¿Llegó la paz?. Con la destitiución de Morsi, la paz no llegó a Egipto. Aunque algunos muestran alegría.
Las consignas, la ira impaciente y hasta los símbolos fueron los mismos, incluso los mensajes generados por láser de "Game Over" dirigidos contra el régimen de Hosni Mubarak en 2011 y que esta semana se volvieron contra Mohamed Morsi, un presidente electo llevado al poder por la Primavera Árabe.
Sin embargo, la psicología en las calles de las dos rebeliones no es la misma.
La apuesta más reciente de los manifestantes es adoptar una definición mucho más fluida de la democracia que una simple victoria urnas, un tema que plantea dudas sobre cuán pronto estarán dispuestos los nuevos líderes de Egipto a convocar a elecciones y restaurar la Constitución.
También orilla a uno de los países rectores del mundo árabe a un dilema incómodo sobre el objetivo central de los levantamientos de la región: abrir espacios políticos para todas las voces y puntos de vista.
"Esta es una nueva revolución", dijo el estudiante universitario de 20 años Islam Ihab, utilizando la frase muy repetida por los opositores del presidente Morsi y que se niegan a describir su caída como un golpe de Estado, que es exactamente lo que Morsi y sus partidarios dicen que ha ocurrido.
La semántica divergente en las calles de Egipto refleja las visiones opuestas de lo que significa la Primavera Árabe.
La Hermandad Musulmana de Morsi, perseguida durante décadas por el gobierno egipcio, ve el motín en su contra en términos sencillos: el poderoso ejército intervino para derrocar al primer presidente electo del país.
Sus opositores, que volvieron a la plaza Tahrir de El Cairo el domingo, ven el caso de una manera más matizada. Argumentan que durante el año que ocupó la presidencia, Morsi traicionó el espíritu de la democracia al favorecer sólo a sus partidarios islamistas y hacer caso omiso a problemas críticos como la mala situación económica.
Para los manifestantes, su asalto a la autoridad de Morsi representa un triunfo de los verdaderos revolucionarios: la oposición liberal y laica que se fusionó para deponer a Mubarak hace más de dos años.
"Los manifestantes han hecho todo lo posible para justificar esto como un acto de progreso y no de regresión", dijo Sami al-Faraj, director del Centro de Estudios Estratégicos de Kuwait. "Puede que no sea tan fácil sustentar este tipo de explicación".
Esto se debe a la obvia ironía de los últimos días que recolocó a Egipto en las manos de los altos mandos militares. Todas las partes comparten los mismos temores: permitir que las fuerzas armadas retomen el control también despeja el camino para que una serie de fuerzas antidemocráticas reafirmen su influencia, como la Policía y los remanentes del régimen de Mubarak.
Detienen a líder de la Hermandad Musulmana
El presidente del Tribunal Constitucional Supremo de Egipto asumió el cargo de presidente interino del país, luego que el ejército depuso al presidente islamista Mohamed Morsi y lanzó una persecución contra la Hermandad Musulmana, el grupo al que Morsi pertenece.
La persecución de los líderes de la Hermandad incluyó al principal líder del grupo, el general Mohamed Badie, una figura venerada entre sus seguidores que fue detenido en Marsa Matrouh, una ciudad costera del Mediterráneo al oeste de El Cairo, donde había estado viviendo en una casa propiedad de un empresario con vínculos con la Hermandad. También incluyó el cierre de cuatro televisoras islamistas, la prohibición del periódico de la Hermandad Musulmana y el allanamiento de las oficinas de la filial egipcia de la televisora Al Yazira, medios considerados simpatizantes de Morsi. Un funcionario, que habló bajo la condición de anonimato, dijo que los cierres se debieron a sospechas de incitación.