Existe un texto del lagunero Alejandro Reza Heredia, denominado "Guadalupe. ¿Fantasía o Realidad?", en él cita datos tomados de "La Diosa de las Américas", de Ana Castillo, tratando sobre los detalles -algunos incomprensibles- de la pintura de la Virgen de Guadalupe, en exhibición en la Villa Guadalupana.
Los incrédulos encabezados por el historiador Joaquín García Icazbalceta -1825-1894- dudan del milagro, afirmando que es un mito inventado por el Presbítero Miguel Sánchez, desde 1648, milagro que fue rechazado por Fray Servando Teresa de Mier.
La contraparte, constituida por gran número de católicos creyentes, siguen apoyando las afirmaciones de Fray Juan de Zumárraga, quien escribió a Hernán Cortés, aseverando la veracidad del relato asentado en el códice Nican Mopohua.
Otros encuentran parecido entre la Guadaupana y la Virgen de Cácares, España, que al parecer tiene mayor antigüedad -cerca de treinta años- que muestra similitudes tales como el sol brillando a espaldas del cuerpo de la virgen.
Los creyentes son encabezados por pensadores serios y diferentes estudiosos de la ciencia han encontrando maravillas en la pintura, tema que resulta adecuado para comentar y provocar a la reflexión en este día de festejo a la Guadalupana.
La primera maravilla es el hecho de la aparición en el cerro del Tepeyac, ahora incluido en la mancha urbana del D.F. y la entrega de "la prueba" al obispo Fray Juan de Zumárraga.
No sólo es la impresión en el ayate, de la que se dice es de origen desconocido, al igual que la causa de la permanencia de la pintura en excelentes condiciones, en una prenda de vestir confeccionada con fibra de maguey y que según los expertos tiene una durabilidad no mayor a los veinte años. De ser así, entonces las cuentas cronológicas no me empiezan a salir.
Según la historia, asentada en el códice Nican Mopohua, Juan Diego entregó unas rosas de Castilla como evidencia de decir la verdad, con la salvedad de que los primeros bulbos de tales flores llegarían embarcados en galeones españoles desde España, decenas de años después de divulgado el citado texto. ¿Entonces?
Igualmente maravilloso es el estudio de las estrellas del Manto de Guadalupe, que muestra la posición exacta que la bóveda celeste mostraba en aquellos precisos momentos históricos. En el citado texto, el autor cita a investigadores científicos que hicieron el estudio astronómico correspondiente.
Los ojos de la Virgen también han sido causa de un análisis minucioso; en ellos, El Dr. Enrique Graue Wiechers, oftalmólogo de fama internacional, director de un hospital oftalmológico en México, afirmó: "Examiné los ojos con oftalmoscopio de alta potencia, y pude apreciar en ellos profundidad de ojo como al estar viendo un ojo vivo". La afirmación rompe con todos los principios de la ciencia, testimonio a discutir, que en el último de los casos es resuelto por la fe, si es que así lo podemos aceptar.
Además, presentan el efecto Púrkinje-Sánsom, profundidad en la dilatación del ojo y el doctor Rafael Torrija Lavoignet, con la ayuda de un oftalmoscopio lo certificó diciendo: "los ojos de la Virgen de Guadalupe dan la impresión de vitalidad". Desde luego que aún no hay técnica fotográfica que permita tal efecto en la actualidad.
En otros textos, recolectados de la Internet, se lee: "al tomarse la temperatura de la fibra de maguey con que está construida la Tilma, se descubre que milagrosamente la misma mantiene una temperatura constante de 36.6 grados, la misma que el cuerpo de una persona viva". Si Usted así lo quiere, podrá empezar un engorroso trámite para lograr el permiso y armado de termómetro pueda confirmar la veracidad del dicho.
Un dato interesante de la historia reciente, afirma que: "En el año 1791, se vuelca accidentalmente ácido muriático en el lado superior derecho de la tela. En un lapso de 30 días, sin tratamiento alguno, se reconstituye milagrosamente el tejido dañado. Actualmente apenas se advierte este hecho como una breve decoloración en ese lugar, que testimonia lo ocurrido", y agregan que: "El 14 de noviembre de 1921, Luciano Pérez, un anarquista español, depositó un arreglo floral al lado de la Tilma de Juan Diego que contenía una bomba de alto poder. La explosión destruyó todo alrededor, menos el ayate, que permaneció en perfecto estado de conservación. Una cruz de pesado metal que se encontraba en las proximidades fue totalmente doblada por la explosión y se guarda como testimonio en el templo. Sin embargo, el cristal que protegía la Tilma no se rompió; tome en cuenta que en aquella época no había cristales antibala".
Lo cierto es que la Iglesia Católica no afirma ni refuta lo dicho por investigadores del fenómeno y los mexicanos poco necesitamos de la comprobación de tales resultados para reafirmar nuestra creencia religiosa y cultural sobre el Milagro de Guadalpe. ¿Qué piensa?
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