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LOS SABORES DE FIORE

Lic. Florencia Durán García

A todas mis amigas lectoras:

Hoy empiezo esta columna con el afán de descubrir juntas todas las maravillas del buen cocinar; con todas las preguntas que como amas de casa nos hacemos ¿Cuál es el origen de este platillo? ¿Qué es lo que me estoy comiendo? y, sobre todo lo que todas pensamos ¿Me hará engordar? O ¿Afectará mi salud? Y la pregunta obligada en estos tiempos ¿Qué valor nutrimental tiene?

Por eso me atrevo, yo una ama de casa como ustedes que tuve la oportunidad de conocer un poco de la gran gastronomía que existe en nuestro País y del mundo y sobre todo la rica historia que encierran estos platillos.

Empezaremos la sección con uno de los platillos más tradicionales y emblemáticos de la cocina mexicana: El Mole.

Hay muchas historia sobre el origen del mole, todos coincidimos que tiene su origen en la cocina prehispánica sin embargo, con el pasar de los años, se combinó la cocina prehispánica con la cocina española creando la cocina criolla, que es la más pura esencia del sincretismo y el encuentro de ambas culturas traducidas en la deliciosa cocina mexicana.

Una de las historias que más me agrada por amena y pintoresca es la que cuenta la leyenda:

En una ocasión Juan de Palafox, virrey de la Nueva España y arzobispo de Puebla, visitó su diócesis, un convento poblano le ofreció un banquete, para el cual los cocineros de la comunidad religiosa se esmeraron especialmente. El cocinero principal era fray Pascual. Ese día estaba particularmente nervioso y comenzó a reprender a sus ayudantes, en vista del desorden que imperaba en la cocina. El mismo fray Pascual comenzó a amontonar en una charola todos los ingredientes para guardarlos en la despensa y era tal su prisa que fue a tropezar exactamente frente a la cazuela donde unos suculentos [(guajolote)] estaban ya casi en su punto. Allí fueron a parar los chiles, almendras trozos de chocolate y muchas más especias echando a la comida que debía ofrecerse al Virrey. Fue tanta la angustia de fray Pascual que éste comenzó a orar con toda su fe, justamente cuando le avisaban que los comensales estaban sentados a la mesa. Un rato más tarde, él mismo no pudo creer cuando todo el mundo elogió el accidentado platillo.

A pesar de ser un platillo con un gran número de ingredientes fuertes o muy condimentados, un mole bien preparado no es pesado para el estómago.

Y recuerden el placer del comer está en la vista, en los aromas y en el paladar.

¡Buen provecho!

duranflorencia@gmail.com

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