Los nervios de la edad
Existe la creencia de que conforme avanzamos en edad, sufrimos algunos cambios en nuestra conducta. Que alguien caracterizado por ser tranquilo, al envejecer se altera y angustia ante casi cualquier situación. ¿Es verdad que el paso del tiempo afecta los nervios?
El sistema nervioso es un parte esencial del funcionamiento de nuestro cuerpo; básicamente es el responsable de coordinar e integrar las funciones vitales del organismo en el ambiente físico y social que nos rodea. Cada sonrisa, llanto, enojo, preocupación, carcajada o sorpresa, son ordenados desde él en conjunto con el cerebro. Por lo tanto, parece lógico pensar que puede verse sometido a una decadencia ocasionada por el paso del tiempo.
El sistema nervioso se divide en dos: el autónomo básicamente se ocupa de hacer todo de lo cual no estamos conscientes (por ejemplo el movimiento de los órganos internos), mientras que el llamado central o somático es el encargado de controlar gran parte de la conducta y todo lo que podemos llevar a cabo de forma consciente.
Si una persona se encuentra relativamente sana y joven, ambos funcionarán de manera óptima. El correcto trabajo se reflejará en cuestiones como la percepción, el comportamiento y la memoria. Asimismo el tacto y la vista, la forma en la cual los asimilamos, será más apegada al entorno. Por ello se controla de manera regular cualquier cambio de humor y las emociones son claras.
Conforme llega el envejecimiento se tienden a alterar principalmente estas últimas funciones. Los reflejos ya no responden de la misma manera y suelen darse casos donde los adultos mayores se caen o son incapaces de sostener bien los objetos, u otras situaciones similares.
A nivel mental puede ocurrir un fenómeno semejante. Las vivencias y muchos datos ya no se recuerdan de manera fácil o se olvidan. Asimismo se tienen cambios de humor de forma más rápida: hay llanto, tristeza o preocupación ante situaciones que antes no provocaban tal reacción.
LO POSIBLE VS. LO ALARMANTE
Usualmente se asume que con el incremento de la edad modificaciones como las citadas son irremediables y que forman parte del proceso de senectud, mas no necesariamente es así.
La generalidad de los especialistas coincide en que efectivamente conforme transcurren los años el sistema nervioso central se ve sometido a una degeneración ligera. La pérdida de cierta capacidad de retención en la memoria llega a ser normal, al igual que una disminución en los reflejos y el control de los sentidos. Pero ello no significa que el adulto mayor se la pase tropezando, tirando objetos, olvidando hasta los nombres de sus familiares. La alteración grave de estos aspectos no es parte del envejecimiento regular; si ese tipo de situaciones se presenta de manera notoria es probable que la persona se encuentre afectada por un padecimiento.
Con el paso de la edad, las neuronas y el cerebro pueden comenzar a transmitir mensajes más lentamente que en el pasado. Esto suele afectar al sistema emocional haciendo al individuo más sensible o irritable, aunque de manera ligera, sin que haya realmente cambios o efectos mayores.
Así, cuando alguno de los mencionados síntomas se manifiesta de manera descontrolada o con evidente intensidad, puede ser indicativo de que la persona está siendo afectada por un trastorno neurológico como el Alzheimer, mismo que regularmente surge después de los 60 años, afectando de manera gradual pero dramática la memoria, el pensamiento y las actitudes.
Si convive con alguien que empieza a mostrarse alterado, nervioso o preocupado por cosas que antes no le causaban el menor conflicto, o si manifiesta dificultad para resolver asuntos que cotidianamente no le parecían complicados, es recomendable solicitar orientación profesional a fin de determinar si es un mero efecto de la senectud o si se trata de Alzheimer (debe recordarse que uno de los principales síntomas de dicho padecimiento es el olvido de datos, ante lo cual resulta comprensible que se desarrollen estados de ansiedad).
Para ello se deben tomar en cuenta aspectos como el historial de la familia, la velocidad en la que se afecta la memoria y también si existen antecedentes de golpes en el cráneo. En todos los casos es preciso supervisar y observar con cuidado el comportamiento de la persona y sobre todo, acudir con un médico. El apropiado y temprano diagnóstico representa una gran ventaja en el correcto tratamiento de la enfermedad, remarcando que debe ser clasificada como tal y no como un achaque propio de la tercera edad.
Hay quienes llegan a experimentar episodios de desconcierto conforme acumulan años debido a otros males degenerativos, o alteraciones en los niveles de tensión arterial y glucosa en la sangre (una diabetes mal controlada puede interferir con el pensamiento), incluso por prescripciones o tratamientos inadecuados que se administran para dificultades de la memoria y la conducta.
Por otro lado es importante mencionar la posibilidad de que el cambio en la forma de manejar las emociones sea resultado de depresión. Dicho trastorno es hasta cierto punto común en quienes están envejeciendo (aunque puede presentarse a cualquier edad). Ante la sospecha de este diagnóstico es fundamental buscar apoyo profesional.
ANTES DE QUE SUCEDA
La clave para mantener el sistema nervioso en buenas condiciones radica en los hábitos que se adoptan desde la juventud. Una alimentación balanceada ayuda a garantizar el abasto de los nutrientes necesarios que serán útiles durante la adultez y la vejez. La calidad de lo que se ingiere debe acompañarse siempre de prácticas como la lectura, el ejercicio físico regular y la supervisión periódica de las funciones generales, por parte de un médico general.
Si en la familia se tiene un historial de padecimientos mentales y/o males crónicos resulta esencial procurar un monitoreo más estrecho, porque aumentan las posibilidades de enfrentar tales problemas en la vejez.
Para prevenir los efectos de la edad en los nervios existen algunos tratamientos enfocados en mejorar facultades básicas como la agilidad mental, la coordinación motriz y el control de las emociones, todo ello mediante acompañamientos terapéuticos.
El objetivo de la medicina actual es que todas las personas tengan al alcance los medios para disfrutar de una buena calidad de vida sin importar su edad; que conforme se suman cumpleaños, los diversos sistemas del organismo (incluyendo al nervioso) no se vean afectados por las enfermedades y cada vez se tengan mayores alternativas para tratar los síntomas del paso del tiempo. Ante los cambios abruptos de tipo físico o emocional lo mejor es acudir a un médico y exponerle la situación, él determinará los pasos a seguir para combatir o bien atenuar cualquier síntoma.
Correo-e: riturriaga@elsiglodetorreon.com.mx
Fuentes: Médico Neurólogo José Luis Mendizábal; Médico General Alberto Frayre.
SEÑALES DE ALARMA
-Dificultad para controlar emociones.
-Aparición continua de tristeza o ansiedad.
-Pérdida de sensibilidad en articulaciones, del sentido olfato o del gusto.
-Equilibrio afectado: caídas frecuentes e incapacidad para sostener objetos.
-Problemas para el control de la temperatura corporal normal (‘bochornos’ o frío constante).
-Pérdida de la memoria en el corto plazo.
No es normal
Con la aparición del Alzheimer la memoria y el pensamiento sufren alteraciones dramáticas en un tiempo muy corto. Esta enfermedad suele manifestarse después de los 60 años pero NO es causada por la vejez ni el paso de la edad.