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Lucir bien para...

BELLEZA

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Dra. Mayela Villarreal Reyes

Verse bien es elección individual, pero muchos parecieran relegar esa decisión a un tercero pues sólo se esmeran en cuidar su apariencia cuando el fin es agradar a alguien más. Si tu motivación para arreglarte está en el exterior, es esencial que lo detectes y reubiques esa base en otro sitio: tu interior.

Hay quienes se ven bien todo el tiempo. No importa si los encuentras en la caja del súper, en restaurantes, sacando la basura o dejando a los niños en la escuela. Su aspecto es impecable todo el tiempo y ese arreglo se ve natural, tanto que puede darse por hecho que en caso de haber un terremoto a medianoche, aun en esa situación saldrían de su casa luciendo bien. Sin embargo, en contraparte un gran número de personas sólo encuentra una motivación para arreglarse cuando existe un estímulo de por medio, por ejemplo un evento o cita importante. Lo que es más, si ese acontecimiento se programa con anticipación (tratándose de fiestas como bodas y graduaciones o vacaciones en la playa), hasta ganas de perder peso les dan. Pero ¿por qué no tener ese ánimo para cuidarse siempre?

La forma en que acostumbremos vestirnos, peinarnos, maquillarnos (las mujeres), e incluso los hábitos alimentarios que mantenemos, son la representación de nuestra personalidad y por consecuencia lo que los demás ven en nosotros. Esa imagen de cómo somos debería ser constante y no cambiante; pero en muchísimos individuos (acaso en la mayoría) la apariencia está condicionada a los estímulos externos. Despiertan un día pensando: “Hoy no tengo ganas de nada... y no me baño, no me peino y me pongo lo primero que encuentre en el clóset”. Al día siguiente, una entrevista de trabajo en puerta o el desayuno con un amigo, los hace iniciar desde temprano un ritual de belleza. Es por ello que quienes los conocen saben que algunos días los verán radiantes pero con mayor frecuencia los encontrarán desaliñados. Incluso es común que si los ven llegar arreglados a la oficina les digan frases como: “Y ahora, ¿dónde es la fiesta?”.

¿Qué hacer para mantener un ánimo constante en beneficio de tu persona? Todo comienza en la mente. Si piensas de modo positivo, ella te responderá con estímulos agradables, que a su vez te motivarán a desear verte bien.

LA CONVICCIÓN DE LUCIR IMPECABLE

¿Te interesa lucir atractivo para ti, porque te quieres y deseas sentirte agradable, o sólo te importa el qué dirán? Cuando hay una autoestima sólida, se tiene la costumbre de asearse y peinarse hasta para salir al supermercado; es algo que se hace por convicción, casi instintivamente. En cambio, otros se arreglan sólo para aquellas ocasiones en las cuales se pueden encontrar con alguien, tanto así que si saben que el sitio al que van no es frecuentado por sus conocidos, no les importará salir en pijama.

Ya sea para una reunión en pareja, con los amigos o un asunto de trabajo, muchos quieren corregir en horas o minutos todo aquello de su imagen que ha estado abandonado por días, semanas o meses, incluso años. Desde luego, no es posible. Para verte siempre ‘de 10’ debes mantener una continua charla contigo mismo, preguntándote quién eres, qué quieres, y a partir de ahí adoptar medidas de pulcritud personal como una forma de vida y no como algo improvisado para resolver una emergencia. Claro que en ocasiones especiales todos requerimos trabajar con más esmero del usual en nuestra apariencia, pero sin necesidad de simular ser diferentes a quienes somos en lo cotidiano.

No hay justificación para verte descuidado; aun si tiendes a ser desaliñado, seguramente en más de una ocasión has demostrado que puedes lucir impactante y eso significa que puedes hacerlo todo el tiempo.

De acuerdo a tu trabajo, actividad o profesión, hay ciertos aspectos en tu arreglo que deben convertirse en prioridades más allá de cualquier toque de glamour. Esto abarca desde el tipo de ropa que utilizas y los zapatos (ambos ad hoc a tu medio laboral y siempre limpios), el estado de tus uñas (aseadas) y los hábitos de higiene que incluyen desde el baño diario hasta el lavado de dientes y la visita regular al dentista.

¿De dónde viene el deseo de lucir bien sólo en ciertos momentos, en vez de adoptarlo como forma de vida? Todo se remonta a la infancia. Si un niño creció notando que a sus padres les daba igual cómo se vestía para andar en casa, si se acostumbró a que se preocuparan de que estuviera bien peinado sólo cuando había de por medio la invitación a una fiesta, eso se registró en su joven mente y conforme crezca sentirá que sólo los eventos especiales ameritan invertir tiempo y esfuerzo en atender su apariencia (desde luego, hay excepciones).

Durante la adolescencia se presentan cambios, con la definición de la personalidad, y aquí los hábitos pueden alterarse drásticamente de manera positiva o negativa. Así, llegando a la edad adulta ya se forjó la tendencia a ser desaliñado o muy pulcro.

Afortunadamente, aun el más descuidado puede volverse alguien de imagen atractiva. La clave está en proponerse ese cambio. ¿Cómo saber qué modificar? Haz memoria. Si has llegado a una reunión del tipo que sea y has causado admiración y revuelo entre los asistentes, toma nota de qué hiciste, cuál fue la diferencia que te permitió ser el centro de elogios y conviértela en algo cotidiano.

SOBRE LA BÁSCULA

Además del arreglo personal hay una cuestión más contundente para la apariencia: el peso. Es frecuente que cuando se tiene una fiesta en puerta numerosos individuos se sometan a rigurosas dietas para bajar de peso y verse lo más esbeltos posible. Sin embargo, dado que su motivo de cambio no es una base firme, una vez que pasa la fiesta, retoman los malos hábitos y recuperan velozmente el peso perdido. ¿No sería mejor, a corto y largo plazo, ser constantes y conservar hábitos sanos todo el año?

Cuando realmente se quieren tomar las riendas de la autoimagen no es posible cambiar sólo las formas; hace falta llegar al fondo, estar convencido de que el cuidado personal es un aliado permanente y no una manera de causar una buena impresión. Cualquier ‘momento mágico’ para el que quieras bajar un par de kilos va a pasar, y si no tienes la convicción de mantener una figura saludable, cuando termine el encanto de Cenicienta volverás a tus antiguos hábitos y al sobrepeso.

Por ningún motivo dejes que tu peso esté condicionado a lo que piensen los demás; inicia y mantén una dieta balanceada por ti, que tú seas tu primer motivo, el estímulo número uno para querer estar esbelto, radiante, que emanes felicidad y una imagen agradable para ti mismo; como consecuencia lo serás para los demás. Quienes tratan de adelgazar sólo para ganar aprobación no dan un enfoque sólido a sus metas y esa es la causa principal por la cual fracasan las mejores intenciones y claro, las dietas.

TU MOTIVO: TÚ

Todo lo que hacemos tiene una consecuencia, ya sea positiva o negativa; los cambios que llevamos a cabo por auténtica convicción dan como resultado efectos benéficos y más aún, de tipo permanente; esto aplica para todo, incluyendo tu apariencia.

Decídete lo antes posible a lucir bien para ti mismo, no te limites a esperar a que se presente un ‘motivo’ para preocuparte por el look que proyectas ante los otros.

Correo-e: hebe.medicina.estetica@gmail.com

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