y seguramente la Reforma Educativa será aplicada en breve a pesar del descontento del sector magisterial lo que sin duda menguará sus alcances.

Sería muy complejo cambiar de un día para otro el proceso de tomar decisiones por mayoría a decisiones por consenso y más en sociedades acostumbradas al mayoriteo, aunque valdría la pena intentarlo.

Beatrice Briggs, autora del libro "Introducción al Proceso de Consenso", enumera cinco elementos para alcanzarlo: voluntad para compartir el poder, compromiso consciente e informado en el proceso de consenso, intención común, agenda sólida y facilitación efectiva.

Lo cierto es que los gobiernos, partidos, empresas y organismos sociales duplicarían su efectividad si tuvieran la capacidad para obtener acuerdos en consenso sólidos y duraderos.

APUNTE FINAL

Muy lamentable que grupos sin aparente rumbo ni ideología aprovechen la celebración del aniversario 45 de la matanza de Tlatelolco para agitar las calles y agredir a policías desarmados. ¿Alguien pretende regresar a México a la era de la barbarie?

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