EL PRIMERO DE DICIEMBRE del año pasado una turba de vándalos armados de varillas, bombas molotov, piedras, palos, granadas de fragmentación y los rostros cubiertos con paliacates, irrumpió en los alrededores de Cámara de Diputados para enfrentarse a policías que custodiaban el recinto legislativo, con motivo de la toma de protesta del nuevo Presidente de la República.
PERO AL VER FRUSTRADAS sus intenciones, la turba tomó la decisión de trasladarse a otro punto de la ciudad: a la avenida Juárez frente a la recién remodelada Alameda de la Ciudad de México. Ya plantados ahí, nuevamente se enfrentaron a las fuerzas del orden que trataban de contener su agresiva marcha sobre la calle Madero con la intención de llegar a Palacio Nacional.
FUE ENTONCES QUE optaron (tal y como era la consigna de quienes los habían contratado y pagado) irrumpir en comercios, bancos, hoteles y restaurantes de la avenida Juárez con palos y varillas, para destrozar todo lo que encontraron a su paso. Según los propietarios afectados, los daños materiales ascendieron a decenas de millones de pesos.
DURANTE LA REFRIEGA, fueron detenidas 85 personas y remitidas al Ministerio Público acusadas de violar el artículo 362 del Código Penal del DF, que se refiere a los ataques a la paz pública, por lo que no alcanzaban la libertad bajo fianza.
AL PRINCIPIO LOS opinadores en prensa, radio y televisión se hacían cruces respecto de quién o quiénes eran los personajes de la política, que bajo la mesa habían movido y pagado a los vándalos. Pero como dicen los filósofos latinos, "la verdad siempre relumbra al final" y sin necesidad de investigación alguna, los autores intelectuales de los actos vandálicos se descubrieron ellos mismos y solitos.
LA TRIBU DISIDENTE del PRD y de los "Chuchos", que operan René Bejarano y su cónyuge Dolores Padierna, asistidos por Martí Batres el flamante presidente de Morena, penetraron hasta el mismo corazón de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal y lograron reformar el artículo 362 del Código Penal, para ayudar y salvar sus vándalos procesados y poder así, que su proceso lo lleven en libertad bajo con fianza y no en prisión preventiva. Esta reforma fue aprobada por unanimidad de los legisladores perredistas y de Partido del Trabajo, gracias al "mayoriteo" de que gozan.
PERO ESO NO fue todo, los diputados perredistas José Luis Muñoz Soria y Roberto López Suárez, pertenecientes a la tribu del hombre de las ligas, René Bejarano y Dolores Padierna, pagaron con "¿sus ahorros?" las fianzas para liberar a los vándalos.
ESTAMOS FRENTE a un esquema de impunidad y corrupción cuidadosamente maquinado y elaborado que no tiene antecedentes históricos en este país y quizá en ningún otro del mundo: que en un órgano legislativo controlado por un partido, el PRD, sus legisladores mediante un rapidísimo "fastrack", logran que se modifique a modo un artículo del Código Penal y exclusivamente para que sus simpatizantes y militantes delincuentes encarcelados por haber cometido un delito respecto del cual no tenían derecho a libertad bajo fianza, ¡ahora sí lo tengan!
CON TODOS ESTOS antecedentes, hechos, declaraciones y confesiones, ya no hay duda sobre quiénes fueron los autores intelectuales de los actos vandálicos del 1 de septiembre de 2012. De cualquier manera, el precedente que dejan estos procedimientos políticos, legislativos y judiciales por parte de una de las tribus del PRD, es un terrible retroceso para lograr el perfeccionamiento de nuestra democracia y sí para fortalecer institucionalmente el imperio de la impunidad, esa raíz podrida que tantas calamidades ha causado a México.
EL MENSAJE que se manda al país por parte del perredismo es muy claro: en México cualquier individuo de nuestro partido puede salir a las calles enmascarado y destrozar impunemente comercios, tiendas, restaurantes, hoteles y bancos sin que sea molestado, menos castigado; y si la ley es dura, pues mejor la modificamos para ayudarlos y háganle como quieran.
POSDATA: Para los aficionados a la investigación de las personas desaparecidas, ya salió por fin a la luz pública el inefable subcomediante Marcos (¿se acuerda alguien de él?), para anunciar, urbi et orbi, después de sus largas vacaciones por 15 años en París, Francia, lo siguiente: ¡Estoy aquí, nunca me he ido! Mira que se necesita ser cínico.
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