Se podría pensar que en esta colaboración pretendo relacionar la presencia regional de los importantes ecosistemas conocidos mundialmente como humedales con el paseo de Moreleando de Vuelta al Centro, pero no. Aunque hasta hace muy poco se criticaba a algunos ecólogos de que tenían como artículo de fe que todos los componentes vivos y no vivos del planeta estaban relacionados y que la modificación o falta de uno de ellos podía ocasionar desequilibrios, más pronto que tarde, el calentamiento global ocasionado por las emisiones agroindustriales de gases de efecto de invernadero que está cambiando el clima global y local, les dio la razón.
En realidad me estoy dando la oportunidad de comentar dos sucesos que ocurrieron este fin de semana y que son de trascendencia tanto para los humedales del norte de México como para la Comarca Lagunera, en particular de Torreón.
HUMEDALES
El 2 de febrero pasado se celebró el Día Mundial de los Humedales, se trata de la edición número 41 desde que se firmó en la Ciudad de Ramsar el Convenio Internacional sobre los Humedales. Estos son ecosistemas de una rica diversidad y productividad biológica, que albergan especies animales y vegetales únicas, además de una amplia diversidad de valores culturales e históricos y un extraordinario potencial para la recreación y el turismo sostenible. Pero también son ambientes sumamente amenazados y para muestra un botón: el Humedal de Cuatrociénegas reconocido internacionalmente como Humedal Ramsar y considerado Patrimonio Natural de la Humanidad, se debate entre la permanencia y la extinción. La sobreexplotación del agua ocasionada, entre otros, por los conflictos que se presentan entre la asignación de agua para las actividades económicas y para la conservación de ecosistemas, amenaza cada vez más la vida original, endémica y magnífica que se presenta en las bellísimas pozas que constituyen este humedal. El mensaje que nos enviaba la posible celebración nacional de los humedales en Cuatrociénegas era de optimismo y esperanza, ahora la expectativa estará en la actuación decidida de todos los involucrados en la conservación de un área singular que atrae la atención del mundo entero.
Mientras tanto, trabajemos en la sensibilización acerca de los beneficios que brindan estos ecosistemas únicos y como laguneros regocijémonos de tener un Humedal Ramsar muy cerca de nosotros: el bellísimo Parque Estatal Cañón de Fernández en el Río Nazas. Además de los humedales que se encuentran en diversos sitios del Aguanaval en el segmento que está dentro de la Reserva Ecológica Municipal Sierra y Cañón de Jimulco, entre los que destacan el Cañón de la Cabeza, la Flor de Jimulco y el Cañón del Realito. El primero de los mencionados se encuentra amenazado por la construcción de una presa que actualmente está en suspenso por falta de recursos, pero que en su momento fue repudiada por la opinión pública.
MORELEANDO DE VUELTA AL CENTRO
La segunda edición de este proyecto urbano que un grupo de jóvenes arquitectos, y de otras personas que ni son arquitectos ni son tan jóvenes, impulsa con gran éxito, dejó más clara la idea o la tesis que se está aplicando en este volver al centro que tomó como hilo conductor a la Morelos. El ambiente que se vivía en la mejor época de la Morelos era festivo. La alegría de los grupos se expresaba de diversas maneras y rara vez implicaba un gasto importante, no obstante se podía tomar café, un helado o comerse unos tacos o un lonche de carnitas y aguacate. Podías ver aparadores y caminar hasta el sitio en el que la "raza" poco a poco se iba agrupando, se socializaba con amigas y amigos; cuántos matrimonios se cuajaron aquí, seguramente muchos.
Ahora el proyecto es también festivo, la oportunidad de pasear por una bella calle y detenerse a escuchar un blues, jazz o rocanrol, ver al Primaveras hacer sus complejas piruetas, escuchar la lectura de una poesía o detenerte a ver lo que ofrecen los artistas o los mercaditos, quizá comprar algo, produce un gran ambiente festivo en el que se la puede uno pasar muy bien. Nos estamos dando cuenta que una buena vida y alegre puede salir barato y como no se ruedan coches, además bajar los índices de contaminación del aire.
Bárbara Ehrenreich en su libro Una historia de la alegría, argumenta que la eliminación de fiestas y celebraciones rituales y periódicas en la sociedad occidental en los últimos doscientos años es lo que ha provocado malestares que van desde el desánimo hasta trastornos bipolares, ansiedad y melancolía. Así es que a darle vuelo a la hilacha y a esperar la tercera edición de Moreleando de Vuelta al Centro.